Saludos...
Yo propongo un relato que se vaya armando con piezas pequeñitas, cuya naturaleza en común sea su cualidad inusitada, a ver con qué terminamos. Empiezo:
El ornitorrinco alzó la cabeza por sobre las aguas del pantano y miró, preocupado, el cielo desgarrado por el agujero negro. "Otra vez no", pensó.
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"Y el perro:cool: y el koala:mad: confesaron que el agujero negro había sido creado a partir de lágrimas de rabia, oscuras como la pintura de sus ojos, con el que pretendían absorver la energía de ornitorrincos, gatos, kiwis, y todo tipo de marsupiales. Pero nadie contaba con lo que estos últimos guardaban en sus bolsas..."
No, aquello no funcionaba. El escritor cerró el Word. ¿Desea guardar los cambios...? No.
Cerró los ojos, frustado. ¿Por qué todas sus historias degeneraban así? En fin. Tendría que salir de allí, porque encerrarse en aquella habitación era enfermizo, y encontrar la inspiración en otra parte, en algo que no tuviera que ver ni con koalas, ni con kiwis...
Sonó el teléfono, arrancándolo de sus pensamientos.
- ¡oh no!, ¡los elefantes ya no tienen trompa!, ¡las jirafas perdieron su largo cuello!. ¡qué esá pasando!, gritó desesperado
20 mil años después...
[perdón, pero tenía unas ganas desesperantes de cambiar abruptamente todo ! :eek:]
Nuevamente, un joven ornitorrinco, casi recién salido del huevo, asomó la cabeza rompiendo la delgada lámina plastificada que cubría la superficie del pantano donde habitaba, alzó sus blanquecinos ojos al cielo, teñido de cárdeno y entonces exclamó...
El camarero lo observò con desprecio, se volteò y le arrimò una mustia pata de conejo-es todo lo que hay si no te ofendes-
-Oh gracias respondiò el ornitorrinco-y divisò a lo lejos lentas bolas de fuego azotando la superficie del planeta, el àcido seco formando costras sobre los cristales le infudiò cierta nostalgia y anotò en su pal monòtica:
-Abisina hoy he navegar hasta tus orillas y marchar de este sucio pantano. Luego suspirò.
Y el día que iba a escribir, el escritor de 20.000 años se levantó en Alien York para esperar la flota en que venía el ornitorrinco. Pues era la ultima esperanza para los marsupiales que protagonizan relatos!
Oráculo como así lo llamaban, miro a lo lejos a Vulcano el escritor, lo reconoció por la cicatriz que le cruzaba el rostro, comenzó a descender por las escaleras llevando oculto en la mitad de su pecho mitad robótico, el medallón de manzara….
Cada vez le costaba más aguantar sentado. Los gases habían hecho de su intestino delgado un nuevo intestino grueso, y el que antes era grueso ahora estaba tan inflado que sus paredes comenzaban a agrietarse.
Probó a entreabrir muy poco su salida natural, pero esta acción provoco un sonoro pitido, como de globo de feria desinchándose, por lo que con gran trabajo muscular procedió a sellar de nuevo la vía de escape.
Pero la presión seguía en aumento, y ahora estaba desbocada. Hasta su tensión arterial aumentaba a ojos vista, lo mismo que las falanges de sus dedos... ¡incluso los pelos comenzaban a ponérsele de punta!