III
Me voy al norte con el coche, bastante tráfico, casas en construcción, mujeres con canastas grandes en la calle, hombres empujando carros con sacos, micros.
Llego a un barrio tranquilo. Casas grandes, terrenos amplíos, piscinas, pasto verde. Un perro pasa por la calle.
Aquí vive gente con plata y milicos, oficiales.
Doblo a la izquierda y estaciono el auto debajo de un árbol.
De aquí puedo ver bien la casa.
Se abre la puerta, una mujer joven, bien vestida, sale con dos niñas chicas y la muchacha de servicio. Se dirige a un auto americano, se da la vuelta, grita algo, no puedo entenderlo, hace señas a su esposo en la puerta.
Sube al auto y se va en dirección a la ciudad.
He visto a ese hombre varias veces, coronel del sevicio secreto. No era fácil encontrarlo.
Abro la maleta chica y saco la pistola, colt 38, cañón corto, pongo el disparador.
“ Si no tienes ideas de armas, esta arma es lo mejor para tí” me ha explicado alguien.
“No tienes que saber apuntar precisamente, este calibre derrumba cualquier persona siempre, no importa dónde le has tocado. Después puedes acercarte más y terminar todo. »
Voy a acercarme mucho, un segundo tiro no va a ser necesario.
Seis balas tengo, voy a necesitar solamente una.
Pongo la pistola en el bolso derecho de mi abrigo y lo aprieto firme.
Bajo del auto. La puerta de la casa está cerrada, el portal abierto.
Con paso lento paso por la entrada, en la calle todo tranquilo, no hay tráfico en este momento.
“Jorge Jaramillo” leo en la puerta.
Toco la campana, escucho pasos, un hombre abre la puerta.
Tan cerca de él nunca estuve.
Se ríe amable y pregunta: “En qué puedo ayudarle ? »
Si no supiera tanto de él y si no tuviera puesto el uniforme podría resultarme simpático.
Tiene más o menos cuarenta años, pelo corto, voz agradable.
Sus ojos muy intranquilos, miran a todos los lados, no me miran directamente.
No sabe todavía que abrió por última vez la puerta de la casa, que nunca más va a ver su mujer y sus hijas, que no va a mandar más a torturar y asesinar a nadie.
Se acerca más, ya se encuentra directamente enfrente de mí.
Tengo que terminar rápido, pienso, después volver al auto e ir al aeropuerto. Ya tengo los tiquets.
Si alguien anotó la patente del auto, no hay ningún problema. Robaron el coche hoy por la mañana.
Lo que hago aquí es justo, hay que darles miedo, cada asesino tiene que saber que le puede pasar lo mismo.
Tomo el arma más firme, en seguida voy a necesitarla, y pregunto al oficial:
“Aquí vive una familia González?”
“González? No, no creo. Yo vivo hace bastante tiempo aquí, no conozco ninguna familia González. Tiene la dirección precisa?”
Ahora me mira directamente.
“A mí me dijeron que vive en este barrio.”
“Un momento, si quiere, puedo hacer una llamada, tengo mis relaciones. Entonces sabemos al tiro donde vive.”
“Muy amable, pero no quiero molestarle.”
“Entre por favor, yo voy a ayudarlo.”
Yo sé que está solo en la casa, todas se fueron recién. Las vi.
Una mejor ocasión no existe, todo va a funcionar mucho más fácil de lo que hemos pensado.
Entro en la casa, él cierra la puerta.
“Ud. es extranjero, no es cierto? Americano?”
“No, alemán.”
“Admiro los alemanes, su cultura, Goethe y Wagner, tienen el mejor ejército del mundo. »
Levanta los manos para confirmar lo dicho.
“Hemos perdido casi todas las guerras”, le digo despacio.
“Realmente?”
Puedo ver que no me cree.
Tengo todavía la mano en el bolsillo de mi abrigo.
“Matar a uno no es fácil la primera vez, pero uno se acostumbra como uno se acostumbra a todo,” me habían dicho.
“Y siempre pensar que nuestro trabajo es justo, devolvemos solamente lo recibido.
Piensa en Paula!”
Y me recuerdo de la frase: Cuando llora una persona menos aquí, entonces su trabajo valor tuvo.
La frase me la dijo una mujer vieja. Habían matado a su hijo.
Lloraría ella menos?
Lloraría menos gente?
“Recién me doy cuenta que mi mujer tiene la dirección precisa, tampoco tiene tanto apuro”, digo yo.
Saco mi mano del bolsillo de mi abrigo, “le agradezco mucho”, y salgo.
El hombre me acompaña hasta la puerta.
Vuelvo lento al coche y parto.
Comentarios
He leído los tres relatos, y a éte último le va muy bien el ritmo sincopado de frases cortas, frias y precisas. Es perfecto el ritmo, preciso y frio, como la decisión final que ha tomado el protagonista.
Y es que no se puede ser un asesino con sentimientos, todos los manuales del perfecto asesino lo dicen.
Buen relato.
Gracias.