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La Vertiente Y Las Libélulas

Alejandra Correas VázquezAlejandra Correas Vázquez Gonzalo de Berceo s.XIII
editado noviembre 2009 en Romántica
La VERTIENTE y Las LIBÉLULAS
Iba yo siguiendo un camino de huella en dirección al extremo del monte, cuando algunas libélulas de río me indicaron la presencia de una vertiente. Una de ellas en su vuelo ondulante, posóse sobre la piedra más cercana, y yo quise aprisionarla con mi mano. Pero se deslizó hábil de mis dedos, perdiéndose con rápido movimiento entre el ramaje natural que me rodeaba… Ante esto me detuve.

—-¿Es posible?-— me dije -—La poesía huye de mi mano. Se aleja en tiempo y distancia, como aquel profundo y misterioso encuentro.

Fui acercándome hasta la vertiente donde una multitud de libélulas se entremezclaban con el aire, confundiendo sus alas azules.

-—¿Cuál es su significado?— insistí para mí contemplando esas cristalinas aguas -—¿Qué razón tuvo ese fugaz encuentro?

-—¡Adivínalo!-— me respondió una Voz que provenía de la misma vertiente

-—Me has hablado...

—-Sí, te estoy hablando… ¿Quieres aprisionar tan rápido el destino luego de la primera mirada?

-—Tuve cierto presentimiento frente a él—- contesté asombrada a esa voz

—-¿Quieres emprender un amor permanente nacido de aquel cruce fugaz del camino?... Sin retroceso. Sin tiempo. Sin espera.

—-¡En aquellos momentos lo sentía tan cerca!—- respondíle -—que no valoré su presencia.

Las libélulas posábanse sobre mi largo cabello rubio suelto sobre la espalda, cual un enjambre colorido. Entonces dentro de ese misterio de la vertiente, me pareció verlo junto a ella Mientras yo lo evocaba, lo recordaba aún a mi lado. Estaba él envuelto en una bruma de ansiedad, joven y solitario, esperando algo de mí. Algo que yo le brindara. Algo que yo poseía en mi ser y que sin embargo retuve, como si fuesen a arrebatarme una joya incalculable de mi arca.

-—Aquello hubiese sido el más precioso acopio de tu vida-— insistió la voz de la vertiente -—Era el color con que se habrían pigmentado dos existencias casi frustradas.

-—Lo lamento—contesté

-—¿Lo lamentas mucho?... Ya no tiene valor tu angustia, más vale un camino de fe.

-—¿Fe?

-—Así es. El hizo renacer ese sentimiento perdido. La fe en ti misma, que se había quebrado dentro tuyo.

Las libélulas incertábanse ahora entre mis cabellos y yo debía liberarlas de mí, suavemente con mis dedos para no lastimarlas.

—-¿Recuerdas las palabras que él te brindó en aquellos días?—- insistió la voz cristalina -—¿Recuerdas sus deseos de verte resurgir emprendiendo otra vez tu vida con energía? Salir de la tristeza que de continuo te abate… y buscar en el mundo una gema nueva. Una senda propia.

-—Lo recuerdo. Pero nada es fácil. Creo que las gemas esparcidas por el mundo son escasas. Tu pureza de vertiente ignora las circunstancias existentes en este caótico mundo.

La voz de la vertiente pareció enmudecer ante mis palabras, como si esa inseguridad en mí misma que yo le manifestara, fuese también ruinosa para ella. Entonces con temor de que ella me abandonase, comencé a llamarla.

-—¡Aún estoy aquí!—- gritóme

-—¿También tiemblas en perder tu pureza de agua cristalina?

-—Sí, porque ese mundo caótico será algún día mi verdugo. Pero aún tengo pureza y antes de perderla quiero aconsejarte ¿Amas a ese hombre que has dejado partir solitario?

-—He comenzado a sentirlo así... después de su partida.

-—Y lo amas porque él hizo renacer en ti, todo lo que se había quebrantado dentro tuyo.

-—Debo aceptarlo… Sin embargo ese reto con la vida es difícil de emprender. Tal vez por ello lo dejé partir.

-—¿Acaso crees que para él no lo es? Te has equivocado.

-—Es más fuerte que yo. Es el hombre, patrón, víctima y victimario del mundo-— respondí casi despectiva

-—No es el poder el que libera, sino la habilidad de caminar por el mundo… Como esa gracia que tienen las libélulas al huirte, y tú al liberalas con tus dedos.

Quedé silenciosa y pensativa ¿Hay acaso algo más delicado y libre que una libélula? Contemplélas allí una vez más, detenidamente, observando sus alas translúcidas y violadas entre tonos celestes, para maravillarme luego con el arco de sus vuelos o en sus estatismos aéreos.

—-Debes oírme-— volvió a decirme la voz de la vertiente —-El buscó tu energía oculta, pues también estaba resurgiendo entre sus escollos y quiso mostrarte la posiblidad de lograr una nueva alternativa.

-—Reto difícil. Lo es—- expuse casi defendiéndome

-—Sin duda—- me reconoció -—Pero él te brindó ese deseo de vivir que ahora tienes. El aguardaba tu amor y ahora lo amas. Piensa entonces que a pesar de la distancia que ahora los separa, te necesita y está solo.

