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Historia del ano

BucolicoBukowskiBucolicoBukowski Gonzalo de Berceo s.XIII
editado abril 2016 en Narrativa
Hoy les contaré la historia de cómo un día La Duquesa Muerte vino, mordió mis testículos, y jugamos con ellos a imaginar viajes a lo largo de todo el valle de la locura. Todo que a continuación narraré es totalmente cierto.
Todo comenzó un el psiquiátrico donde me dejaban dormir. Mi compañero de cama, el hijo de Dios, padre de todos los ángeles, eyaculador de rituales satánicos, un borracho que se hacía llamar El Barquero de Denver que todos conocíamos por Kersenta (por su amor a la keratina en vena y a la absenta) la noche anterior había follado mi ano muy fuerte, y estaba exhausto.
Me despertaron unos aterradores golpes (puede que fuesen con una celestial polla) sobre la puerta imaginaria. Lloré, vomité, recé a Baal Hammon y abrí la puerta. Al principio creí que era el mismísimo Hitler con una rosa blanca llena de pulgas en el culo. Pero al poco tiempo descubrí que era mi buen mejor amigo, follador de bocas de policía, Jota “el semen blando”. El apodo de “semen blando” se lo puse yo mismo un mágico día tras una espumosa y mocosa mamada, en la que descubrí que su semen parecía mousse de vainilla. Desde aquel día su semen era habitual el nuestras comidas.
- ¿Escuchaste anoche como Zeus meó sobre el carruaje de aquella puta que matamos en Pasadena? -marmulló Jota “el semen blando” haciendo la última “a” de “Pasadena” mucho más larga que mil pollas de angelitos fosilizados
- No, Jota, estaba ocupado intentando suicidarme con un trago de ácido, pus y cera de oídos.
- ¿Y funcionó?
- A medias.
Después de desayunar una tarta de lubricante anal, caminamos atemorizando con nuestros flácidos culos a universitarias con pezones de nata. Llegamos a La Cantina de la Misericordia y pedimos una ralla de flan de cuajada con LSD. Nos la esnifamos, hablamos sobre un viaje que teníamos pensado a las entrañas del infierno, y reímos pensando en cómo profanaríamos el milenario culo de Caronte. Al rato, después de una estimulante masturbación al tabernero con el fin de saldar nuestras deudas, llamamos a través de los astros de la demencia a nuestro gran amigo, amante, asesino, marido Moises “El ojos de hez”. Su casera nos comunicó que había muerto. Vaya. Caminamos hacia casa.
En la puerta de la habitación nos esperaba (con un pezón extremadamente inflamado) Kersenta.
- ¿Dónde está mi poemario lleno de menstruo de Buda, hijo de la grandísima meretriz? –me amenazó.
- Dame dos días más, Osiris del Sexo Por Las Orejas.
(En aquella época me dedicaba a publicar epístolas de héroes y titanes)
El Barquero de Denver, creyó mi falacia (puede que debido a su estado de embriaguez) y aceptó, como es normal, mi invitación a que chuparme el glande.
Entramos a mi habitación, despachamos 4 niños rubios que leían teoría Vudú sobre un vagabundo en descomposición, y nos pusimos a fumar uñitas pequeñas de niña, recién compradas en el mercado de un afgano muy guapo y tuerto.
Fue entonces cuando ocurrió. Con una vela negra entre sus piernas, con un vestido lleno de pequeñas ratas marroquís, apareció La Reina Madre, La Secretaria Del Averno, La Duquesa Muerte. Sus tetas eran anormalmente sedientas de zoofilia y nos hechizaron, nos hechizó.
Sacamos nuestras recién lavadas pollas y nos acariciamos los huevos unos a otros (costumbre que habíamos adquirido después de un viaje a Londres para descubrir a qué olía el coño de Margaret Thatcher)
La Parca, con ojos de rana, se acercó y con un lenguaje casi indescifrable susurró:
- Debéis repetir estas palabras “La lujuria será quien guíen nuestros pasos a partir de hoy”.
Las repetimos con espuma negra en la boca. La Maestra mordió mis huevos recién acariciados. La sangre era la reina de la orgía. No lloré, sólo gocé. Sacó mis huevos de mi bolsa escrotal, y como si fuesen dos pelotas de ping-pong los tiró contra la pared. Eso me produjo un breve e intenso orgasmo. Revotaron y cayeron exóticamente sobre el regazo de Jota “el semen blando”.
Después de eso mis recuerdos son borrosos y yuxtapuestos. A los años, Kersenta me contó que la Muerte agarró mi carcomida mano y me llevó de paseo al valle de la locura. Cuando volví, no recordé nada.

Comentarios

  • GrumeteGrumete Anónimo s.XI
    editado abril 2016
    No sé este texto de donde lo hayas sacado, pero describe un presente espeluznante para la infancia, no tanto como para los adultos.
  • ZaltiZalti Anónimo s.XI
    editado abril 2016
    Escatológico y soez, pero me lo he leído hasta el final solo por saber qué pasaba, que intriga... También me he reído un par de veces, sobre todo con lo de hitler xD
    Interesante cuanto menos o:
  • jimbodosjimbodos Pedro Abad s.XII
    editado abril 2016
    El lenguaje es provocativo, audaz. hasta mitologico. Pero no lo entendí. Por supuesto, no tiene nada Bukoskiano -solo que tambien desearás hacer una metáfora, como Henry Chinaski-. Sin embargo, tiene la ficción que nos hace buscar el final de una realidad.
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