UNA LECCIÓN DE HUMILDAD
"
Y en el amor -él lo sabe-
aunque no tiene aún que dar dinero
tiene ya que dar inteligencia."
Desembarco en Citeria de
Jaime Gil de Biedma
Una fiesta entre amigos, celebrando el cumpleaños de alguien. Mucha gente bienoliente y mansa. Música hortera, risas alcohólicas. Casi me marcho muerto de asco cuando la veo: la chica.
Veintitrés años, zapatos planos, camisa a cuadros, la melena recogida y sus pómulos gatunos llamando mi atención. Está sola a pesar de lo buena que está. Bebe una cerveza y mira hipnotizada la etiqueta. La miro, me mira. Me hace una seña y me acerco: "¿Eres Carlos?" "Soy Carlos" "Siéntate". Me siento. Me da de su cerveza y bebo. Me fijo en una cara sin maquillar y en unas bonitas y perfectas uñas pintadas de negro petróleo. Se hace la distraida, la aburrida. Esta vez paso de soltar mi rollo de escritor. No más citas literarias, ni hacerme el listo, ni el interesante ni el sensible. No más trucos de cuarentón imbécil...
-¿De qué me conoces?
-Mónica. