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El Abuelo Restí.

editado marzo 2008 en Narrativa
De la mano de mi abuelo iba y venia al colegio, mientras mis padres trabajaban.
Mis días transcurrían a su lado. Con él aprendí a jugar ajedrez, podar rosales y preparar el licor de limón.
La vida a su lado era un eterno hacer cosas, nunca se cansaba.
Al atardecer comenzaba la ceremonia de fumar. Se sentaba, llenaba su pipa y fumaba.
Era un aroma inconfundible. Una mezcla dulce y aroma a chocolate.
Una mañana el corazón del abuelo dijo basta, y se fue por un camino sin regreso.
Su muerte me sacudió, mis pocos años no comprendían el significado de la palabra muerte. Esperaba verlo regresar.

Crecí y los años se llevaron su recuerdo.
Hasta que una tarde, al pasar por una casa me llegó un aroma a tabaco. ¡Era el suyo!
-¡El abuelo Resti! –su imagen llegó clara desde el fondo de mi memoria.
No lo podía comprender, un simple perfume a tabaco despertó en mí su imagen, su presencia llegó nítida y sentí de nuevo el dolor de no tenerlo y unas ganas tremendas de llorar.

Comentarios

  • PietroPietro Pedro Abad s.XII
    editado marzo 2008
    Querida Marìa, el olfato es el mas primitivo de los sentidos, y conectado, segun se, directamente al centro de la memoria.
    Expones este hecho envuelto en el papel de regalo de la figura del abuelo.

    Te felicito

    Un abrazo
  • editado marzo 2008
    Gracias por leer y comentar, eres siempre muy amable.
    Que pases un lindo fin de semana.

    María
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