La voz quedó silenciosa y las libélulas cayeron en un manso estatismo. Ya no continuaban revoloteando a mi derredor.

-—Pero escúchame—e- intervine cortando el silencio -—En vida ha pasado ya esa circunstancia emotiva otra vez. Y de alguna manera fui lo suficientemente avara para no otorgar lo esencial de mí.

-—Eso ya lo conozco. Te he visto jugar desde niña sobre estas mismas champas, ora verdosas, ora doradas por el estío—- me expresó la vertiente

—-¿Me viste?

-—Sí y leí desde entonces los sueños de tu mente, aunque nunca te acercaras hasta hoy, a mi fuente.

-—Las libélulas me trajeron junto a ti.

-—Yo las envié, son mis mensajeras.

Nada podría ocultarle, ella todo lo sabía.

-—Has sido entonces mi vigía… Conoces bien que pasó alguien junto a mi camino, pero yo salté hacia un atajo. Retuve la perla en mi mano sin brindarla, tanto como ahora.

-—Dejaste marchitar esa flor. Hoy el rosal tiene un nuevo pimpollo.

-—¿Será así? ...Frente a él me hallé como prisionera de un imán el día que nos conocimos. Su mirada penetraba en mí, pero yo me resistí a adherirlo a mi vida con un llamado certero.

Una libélula posóse en mi rodilla para hacerme compañía, como advirtiendo la intensidad de mi emociones.

-—Serénate—- inistió la vertiente -—Mira ese mar de libélulas alrededor del agua de mi fuente. Cuando de tu seno surja la primera gota de agua, cuando tu conciencia esté preparada, hablaremos nuevamente.

—-¿Hasta entonces te silenciarás conmigo?

-—Sí.

—-Es mucho tiempo.

—-Si has creído… si has percibido… si has comprendido mi preocupación por ti… Si tus ojos pueden leer ya estos mensajes, entonces te cruzarás nuevamente con él. Pues todos los amantes pasan cerca del camino al comienzo de su ruta.

-—¿Volverá?

-—Será el día en que estés preparada para incorporarlo.

—-¿Lo crees?

—-Sí…Su ser íntimo continúa en ostracismo y aguarda. Puedes ser la elegida. Créelo. Créeme.

Sobre la atmósfera que me rodeaba la Voz de la Vertiente se desvaneció, dejando solo un susurro. Yo retorné por mi huella. Salí del lugar pasivamente dirigiéndome hacia el puente, donde las champas verdosas extendidas hacia el horizonte, fuéronme llevando por un camino sin espinas.

Y me dirigí sin prisa, lentamente, hacia el sendero arbolado que divide en dos todo este paisaje, con su colorido entorno serrano.

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Alejandra Correas Vázquez

Comentarios

  • marta gmarta g Fernando de Rojas s.XV
    editado noviembre 2009
    uuuufffff....me he bebido cada palabra,cada frase....
    que bonitas palabras y que manera de expresarlas...
    enhorabuena,seguiré leyendote.
  • Alejandra Correas VázquezAlejandra Correas Vázquez Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado noviembre 2009
    Qué alegría Marta, todo lo que dices

    gracias Alejandra
  • SuinaSuina Garcilaso de la Vega XVI
    editado noviembre 2009
    Pareciome ....( utilizo ahora para el comentario los caducos y adecuados para este texto tiempos verbales)...parecióme ver a la Alicia de Carrol entre las hadas.
    Preciosista relato Alejandra. Detrás está la literatura, y delante el trabajo y la sensibilidad.
    Enhorabuena escritora.
  • Alejandra Correas VázquezAlejandra Correas Vázquez Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado noviembre 2009
    Suina

    ¡qué alegría pensar en Alicia! gracias

    los términos antiguos son muy bonitos, aquí en Argentina el criollaje serrano o de la puna, los usa aún (no es gente letrada)

    Alejandra
  • Ariel GarcíaAriel García Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado noviembre 2009
    Una bella narración, Alejandra.

    Creo advertir en el cuento el desprendimiento de sonidos y figuras que lo acercan, en cierto aspecto, a la dimensión onírica; como si se tratase de un sueño que el soñador completó, mas tarde, dentro de una estructura sucesiva y luego redactó de un modo brillante. A medida que avanzaba la lectura crecía en mí la impresión de estar observando un escenario donde cada pieza cargaba con la categoría de un símbolo; esa ha sido, al menos, mi percepción.

    Me ha gustado mucho; lo considero un trabajo maravilloso escrito por un corazón sensible, muy sensible.

    Hasta pronto.
  • Alejandra Correas VázquezAlejandra Correas Vázquez Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado noviembre 2009
    ARIEL

    creo que mi trabajo está dentro de lo onírico como bien dices, y gracias por tu opinión de sensible

    Alejandra
  • Juan ManuelJuan Manuel Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado noviembre 2009
    He sintido el zumbido de esas libélulas, he sentido el susurro de esa voz. y creo que el aire de un suspiro mio, desenredó parte de tu cabello aun tenias uno de esos seres alados y transparentes.

    Por fin alguien me ha introducido en una fábula...
  • Alejandra Correas VázquezAlejandra Correas Vázquez Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado noviembre 2009
    JUAN MANUEL

    hermoso comentario... sí es una fábula

    Alejandra
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