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Un tipo con suerte

España, década de los ochenta. Un hombre se somete a un interrogatorio en el cual, el sargento Velasco, Guardia Civil, trata de sacar toda la información posible sobre una extraña mujer con una capacidad innata para desaparecer. 
El interrogado, a lo largo de las 178 páginas que forman la novela, va desgranando su relación con la chica, haciendo uso de una memoria prodigiosa. Durante cuatro largos días de múltiples sesiones de entrevistas con el sargento, desgrana su pasado, el pasado de alguien que buscando no tener problemas, olvidó ser feliz. En su huida de la realidad, se cruza cuatro veces con la mujer que los agentes tratan de encontrar. Herida huye de algo o de alguien que no se concreta, pero que la convierte en una experta en la fuga donde va adoptando el nombre de distintas santas y vírgenes para seguir viviendo entre las sombras.
Entre sesión y sesión, el protagonista va metiéndonos en su rutina de libros, música y alcohol, haciéndonos empatizar con él hasta el punto de querer protegerle. Mientras tanto, Velasco, un sargento de métodos tradicionales, recopila en su particular cuaderno de bitácora, sus reflexiones y sus avances en la búsqueda de la joven. Pero no es hasta mediada la novela, cuando descubrimos el motivo por el cual el sargento y sus hombres persiguen a la chica, y el de que estén interrogando a este pobre hombre.
El relato de hechos va transformando la visión que el lector tiene de la joven Julia, hasta llegar a desear que no sea localizada por los agentes. Velasco se descubre como un hombre que busca el fondo bueno de las personas, incluso el de los asesinos.
Entre medias, varios lugares y varios trabajos en los que el protagonista, de manera casual, o tal vez no, se va cruzando con la joven, mientras se aportan pinceladas del resto de personajes que pululan por las páginas de la novela. Entre ellos, una pequeña niña huérfana, que lo cambiará todo.




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Comentarios

  • Enrique VidalEnrique Vidal Pedro Abad s.XII
    Os dejo el comienzo de la novela:

    —Y esa fue la última vez que la vi, con su maleta pequeña y desgastada, el pelo recogido y un cigarro recién liado, humeante, entre sus labios carnosos. Una vez más, apurada, pero entonces con un brillo nuevo que la rodeaba por completo. Aunque guapa, lo que todos entendemos por guapa, no lo ha sido nunca. Y eso que el tiempo no la ha tratado mal del todo. En sus circunstancias, casi todos estaríamos peor. La vida, ya saben, trata a cada persona como quiere hacerlo. Y eso es todo.
    Esperaba en la cuneta bajo una lluvia fina pero intensa, intentando guarecerse de las chinas de gravilla que arrojaban los otros vehículos al pasar por su lado. Cuando por fin llegó el autobús, le hizo un gesto con la mano para que parase y tuvo que repetirlo un par de veces más. Una metáfora de su vida. El conductor detuvo la mole de hierro unos diez metros más allá, como si por culpa de la lluvia no hubiese podido verla bien. Ella corrió hasta la puerta, arrastrando como podía sus pocas pertenencias. Se subió y pude ver cómo se sentaba en los últimos asientos. El autobús tardó en arrancar. Al verme desde la luna trasera entre las gotas que resbalaban por ella, me sonrió con una sonrisa amplia y franca. Parecía sincera esta vez. Una sonrisa que decía “a lo mejor”, “acaso”, “tal vez”, etc. Se perdió a lo lejos el autobús, escondido bajo el manto de agua que en ese momento caía. Yo seguí allí parado un rato. Sin nada que hacer, sin nada que perder. Y nunca más.
  • Enrique VidalEnrique Vidal Pedro Abad s.XII

    Os dejo un nuevo fragmento del comienzo de esta novela, que está GRATIS para suscriptores de KindleUnlimited:



    ...Tenía un jefe algo raro, callado, serio. Quizás por eso a mí él me 
    gustaba. Yo a él, no tanto. Me veía como a una persona solitaria y 
    huidiza, rara, un ser huraño. Y allí ese rol ya lo desarrollaba él. No 
    había cartas para todos. Tal vez no había escenario para dos papeles 
    iguales. Al fin y al cabo, él siempre había sido así en ese pueblo, y 
    yo llegué después. Pero acabó acostumbrándose porque yo trabajaba 
    bien y rápido. No molestaba, no daba problemas, no reivindicaba 
    nada más que paz. Me ponía mi mono gris y empezaba a currar, y… 
    y todo yo acababa pintado de gris.

    De "Un tipo con suerte", a la venta en Amazon.

