Amnesia
Faltan cinco minutos para mi intervención. He caminado más de cien kilómetros por este pasillo detrás del escenario. Sudo, mis manos están frías y siento que el cuerpo me tiembla completo. Trato de parecer sereno inútilmente. Al fin, una voz se ha oído por los altavoces: “Con ustedes, el Dr. Holfman”. Miro al extremo del pasillo y el rector me hace un saludo con la mano cerrada y el dedo pulgar hacia arriba. Mis pasos son los del reo hacia el patíbulo. El podio lo veo muy lejos, los temblores me sacuden la columna vertebral, los pies me pesan toneladas y el silencio absoluto me aplasta. Llego al podio y lo primero que hago es tocar el micrófono. ¿Pero qué me sucede? ¿Qué hago aquí? No sé lo que tengo que decir. ¿Cómo es posible? Busco en los apartados más recónditos de mis neuronas y no veo nada que me indique el porqué de mi presencia aquí. Tengo delante a un público distinguido con aspecto de profesionales que observan cada movimiento que hago. Trato de arreglarme la corbata, busco algo invisible en los bolsillos, muevo el micrófono y no viene a mi mente nada.
Pienso en los años que he estudiado, investigado y experimentado. Pienso en el prestigio alcanzado, en el nivel de vida de mi familia, en el respeto y la consideración de mis colegas del Centro de Investigación. Todo eso hoy irá al piso. No tendré cara para compartir con mis compañeros, seré observado como un fraude académico, en fin, mi vida cambiará. No sé si podré soportarlo. Ayúdame Dios mío.
Aparto mi mirada de los asistentes de primera fila y la fijo en un punto indefinido. No tengo otra alternativa. Tengo que hacerme el harakiri moral y diré la verdad. Carraspeo un poco y comienzo el discurso. “Distinguidos señores, tengo la penosa necesidad de decirles que en estos momentos tengo la mente en blanco. No sé porque estoy aquí. Es como si de momento hubiera sido víctima de una amnesia. Pensándolo bien no sé clasificarla. Valoré que pudiera ser una amnesia retrógada o una amnesia global transitoria pero es que me ha afectado un episodio concreto y sin lesiones aparente. También, puede ser un trauma causado por el momento de nerviosismo extremo poco antes de hablarles”. Observé en los rostros de los presente una máscara pétrea. Ni un susurro y estoy seguro que la caída de una mota de algodón se escucharía perfectamente. Seguí treinta minutos, una hora, no sé cuánto tiempo hablando y pensé que había llegado el momento de terminar aquel martirio: “Muchas gracias señores”.
Me volteé y caminaba lo más raudo posible cuando una explosión de aplausos atormentaron mis oídos. Sé que era una forma sutil de burlarse. Llegué al pasillo y en el extremo izquierdo estaban conversando el Rector y el jefe de cátedra de la Universidad. Cogí hacia la izquierda cuando casi al unísono me llamaron. Me quedé petrificado en medio del pasillo, con grandes deseos de correr hasta agotarme, pero no podía moverme. Estaba seguro que ahora me dirían cosas horribles y lo más triste, me despedirán de la Universidad y del Centro Nacional de Investigación. Por el frente viene el director y el jefe del grupo de investigación. Tengo la mirada clavada en el suelo esperando lo peor pero siento en mi cuerpo abrazos y palmadas. Ahora veo un grupo de personas, tres o cuatro, caminando hacia donde estoy, extendiendo los brazos y sonrientes. Mas apretones de mano, abrazos y voces que dicen: “Eres un fenómeno” “Varias Universidades y Centros de investigación de varios países desean que vayas a dar una conferencia sobre el tema” “Todos dicen, hasta los más prestigiosos, que es la mejor disertación sobre la Amnesia que han oído jamás”¿Qué? Conferencia sobre la amnesia.
Ahora recuerdo. Era eso. Me habían elegido para dictar una conferencia sobre Amnesia ante más de quinientos Especialista de la materia de todo el Mundo. Lloro como un niño y estoy expulsando, en forma de lágrimas, todo mi sufrimiento. Oigo una voz que dice: “El pobre. Está tan emocionado…”
Autor: Pedro Celestino Fernández Arregui
http://loscuentosdecelestino.blogspot.com.es/
Comentarios
Escribes bien, dentro del orden y la correccíon. Disculpa que no te haga una crítica negativa, pero a mi parecer está bien hecho. Felicidades
Un saludo cordial
De los relatos que te he leído este es el que más me ha gustado. Cuando tenga un ratito te lo comento. ¡Salud!
Suelo fijarme en los escenarios, donde se coloca a los personajes, y tu das una rueda de tuerca y nos colocas en la trastienda, un pasillo de ida, el escenario, un pasillo de vuelta. Además hablas de una “patología” muy común, el miedo escénico ( a muchos nos ocurre, sobre todo a los tímidos, que nos da pánico hablar en público, aunque hay “trucos” para salir del paso, así que entiendo muy bien lo que siente tu protagonista).
Está muy bien que hayas exagerado los kilómetros ( cien), así, sin decir diciendo, vemos la impaciencia del hombre,su temor ( casi el surco que ha dejado marcado en el suelo)…el podio muy lejos, las manos sudorosas…el silencio que aplasta…la inquietud...la mirada al infinito.
Un relato bien resuelto, con un desenlace inesperado, pero no absurdo, redondito, como te dije al principio. No nos has agobiado con detalles técnicos o médicos sobre la amnesia, sino solo los datos absolutamente precisos para sostener la historia. No has sido histriónico, ni te has quedado corto de sentimientos.
Repito, buen principio, buen desarrollo, gran final.
Te felicito Remedios
Un abrazo fuerte
Ese cuento y 24 más, puedes encontrarlo en:
http://loscuentosdecelestino.blogspot.com.es/
¿Entrevistado? ya estás largando por qué...venga, venga, cuenta.:rolleyes:
Lo cierto Remedios o Celestino es que no soy muy de visitar blogs.
Pon tus relatos por aquí, y así todos tendremos la oportunidad de además de leerte, compartir.
Nada. A ver si me encargan un trabajo freelance de redactor. Pero compito con otros dos candidatos que son amigos directos de la entrevistadora, así que he ido más que nada para entrenar la técnica.
Bueno, te he marcado errores que se concentran en el primer párrafo y van desapareciendo: buen indicio. A medida que escribías ibas entrando en estado de flujo y tu cerebro daba su mejor rendimiento de forma intuitiva. De este modo has encontrado la manera de transcribir el discurso del doctor y decir de forma natural y directa lo que querías decir. Lo estabas visualizando, lo estabas viviendo: estabas escribiendo, amigo. Sólo de esta forma se consigue un relato coherente a todos sus niveles, trama-semántica-estilo, porque es honesto.
No digo que sea un cuento perfecto, pero el estado mental que has alcanzado a partir de la mitad es la tensión creativa de un escritor. Confirmo mi primera impresión: aquí ha ocurrido una narración. Así que enhorabuena.
Abrazos.
Abrazos queridísima amiga.
Te deseo suerte!