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UNA CARTA PARA ALGUIEN




Defiendo el antiguo arte de la correspondencia escrita a mano como un placer onanista; la maravilla del instante del deseo de escribir para alguien. Mantenerle en tu cabeza balanceándose como un columpio en tus pensamientos hasta encontrar el momento para sentarte en soledad.

Adoraba este descubrimiento que, aunque pareciera que solo estábamos el papel y yo, en realidad éramos tres: las ideas, el fantasma del otro y una misma que se transformaba en la narradora de un guion improvisado.

El destinatario era una foto imaginada dotada de todos aquellos sentimientos que antes o después conocería, porque en este juego de amantes el tiempo es fundamental, tanto como lo entendemos en nuestro día corriente y también como el artífice de un algo diferente. Le escribía a alguien pensando en mi ahora, tal vez relatando presentes del pasado, sabiendo que al recibir mi carta, él ya no sería el mismo y que yo tampoco; el arte de los pensamientos escritos en palabras fijando la imagen de un sobre cerrado y por abrir que une momentos de dos personas.

Él al recibirla, entraba en el juego de mi pasado, dando la respuesta a la incertidumbre de un futuro imaginado mío. Ambos de esta forma conseguíamos el motor imparable que se sustentaba sobre dos fantasmas que se alternaban para aparecer; la magia del encuentro de dos proyectados siempre a futuro.  El secreto residía en transformar ese alguien por conocer, en un deseo siempre latente y la curiosidad hasta morbosa que potenciaba una nueva carta y un nuevo encuentro sin presencia.

Pero con la inmediatez de los emails, y de los teclados impersonales, casi todo ha desaparecido, digo casi todo, porque yo aun estoy aquí. Ahora nos conformamos con palabras volátiles y poco definidas. Podemos borrar una y otra vez la idea emergente que a veces inexplicablemente surge sin sentido pero que en realidad tiene mucho que decir, tanto que abre una puerta al conocimiento del otro y, de esta forma descuidada, se muestran  los anhelos, los dolores ocultos y las alegrías. 

Ya no queda quien escriba cartas a mano y con pluma. Creo que soy una Neanderthal defendiendo una realidad prehistórica. Jamás corregí ninguna porque no me importaba si se colaba algún error o borrón. Siempre pensé que también esa era yo; mis paradas en las ideas, los reconocimientos absurdos, y por supuesto, las flores o garabatos pintados en los márgenes que surgían sin premeditación.

Creo que en cada carta que escribí, yo fui yo y, en ese momento la otra persona estaba conmigo tal cual, sentada a mi lado mientras le relataba lo que hubiese que contar, incluso apostaría, que al tratarse de una comunicación con -el otro no certero y fantasmal-, me obligaba a dotarla de una profundidad en lo descrito que a veces he echado terriblemente de menos en el día a día con personas.

Es un arte para una y para el resto; es dotar de belleza a signos fríos en si mismos, e impregnarlos de tu sentir y de tu vida. Crear una realidad en bandeja de plata para el goce del otro; es un dar a alguien soportando la espera y la incertidumbre de una respuesta que igual no llega.

En estos casos, algo de ti y de tu momento se quedan atrapados en el juego del tiempo. Imaginé multitud de veces un mundo de cartas perdidas que por cualquier razón no llegaron a su destino. Algunas reposando por olvido o vergüenza en un cajón, y las más afortunadas volando hacia manos que no les correspondían. Cientos, miles, millones de realidades que no llegaron a ser. La respuesta no escrita, el Yo no enviado, la emoción reprimida y no mostrada. Así que en mi mundo de letras perdidas lo transforme en un mundo de dioramas y seres no contados.

Ya nadie quiere perder su tiempo en escribir una carta. Realizar la comunión con verdades que se protegen por papel y distancia. A veces la desnudez de una misma era mas llevadera sin unos ojos cercanos que te miraran, pero mas profunda con las ideas compartidas y con las sorpresas del ser del otro.

A pesar de todo, la realidad pesa y aplana; me gustaría invitar a quienes creen que es un tiempo muerto e improductivo a rememorar en sus recuerdos la alegría de su niñez cuando escuchaban – tienes una carta- recordándome que no había más tristeza para mi cuando otros la recibían y yo no. Una soledad incomprensible que me invadía por dentro, porque ni siquiera me habían acompañado para poder sentirme sola después. Será porque los niños aún no están contaminados por la finalidad y la utilidad de los actos de los mayores y se permiten abrir sus ojos y su cuerpo a la alegría de saber que en la distancia, con su tiempo y sobre todo con su esfuerzo, alguien pensó en ellos, tantísimo como para dedicarle lo que no regresa.Agradezco a la vida todas las cartas que escribí y me escribieron, rememorando en mi la niña que fui y que en parte cubren aun hoy, las ilusiones infantiles que rejuvenecen esta alma mía.

Si alguien leyera esta carta, sería la confirmación presente de un deseo imperturbable que ni el tiempo ni los avances podrán matar; porque hay gozos inexplicables que solo se sustentan en hechos sin sentidos y que no se pueden cuantificar con monedas.

Quisiera creer que el arte de escribir cartas a mano para alguien, sea la belleza de una arte entregado al otro como manifiesto de la humanidad que en todos habita, pero ya casi nadie escribe cartas a mano y con pluma.

 

 

 

 

 

 


Comentarios

  • Marcelo_ChorenMarcelo_Choren Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    Tienes razón. En mi infancia y juventud escribí innumerables cartas.
    Primero, era comprar "papel de vía aérea", que pesaba menos y, por ello, necesitaba menos sellado; y los sobres.
    Le escribía a mi abuelo contándole mis pequeñas novedades de escolar, de cómo había hecho los deberes, de la última tormenta, que nos dejó sin luz durante tres días.
    De adolescente, le escribía a una novieta (todo el romance fue espistolar). Yo despachaba mi carta el lunes, y recibía respuesta el jueves. Así durante meses. Ansiaba su letra redonda, de niña; y mi respuesta en dura letra de "hombre".
    Ya joven, un romance se interrumpió por una mudanza, lo sostuvimos misiva a misiva, sin embargo, en el reencuentro, la magia se diluyó. Creo que ninguno de los dos respondió a la imagen idealizada que nos habíamos construido a lo largo de ese año de separación.
    Como adicional, yo también incluía alguna viñeta en el margen.

    Celebro que rescataras ese mundo epistolar, que se ha ido para no volver.

    Saludos cordiales,
    Marcelo
  • Anda, qué bien!!! es de los pocos post que cuando doy al botoncito no quiero que llegue al final. ¡¡¡Eres un mar muerto en el Sahara!!!
  • hola Marcelo, me encanta leerte, por fin alguno de los mios!! pues a mi es algo que no me gustaria perder, elimianr los emoticonos que cuentan sonrisas sin palabras, y recordar, porque yo tambien he escrito muchas cartas de amor y de amistad... 
  • antonio chavezantonio chavez Miguel de Cervantes s.XVII
    editado noviembre 2022


    Hola de nuevo y buenas madrugadas, DIODAMA

    DIODAMA escribió, entre otras reflexiones...

    Ya no queda quien escriba cartas a mano y con pluma. 

    Quedan, quedan, aquí tienes uno. Pero actualmente, todo se está convirtiendo en una ciencia, y los conceptos valorados durante muchas generaciones se van quedando en el olvido, a la vez que en el mundo de la tecnología surgen diariamente nuevos métodos que son los que hacen desaparecer los viejos procedimientos. 

    Ya nadie quiere perder su tiempo en escribir una carta.

    Perdón, yo sigo escribiendo a mano y con pluma estilográfica, que no bolígrafo, mis cartas personales, y no me importa el tiempo que emplee en ellas ni a quienes vayan dirigidas. Otra cosa completamente distinta son las cartas profesionales, que, por un "estúpido" imperativo de lo que expreso anteriormente, me veo obligado (bueno, me veía porque ya estoy jubilado) a usar, otrora máquina de escribir, ahora ordenador.

    Quisiera creer que el arte de escribir cartas a mano para alguien, sea la belleza de una arte entregado al otro como manifiesto de la humanidad que en todos habita, pero ya casi nadie escribe cartas a mano y con pluma.

    Efectivamente; arte y belleza deben ser los protagonistas en una CARTA que se precie de buena CARTA, escrita a mano, y, a ser posible, con pluma estilográfica.

    _______________________________


    Más que un buen relato es una magnífica reflexión, DIODAMA, pero en cuanto al texto sigues teniendo fachitos que yo pensaba que estaban superados, principalmente de puntuación.

