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Letrilla avilesina

Conde WaldsteinConde Waldstein Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
editado diciembre 2011 en Poesía General
Videre: http://jrma1987.blogspot.com



Pues no es mala mi memoria,
os contaré este suceso
que, si raya en el exceso,
es también graciosa historia.
Ocasión digna de gloria,
para tan bravo doncel,
cuando derramó Portillo
un orujito con miel.

Eran tres los que, temprano,
una mañana, en Sabugo,
quisieron probar el jugo
de la sidra del manzano.
Era licor soberano,
buena sidra del tonel,
cuando derramó Portillo
dos orujitos con miel.

En tierras avilesinas,
y, sin perder un instante,
buscaron un restaurante
por recónditas esquinas.
Bajaron cuestas mezquinas
y hallaron el bar aquel,
cuando derramó Portillo
tres orujitos con miel.

Vino la sopa primero,
que al más ebrio lo perdona
cuando el estómago entona
para cuando venga el mero.
Y sirvieron el cordero
del más preciado vergel,
cuando derramó Portillo
cuatro orujitos con miel.

Fausto, viendo lo que había,
le llamaba la atención,
al tiempo José Ramón
a su gusto se reía.
Y el camarero veía
con sus manchas el mantel,
cuando derramó Portillo
cinco orujitos con miel.

Temiendo que, con enfado,
los echasen del lugar,
se intentaron reportar
con un gesto más callado.
Hubo así el postre llegado,
que fue un hermoso pastel,
cuando derramó Portillo
seis orujitos con miel.

2010 © José Ramón Muñiz Álvarez
Todos los derechos reservados por el autor

Comentarios

  • Conde WaldsteinConde Waldstein Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado diciembre 2011
    Tras esto, el café y el puro
    llegaron con gran premura,
    que ya el camarero apura
    para pasar este apuro.
    Mas dejó en rincón oscuro
    servilletas de papel,
    cuando derramó Portillo
    siete orujitos con miel.

    Y salieron del local
    pensando en lo sucedido,
    asumiendo lo ocurrido,
    sabiendo que estaba mal.
    Y, olvidando lo fatal,
    dejaron el sitio aquel,
    cuando derramó Portillo
    ocho orujitos con miel.

    Tras la larga escalinata,
    en otro bar se encontraron,
    donde mucho más tomaron,
    que la sidra era barata.
    Pero pronto se delata
    en rara selva el lebrel,
    cuando derramó Portillo
    nueve orujitos con miel.

    Y, porque fue gran tormento
    todo lo que hubo ocurrido,
    pidió Fausto, divertido,
    aderezar el evento.
    Por eso con gran contento
    le dio a Ramón un papel,
    cuando derramó Portillo
    diez orujitos con miel.

    Y llega la inspiración,
    alimento a la poesía,
    cuando Ramón escribía
    como suele hacer Ramón.
    Mas no sabe la lección
    Portillo, ya vuelto en él,
    cuando derramó Portillo
    once orujitos con miel.

    Y por eso esta letrilla
    canta con ritmo sencillo
    los orujos de un Portillo
    que del mundo es maravilla.
    Son ya una rima que brilla
    sobre un pliego de cordel,
    cuando derramó Portillo
    doce orujitos con miel.

    2010 © José Ramón Muñiz Álvarez
    Todos los derechos reservados por el autor
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