  • Enrique VidalEnrique Vidal Pedro Abad s.XII
    Os dejo un nuevo fragmento de la novela:


     - Estoy bien. No se preocupe. Los silencios y los espacios son sólo instantes en los que abro los cajones de mi vida para rebuscar en ellos. No es muy difícil. Está todo bastante bien ordenado, aunque el tiempo va haciendo su trabajo y el cáncer del olvido se extiende poco a poco por la memoria.

    Me gustaba mi vida en el pueblo: una existencia tranquila y sin sobresaltos. Desayunaba a diario en la gasolinera que estaba en la salida del pueblo. No sería muy exacto hablar de afueras en un lugar donde todo era una unidad.

    Estaba justo enfrente de mi piso y era la único que veía desde la ventana. Tenía una habitación pequeña con una cama, una cómoda, un escritorio pequeño, un par de hornillos y el baño. Lo imprescindible para vivir. Acumulé una buena cantidad de libros en el tiempo que pasé allí, así que el piso acabó teniendo un aspecto particular y acogedor. Nunca he necesitado muchas cosas para ir tirando en el día a día: mi casa, mi hogar está donde tenga una cama, una cocina, libros y un radiocasete.



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  • Enrique VidalEnrique Vidal Pedro Abad s.XII
    Os dejo alguna opinión de lectores:

    Formato: Tapa blanda Compra verificada
    ¡No podrás parar de leer hasta acabarlo! me encanta como escribe este autor y como te hace sentir cuando estás llegando al final.
    ¡Yo ya estoy deseando que el Sargento Velasco nos cuente su segundo caso!
  • Enrique VidalEnrique Vidal Pedro Abad s.XII
    En este "forodeliteratura" va a comenzar en breve una lectura de "Un tipo con suerte".
    ¡Animaos a participar!
  • Enrique VidalEnrique Vidal Pedro Abad s.XII

    Les comparto un nuevo fragmento de "Un tipo con suerte"

    Como les decía, desayunaba en el bar de la gasolinera: café en vaso con poca leche y dos de azúcar, y tostadas (a poder ser, de pan de verdad, no ese pan de molde que no sabe a nada y parece beberse el café si lo mojas en él). Aprovechaba para leer un poco el periódico (sin entrar demasiado en detalles, que el mundo siempre me ha quedado grande y me suele llegar con los alrededores). Casi todo lo que leía eran las páginas de sucesos y el tiempo, noticias entre muertos y soles, entre violadas y nubes. Parece que la moda ya pasó, pero en aquellos años todo el mundo creía llevar un violador potencial dentro. Lo del tiempo… parecía como si la vida fuese a cambiar por la lluvia o por el sol. Siempre el mismo sol y la misma lluvia, porque sabemos que, incluso cuando más brilla el sol, hay humedad en el ambiente y que, cuando más llueve, el sol sigue ahí escondido detrás de las nubes, tímido, a la espera de que llegue su momento. Pasaba por allí casi media hora, viendo ir y venir a los habituales y a los perdidos de la carretera. Siempre las mismas expresiones en caras distintas.

    Luego me iba al trabajo dando un paseo, a mancharme de aceite y a apretar y aflojar tuercas, llegando siempre puntual. Comía allí mismo la comida que la mujer del jefe me enviaba a través de este en una fiambrera, quizás porque le daba lástima o porque me veía solo, no sé muy bien por qué. Ella hacía dos mitades con lo que cocinaba y nos lo ponía por separado en dos fiambreras de plástico idénticas. Lo sé porque un día me lo contó ella misma. Pero mi jefe, antes de entregarme la mía, cogía un poco de comida y se la pasaba a la suya. Por hambre, tal vez, o por marcar las diferencias, vayan ustedes a saber por qué, pero siempre me llamó la atención que esa mujer sintiese lástima por mí cuando yo diría que estaba pasando una buena etapa, que ahora recuerdo con cierto cariño y nostalgia. La perspectiva de cada uno se adapta a sus necesidades, aspiraciones y complejos, le va dando forma al mundo que nos rodea y llega a pintar de penalidades la existencia de quien, en realidad, se siente afortunado.

