Pareces nuevo por aquí. Si quieres participar, ¡pulsa uno de estos botones!
Quiero tus labios en el borde de mi ombligo, que seas tú quien bese el abismo que se asoma con el roce de tu piel cuarteada por la palabra áspera y caliente. También tu mirada profunda y sin sentido en la oscuridad de quienes somos y ya jamás seremos.
Dame y llena mi hueco imperfecto; la humedad de tu saliva dejada por derecho, la lengua enjaulada y voraz que grita su lugar para que mis adentros revivan de calor.
Tus dedos marcando mis caderas en el intento fallido y prometido. Bebe y tómame como el Cáliz Sagrado, arrodíllate ante el pecado, ya podremos borrar con risas cuando los cuerpos desciendan del Cielo.
Construye un puente con el arqueo de mi espalda y coloca los pilares entre mi cabeza y mi pubis. Quiero tu silencio y tus ganas del vientre oculto que surgen como un revuelo. Tu latido acelerado por la promesa de un secreto abierto y tu mirada ciega para asomarte sin miedo a las ideas de un cuerpo amado.
Dame la suerte de un milagro, el instante de un recuerdo esplendido y la sonrisa torcida de un final anunciado.
Comentarios
Relato sutilmente erótico; pero, independientemente de la religión que se profese, no veo que encaje bien del todo el título. Claro que esto es una apreciación sugestiva.
La timidez de tu pluma (esa que he venido observando en tus primeros textos de esta índole), está siendo superada palmariamente por el atrevimiento de la tinta.
Enhorabuena
Ya, así lo entendí, pero el título "El Cáliz de Jesucristo"... tiene lo suyo, ¿no crees?
Saludos,
Marcelo