    - Entre sujeto y verbo no se usa coma (,)
    - Entre verbo y objeto no se usa coma (,)
    - El punto y coma (;) se usa en enumeraciones complejas

    Como siempre, un saludo afectuoso

     :)
     
  • Hola Antonio, los buscare, pero es que estudiar, lo que se dice estudiar, no lo he hecho jaja, pero lo mirare muchas gracias, siempre me ayudas a mejorar..y si,, pero al final somos mas de los que creemos, hoy he conocido a alguien que me ha contado que en suiza a los niños desde pequeños les enseña ( y a ella tambien y tiene 56 años) con pluma o lapiz, nada de boligrafos. 
  • ofu... Antonio y donde esta todo eso en mi escrito, lo digo porque asi me es mas rapido aprender. jaja

  • Marcelo_ChorenMarcelo_Choren Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    DIODAMA dijo:
    Hola Antonio, los buscare, pero es que estudiar, lo que se dice estudiar, no lo he hecho jaja, pero lo mirare muchas gracias, siempre me ayudas a mejorar..y si,, pero al final somos mas de los que creemos, hoy he conocido a alguien que me ha contado que en suiza a los niños desde pequeños les enseña ( y a ella tambien y tiene 56 años) con pluma o lapiz, nada de boligrafos. 
    Cuando yo era pequeño (ya existía la luz eléctrica) el boli era un elemento del demonio. No se admitía su uso, se suponía —quizá con razón— que el deslizamiento impedía que aprendieras a tener buena letra.
    Una curiosidad: Roald Dahl, comentaba que el el cole le obligaban a escribir una carta a su casa todos los días, narrando sus actividades. El ejercicio hace al músculo.

    Saludos afectuosos,
    Marcelo

  • GadesGades Garcilaso de la Vega XVI
    Diodama, este escrito tuyo que, más que un relato, es en sí mismo una hermosa carta, me ha recordado algo que para mí fue y es muy bonito y sucedió gracias a este mismo foro hace ya unos cuantos años. 
    Alguien, no recuerdo quien, publicó una especie de llamada a retomar esa hermosa dedicación a escribir cartas. Algunos tomamos muy en serio aquella propuesta. De allí surgieron algunas amistades tras un intercambio periódico de correspondencia a la antigua usanza. En mi caso sí, con estilográfica y la calma de quien se toma un café con un amigo en la intimidad. 
    Continúo carteándome con algunas amistades, a pesar de la invasión tecnológica con su inmediatez. Los teléfonos y los ordenadores quedan para eso, para lo inmediato, transmitir una información, interesarse por algo de manera rápida y breve. Pero las cartas son otra cosa.
    Me identifico con ese momento en que uno toma papel y pluma y escribe desde su más profundo Yo.
    Y acercándose las fechas en que de pronto todo el mundo se quiere, al menos en apariencia, suelo preparar mis felicitaciones para esos amigos especiales que merecen algo más íntimo y personal que una colección de videos replicantes. 
    Me alegra que al final del texto cambies el nadie por el casi nadie. Me alegra por ser una de esos casi

    Besos mil
    Ana
  • antonio chavezantonio chavez Miguel de Cervantes s.XVII
    editado noviembre 2022


    En esto de la Literatura, la escritura, nada mejor que las cartas personales se escriban a mano, a ser posible con una pluma estilográfica; para mí, tienen un mayor sabor, son más significativas, más íntimas, más familiares; lo contrario; es decir, redactarlas con máquina de escribir o teclearlas mediante el teclado de un ordenador, son distantes, impersonales, como que quieres y debes hacer ese cometido, pero con prisa y cuanto antes termines, mejor; es más, casi lo puedo interpretar como un insulto, sin palabras malsonantes, hacia la persona receptora.

    Ocurre igual con la lectura de libros, novelas, relatos... ¿Cómo va a ser lo mismo leer a través de la mecánica de un Ebook que percibir entre los dedos la deliciosa sensación del olor y el tacto del papel, y si es de color y olor ocre ni te cuento?. Me da que le sustrae emoción a lo que estás leyendo; y ese nimio papelito o cualquier estampa que encuentres a mano, que se suele poner en la página en la que haces un alto por el momento de la lectura, e incluso esa pequeña doblez que se hace en el ángulo superior de la misma, son pequeños placeres  que a veces no reparamos en ellos, pero que son, sencillamente, sublimes para las personas que así lo hacemos.

    Estas apreciaciones mías son, quizá, virtudes o defectos (según se mire) el fruto de una edad avanzada, la que yo tengo, pero que defenderé mi óptica contra todos los vientos y todas las mareas de todos los mares u océanos del mundo mundial.

     :) 


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