  • GadesGades Garcilaso de la Vega XVI
    Hola, Enrique.
    No estoy leyendo los fragmentos. Esta noche comienzo con el libro. ;)
    Me parece interesante esa portada en que la imagen de la mujer parece salir o estar en la mente del hombre, con los ojos cerrados él, a saber si recordándola, soñándola, pensándola, añorándola tal vez. Eso me sugiere la portada. Ya dije que sin abrirlo me surgía algo que comentar.
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    Gades tu dirás cuando lo empezamos, me gustaría que ya que tienes el libro físico, lo dividieras por capítulos y poder así cuadras el tiempo para iniciar su lectura.
  • Enrique VidalEnrique Vidal Pedro Abad s.XII
    Iré siguiendo la lectura con vosotras para poder comentar cosas. He intentado que se sumase más gente. Ojalá dé resultado!
  • GadesGades Garcilaso de la Vega XVI
    Amparo, siguiendo la distribución que tiene el libro, son cuatro capítulos y un epílogo que podemos unir al cuarto capítulo.  El segundo y tercer capítulos son un poco más amplios.  Yo creo que en 15 días podemos tenerlo leído y comentado. A ver qué te parece. Hasta el 30 el primero, hasta el 3 de abril el segundo, hasta el 7 el tercero y hasta el 10 el cuarto y el epílogo. Entre 10 y 11 rematamos la "disección" del cadáver jejeje. Propongo ese plan porque yo el 12 me voy al pueblo unos días y allí me es más difícil conectarme y comentar. Ya me cuentas si te parece bien, y si prefieres otro plan de lectura me dices y yo me adapto. ;)
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    Me parece bien, entonces para el 30 tendremos el primer capitulo.

  • GadesGades Garcilaso de la Vega XVI
    OK
  • Enrique VidalEnrique Vidal Pedro Abad s.XII
    ¡Espero vuestros comentarios!
  • GadesGades Garcilaso de la Vega XVI
    Bueno, ya estoy aquí. Capítulo primero terminado.

    Ya me tienes intrigada. ¿Quién es ella? ¿Por qué la buscan? ¿Por qué actúa como lo hace? ¿Una rica heredera huyendo de sí misma? Y... ¿quién es él? Espero que me vayas resolviendo dudas página a página.

    Me gusta la primera frase: "Y esa fue la última vez que la vi". Sin embargo, el interrogatorio tiene para mí algo de... ¿irreal? No me acaba de convencer. La forma de interrogar del sargento, los tiempos... Lo describe como si fuesen sesiones agotadoras y nosotros hemos asistido hasta el momento a dos ratitos de nada en que el interrogado cuenta lo que le surge prácticamente.

    Los momentos en que el interrogado está fuera de la sala de interrogatorio me parecen interesantes, me atraen más. 

    Ciertamente el sargento Velasco es peculiar, porque la forma de tomar notas y las notas que toma de la investigación me han resultado muy curiosas en principio. No parecieran las notas de un sargento investigando un crimen.

    En ocasiones me rechina alguna repetición que se te cuela y me entorpece la lectura.

    Me encanta el cuarto párrafo del capítulo 1, IV: "De camino a casa... Y por eso seguía viviendo a través de sus rutinas y de sus ruinas. Y a través de sus silencios".

  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    Ya somos dos las intrigosas, la verdad es que en tan poco da a entender algo que seguramente nos sorprenderá, de bueno o de malo, no se sabe.
    El no saber quien es la chica ni por que se desaparece es algo bien suspensivo, igual tampoco sabemos nada del chico del taller, es que hasta el momento  no sabemos nada de nada de nadie, eso hace que se quiera seguir leyendo a ver si en algún momento nos enteramos de alguna cosita.

    Gades, me parece que el sargento nos dará de que hablar, esos con paso de sin querer la cosa, son los que mas nos llegan a sorprender con sus notas.  

  • Enrique VidalEnrique Vidal Pedro Abad s.XII
    Buenos días:
    Sí es cierto que son cortos los interrogatorios, pero duros desde el punto de vista de que el protagonista debe ahondar en su pasado, y eso, por un lado le cuesta, y por otro ralentiza la investigación y la deja en manos de la memoria, que siempre es efímera y modificable.
    Velasco es, cierto, un sargento peculiar. Busca más allá de lo que ve un investigador común.
  • Enrique VidalEnrique Vidal Pedro Abad s.XII
    Jejeje. Es difícil comentar luchando contra los spoilers.
    Jajajajajaja
  • GadesGades Garcilaso de la Vega XVI
    No no, no nos adelantes nadaaaaaa!!!!!  
  • GadesGades Garcilaso de la Vega XVI
    Esto se pone cada vez más interesante: más intrigante la/s historia/s, más interesantes los personajes, con más chicha los "interrogatorios" y las reflexiones. Parece ser que aquí todos tienen un pasado bien cargadito. 
    Lo malo es que, profundizando profundizando en sus vidas, yo leyendo me siento casi como si no hubiera salido de trabajar y en vez de ser testigo lejano de un interrogatorio, estuviera dirigiendo aún la terapia de grupo. 
    Una cosita que no sé si es un lapsus o es que yo no le pillé el punto. En un momento de las sesiones, al principio de la misma un policía de uniforme lleva café, leche y tabaco, pero luego toman vino.  :/

