Hace un rato, un sonido penetrante se instaló en mis tímpanos. Instintivamente llevé las manos a los oídos. Estaban ardiendo. Me miré al espejo, y además de los ojos entornados de sueño, observé mis orejas de color rojo, casi purpúreas. Después de quedarme con la vista perdida durante unos minutos, cosa que me sucede muy a menudo, recuperé la noción de lo que me traía frente al espejo. Recordé haber escuchado en varias ocasiones que esos síntomas delatan que alguien habla sobre tí o te invoca. El sendero de ese pensamiento me condujo así, sin más, hasta este lugar, evidente y conscientemente trastocado de ubicación, anárquico en esencia y en conciencia. Fluctué unos instantes entre el sentido del orden y la naturaleza caótica de mi espíritu. Y pensando, pensando, llegué recordando hasta esa pasión que fue tan intensa, que se perdió un día en el crepúsculo y que ahora no supone más que un revuelo de escarcha. Inalterable siempre será la mano que dejó olvidada en mi mano y la esencia que pasó a mi eternidad. Pero la pasión caducada se olvidó. La finita, la imposible, la efímera. Viene otra, superpone, aparta y crea. No son eternas. Se instalan, olvidan, descansan, mueren, nacen nuevas. Amor y pasión, equívoco y quimera. En ellas muere la razón. Y en el imposible, quedan aguardando en el andén de la memoria las lágrimas antiguas y el dolor censurado clavado en las sienes. No hay pasión, hay dolor, y llega el olvido (llamalo recuerdo latente). Y bien, sacude tus labios de ceniza y sigue la penitente búsqueda de la secreta abundancia hasta el límite. No importa el fracaso si la misma vida es un devastado laberinto. Mejor rehuir la soledad e intentar desentrañar la existencia, hecha de lo que desconocemos.
Buscala, habla con ella...Unas flores estarán bien.
Ah, el misterio, ajeno a la promiscuidad y a los códigos de barras, tan asquerosamente reales...el misterio acariciando despojos, y los moñitos emitiendo una nota insostenible. Qué risa, ¡exorcismo! Veamos...las nubes vagan a su aire y ocultan con un viento imposible de detener, un horizonte de palabras lentas que incitan a perderse en uno mismo. Quizás bebiendo de un trago, como el tequila, se consiga heredar un futuro palpitante como la sangre que da la vida. Respiremos una bocanada helada, a ver...cierra los ojos...¿oyes las risas? No te inquietes, al fin y al cabo tú, yo, todos, estamos como una p*** cabra montesa, por donde mires está la prueba empírica. Observa que los que ríen son aquellos que en esa borrachera de culpa tratan de destruir los sentimientos como flores pisadas. ¡Puagg! Laceradores de ilusiones, que beben en las tristezas y vomitan su inmensa ola ponzoñosa. Es preciosa la ironia. Refinada, es divina. Sublime...Recuerdo una historia de ciencia ficción sobre un orate en un coche ofreciendo un presente a una entelequia. Es curiosa la estampa...Qué ansia de vida tengo y qué sueño. Y eso que aún no he nacido, Pablo.
Ja-ja-ja...mi querido Pablo de ultramar, tú que eres adalid y maestro de la ironía, no supiste captar las mías. Lástima.
¿Qué es el odio? No lo sé, nunca he odiado ¿Y tú? ¿Y el enfado? ¿Y por qué? ¿Cómo? Noooo.
Te aplicaste todo como provocado por tí, lo que es una protesta hacia la vida, que "los dos" debiamos observar. Ayyyy, orate como yo, que perseguimos a veces entelequias hermosas como Katie, como la felicidad o como los porqués insondables. ¡Pero qué locos estamos!.
No son tus palabras las envenenadas ni yo quien vomito... Tus palabras son suaves como el terciopelo de tu llamada. Solo te invitaba a contemplar juntos esta vorágine de existencia que nos envuelve, como dos seres voluntariamente trastornados. Ahora, he de explicarte de dónde vienen los niños, querido Pablo...pero eso más tarde. Ja-ja.
Toma a bien lo que a tí se dirige de mi mano. Recuerda que el terciopelo nunca podrá pinchar el contacto de las almas.
Me dejaste enternecida. Acabo de aparcar por aquí. Sé que debía haberte acompañado antes en tus emociones, pero estos días he andado perdiendo el tiempo en enamorarme.
Has ablandado mi corazón, a veces espinado, pero de esencia de mantequilla. Me encantó tu historia. No hablaré sobre ella para no mancillarla. Está bien así en su estado puro y sublime.
La mágia alcanza la realidad, eso dicen, dicen...
Katia...las mujeres de ojos verdes miramos a través de ese filtro color esperanza. Respira el oxígeno de las hojas y sigue sintiendo.
