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El paciente

AlantarAlantar Gonzalo de Berceo s.XIII
editado noviembre 2014 en Narrativa
El paciente

Estamos en la sala de espera del médico; es temprano en la mañana, el frío del otoño entra por una ventana entreabierta. En el centro de la habitación hay un mesita, y sobre ella un periódico. A raíz de los titulares de la portada comenzamos a charlar.

Outra vez hai folga de maestros”; “¿que ti tamén es profesor?; “ten que se un traballo ben bonito”; “algúns cativos deben dar moito que aturar”(1). Parece interesado por mis respuestas, quizá la de profesor sea una vocación que nunca pudo realizar.

Recordo cando era cativo e ía a escola; que ben mo pasaba!”(2). Es oriundo de un pueblo de la Terra Chá, donde antaño hubo una escuela unitaria; sólo tenían un maestro para una clase de más de cuarenta alumnos, muchos de ellos de edades diferentes.“Moitas lle facíamos ó pobre profesor; iso si, el logo repartía unha leña de carallo”(3).

Me cuenta cómo una vez, escondidos al borde de un camino, él y otros compañeros agitaron un avispero justo cuando el maestro pasaba por delante. El plan no funcionó y las avispas se fueron contra ellos, “a un púxoselle a cara tan inchada polas picaduras que case non se lle vían os ollos; o demo me trague!”(4). En otra ocasión, aprovechando que el profesor era cojo y tenía que ayudarse de las manos para pasar sobre un cercado “collimos bosta de vaca e untamos as chantas de merda. O home baixou un xuramento que case abre o ceo”(5); niega levemente con la cabeza; “mira que eramos trastes...”.(6)

Me río con sus historias, poco solidario con mi viejo compañero de profesión. Él parece disfrutar contándolas; se ha erguido sobre el asiento, insuflado por una repentina vitalidad. Está a punto de empezar de nuevo cuando la puerta del médico se abre; una enfermera lee su nombre. “Bueno, xa me chaman; moito gusto”(7). Recoge su boina y arrastra los pies hacia la puerta.




1. "Otra vez hay huelga de maestros"; ¿que tú también eres profesor?; "debe de ser un trabajo muy bonito"; "algunos muchachos deben ser difíciles de soportar".
2. "Recuerdo cuando era un niño e iba a la escuela; ¡qué bien me lo pasaba!
3. Muchas le hacíamos al pobre profesor; eso sí, el luego repartía unas leches de espanto".
4. "a uno se le puso la cara tan hinchada por las picaduras que casi no se le veían los ojos; ¡qué barbaridad!".
5. "cogimos bosta de vaca y untamos las chantas (un cercado de piedras) con mierda. El hombre bajó un juramento que casi abre el cielo".
6. "mira que éramos traviesos".
7. "Bueno, ya me llaman; mucho gusto".

Comentarios

  • LilyJalileLilyJalile Fernando de Rojas s.XV
    editado octubre 2014
    Como siempre, un gusto pasearme por tus crónicas. Qué curioso... Eso que contás me hace pensar en lo extraño que resulta, bien mirado, ese placer de recordar las travesuras más pesadas. Es un sentimiento aparentemente universal. Más de una vez he descubierto el tono de franco orgullo con que algún alumno me contaba "Éramos el peor curso de la escuela, no nos aguantaban los profesores..." y seguía con alguna anécdota de diabluras extremas. Y bien pensado, cuando me junto con algunas ex-compañeras de colegio, yo misma o ellas hacemos lo mismo... Como si la diablura evocada nos devolviera a esos tiempos que siempre recordamos como una edad dorada. Aún cuando en aquel momento no la percibiéramos tal.
    Gracias por tus textos, Alantar.
  • AlantarAlantar Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado octubre 2014
    Muchas gracias, Lily.

    Como bien dices, creo que esos recuerdos suelen estar teñidos por la nostalgia de un tiempo ya pasado, juzgándolos como inocentes (como probablemente lo fueron en su momento) y llenos de encanto.
  • BLADERUNNERBLADERUNNER Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado noviembre 2014
    Muy bien expresado: recuerdos teñidos de nostalgia, que además parecen afluir por cuenta propia con el paso de los años. Divertida y evocadora travesura la de las avispas. Recuerdo tantas... como aquellas de ponerle chinchetas al profesor en la silla o pegamento para cuando se sentara, la típica del monigote en la espalda... una serpiente de plástico en la mesa... los niños no tienen límite para la imaginación...

    Saludos
  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado noviembre 2014
    Uff pues al leerte me ha venido una trastada muy gorda que le hicieron al profesor de ciencias naturales en una excursión... Le metieron sin darse cuenta un petardo en uno de los bolsillos traseros del tejano (que por suerte para él era de los de tela gruesa)... y prendieron la mecha...y explotó... El pobre se quedó bien blanco y apenas balbuceaba... todavía tengo su cara grabada en la memoria...
  • evilaroevilaro Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado noviembre 2014
    Muy simpático...

    Casi podría haber un foro solo para travesuras ;)

    Saludos

    Emilio
  • AlantarAlantar Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado noviembre 2014
    Gracias por los comentarios. Un saludo.
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