Estamos asistiendo al resurgir de la escritura breve entre públicos de todas las edades.
Gracias a las redes sociales vemos cómo cada día más personas se lanzan a la conquista del público mediante iniciativas muy variadas, que se distinguen por ser o bien en grupo como puede ser el caso de la archiconocida “Acción Poética”, o bien a título individual.
En esta última es muy habitual, por ejemplo, que los raperos de mayor fama saquen libros donde sus rimas más íntimas nos alcanzan sobre el papel en vez de sobre un ritmo; o que los monologuistas más conocidos nos hagan llegar el humor que llevan dentro con la caricia de una página en lugar de la de su voz.
También es frecuente que las personas que iniciaron su andadura en internet (como Eva con su Nuevo blog de relatos) terminen conquistando al público y llegando a nuestras estanterías…
Ya sea porque se atrevan a crear sus propios espacios o porque utilicen las redes sociales como plataforma principal y a partir de ahí se dediquen a crecer hasta poder autopublicar sus obras, o porque los descubran los ojeadores de las editoriales y les fichen para la suya.
E incluso porque, como ocurre en ciudades como Guadalajara (España), todos los años haya como mínimo un evento al mes que tenga que ver con expresión artística, y especialmente con la expresión escrita o las rimas, y todo el mundo esté invitado a llevar copias de sus obras para distribuirlas entre el público si lo desea.
En encuentros así se unen todos los amantes de la palabra y de su poder. Y ellos también están alimentando el fenómeno de la microescritura, tal vez incluso sin saberlo.
¿Y de dónde viene todo esto?
Hay muchos géneros de escritura mínima sueltos por el mundo (entre los que se cuentan los chistes, las parábolas, los poemas y muchos, muchos otros), y quizá lo más interesante de ellos es su supervivencia y sus ramificaciones a lo largo de la historia.
Ejemplos tales como fábulas, aforismos, haiku y muestras de literatura sapiencial (un género muy común en Oriente con multitud de obras entre las que se pueden contar incluso una buena parte de los mayores textos religiosos de la historia.
Hoy en día recurrimos principalmente a los memes, que son una expresión moderna del mismo fenómeno y que además se apoya en recursos gráficos.
Sin embargo, todos estos ejemplos comparten una serie de características comunes que incluyen el refinamiento de la elipsis, la concreción y la narratividad, por ejemplo.
Se vinculan con sucesos comunes o sobradamente conocidos para ganar en brevedad, condensación o síntesis; y esos vínculos no siempre son explícitos. Es decir, que los escritos mínimos exigen de nosotros que seamos lectores activos.
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