Si alguna vez quieres compartir otra historia, vólveré para escucharte. A la llamada del ardor de mis orejas, sabré que me esperas.
Comentarios
Después de quedarme con la vista perdida durante unos minutos, cosa que me sucede muy a menudo, recuperé la noción de lo que me traía frente al espejo.
Recordé haber escuchado en varias ocasiones que esos síntomas delatan que alguien habla sobre tí o te invoca.
El sendero de ese pensamiento me condujo así, sin más, hasta este lugar, evidente y conscientemente trastocado de ubicación, anárquico en esencia y en conciencia.
Fluctué unos instantes entre el sentido del orden y la naturaleza caótica de mi espíritu. Y pensando, pensando, llegué recordando hasta esa pasión que fue tan intensa, que se perdió un día en el crepúsculo y que ahora no supone más que un revuelo de escarcha.
Inalterable siempre será la mano que dejó olvidada en mi mano y la esencia que pasó a mi eternidad. Pero la pasión caducada se olvidó.
La finita, la imposible, la efímera.
Viene otra, superpone, aparta y crea.
No son eternas. Se instalan, olvidan, descansan, mueren, nacen nuevas.
Amor y pasión, equívoco y quimera. En ellas muere la razón.
Y en el imposible, quedan aguardando en el andén de la memoria las lágrimas antiguas y el dolor censurado clavado en las sienes. No hay pasión, hay dolor, y llega el olvido (llamalo recuerdo latente).
Y bien, sacude tus labios de ceniza y sigue la penitente búsqueda de la secreta abundancia hasta el límite.
No importa el fracaso si la misma vida es un devastado laberinto. Mejor rehuir la soledad e intentar desentrañar la existencia, hecha de lo que desconocemos.
Buscala, habla con ella...Unas flores estarán bien.
Ah, el misterio, ajeno a la promiscuidad y a los códigos de barras, tan asquerosamente reales...el misterio acariciando despojos, y los moñitos emitiendo una nota insostenible. Qué risa, ¡exorcismo!
Veamos...las nubes vagan a su aire y ocultan con un viento imposible de detener, un horizonte de palabras lentas que incitan a perderse en uno mismo.
Quizás bebiendo de un trago, como el tequila, se consiga heredar un futuro palpitante como la sangre que da la vida.
Respiremos una bocanada helada, a ver...cierra los ojos...¿oyes las risas? No te inquietes, al fin y al cabo tú, yo, todos, estamos como una p*** cabra montesa, por donde mires está la prueba empírica. Observa que los que ríen son aquellos que en esa borrachera de culpa tratan de destruir los sentimientos como flores pisadas.
¡Puagg! Laceradores de ilusiones, que beben en las tristezas y vomitan su inmensa ola ponzoñosa.
Es preciosa la ironia. Refinada, es divina. Sublime...Recuerdo una historia de ciencia ficción sobre un orate en un coche ofreciendo un presente a una entelequia.
Es curiosa la estampa...Qué ansia de vida tengo y qué sueño.
Y eso que aún no he nacido, Pablo.
¿Qué es el odio? No lo sé, nunca he odiado ¿Y tú? ¿Y el enfado? ¿Y por qué? ¿Cómo? Noooo.
Te aplicaste todo como provocado por tí, lo que es una protesta hacia la vida, que "los dos" debiamos observar. Ayyyy, orate como yo, que perseguimos a veces entelequias hermosas como Katie, como la felicidad o como los porqués insondables. ¡Pero qué locos estamos!.
No son tus palabras las envenenadas ni yo quien vomito... Tus palabras son suaves como el terciopelo de tu llamada. Solo te invitaba a contemplar juntos esta vorágine de existencia que nos envuelve, como dos seres voluntariamente trastornados. Ahora, he de explicarte de dónde vienen los niños, querido Pablo...pero eso más tarde. Ja-ja.
Toma a bien lo que a tí se dirige de mi mano. Recuerda que el terciopelo nunca podrá pinchar el contacto de las almas.
Un abrazo.
Has ablandado mi corazón, a veces espinado, pero de esencia de mantequilla. Me encantó tu historia. No hablaré sobre ella para no mancillarla. Está bien así en su estado puro y sublime.
La mágia alcanza la realidad, eso dicen, dicen...
Katia...las mujeres de ojos verdes miramos a través de ese filtro color esperanza. Respira el oxígeno de las hojas y sigue sintiendo.
Si alguna vez quieres compartir otra historia, vólveré para escucharte. A la llamada del ardor de mis orejas, sabré que me esperas.
Ha sido un placer, Pablo.
.
Caballero lo felicito, sin licencias.
.
.
.