    Más o menos en torno a ese momento yo me imaginaba sentada en una butaca de algún teatro mientras en el escenario tres actores representan con sobriedad la escena. Y sí, creo que esta historia, hasta el momento, bien podría trasladarse al teatro. ¿Lo habías pensado, Enrique?
  • Enrique VidalEnrique Vidal Pedro Abad s.XII
    No había pensado en eso del teatro, pero sí es cierto que me gusta imaginar las escenas como si de una película se tratase. Me muevo en las pausas al escribir, intentando recrear los movimientos de los protagonistas. Me ayuda, la verdad.
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    Con esas revolturas no se que saldrá de esta historia, pero la verdad es que nos tiene pegadas con ganas de saber mas.
    Por que el chico dice mucho pero a la final no dice nada, así que estamos en las mismas y con las mismas, pero ahí se van dejando caer una que otra perlita.
    El interrogatorio se me hace muy a lo que quiera contar, no preguntan nada en concreto y al parecer tampoco es que sepa mayor cosa.
    Están como tratando de pescar en río revuelto.
  • Enrique VidalEnrique Vidal Pedro Abad s.XII
    Lo que nos lleva a pensar, que una de las partes sabe pero calla, ¿no?
  • GadesGades Garcilaso de la Vega XVI
    Pero ¿qué sabe? ¿Qué calla?
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    Esa es la gran incógnita, que saben ellos que  nosotros no?
  • GadesGades Garcilaso de la Vega XVI
    Ya lo averiguaremos ya....
  • Enrique VidalEnrique Vidal Pedro Abad s.XII
    Hoy es 7! Nervioso me tenéis! Jajajaja
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    Pues no esperaba encontrarme con este drama familiar, el  papà metido hasta el cuello en el cuento, fue algo inesperado.
  • Enrique VidalEnrique Vidal Pedro Abad s.XII
    Esperaré a Gades, para no desvelarle nada por si acaso

  • GadesGades Garcilaso de la Vega XVI
    Bueno, pues resultó que sí, que los policías sabían más, mucho más que él. Vamos que incluso parezca que más que obtener alguna información de él simplemente estuvieran comprobando hasta dónde sabía. 
    A pesar de que parece que en este capítulo queda todo más o menos claro, me huele a que nos queda alguna sorpresita gorda. Esa supuesta mente privilegiada en recuerdos de nuestro protagonista es también una mente traumatizada, con recuerdos que son ilusiones y con ilusiones que le encantaría convertir en recuerdos. No sé si me explico. Es por eso que aún me pregunto qué es verdad y qué ilusión. 
    Otra cuestión son las coincidencias entre él y ella. Continuamente huyendo, escondiéndose de alguna manera pero siendo seguidos de cerca. Esa pareja que aparece preguntando por ella bien pudieran ser sus padres. O tal vez me he montado una película paralela y sólo son dos victimas inocentes. A él le sigue el suyo. La música, los libros...
    Esa extraña forma en que ella se comporta con él... Que cada vez que aparece duerme en su cama desnuda y nunca pasa nada... ¡venga allá! Igual soy demasiado malpensada. Que acabe siendo aceptada como una más sin problemas... en el club bueno, pero que en la residencia de ancianos acabe cocinando para ellos así, sin más... No sé. Ahí algo me cojea o me faltan datos. 
    ¿Por qué el sargento es uno de los tres vértices? ¿Sólo es una investigación?
    Y ese tipo que entró en el bar y le resultaba conocido...
    Seguro que me dejo algo. Muchos cabos aún por atar. 
  • Enrique VidalEnrique Vidal Pedro Abad s.XII
    Puede que la memoria del protagonista sea una metáfora del día a día: la misma memoria que le salva y organiza su vida, le controla y le ata a sus miedos. Le impide alejarse de la chica y liberarse del dolor que arrastra. Pero...sigue siendo un tipo con "suerte".
    Respecto a la apreciación que hace Gades,  respecto a la relación con la chica, me recuerda a la frase: todo es según el cristal con que se mira. De modo que aquí sólo vemos la realidad con los ojos del protagonista, y así nunca sabes qué es cierto y qué no.
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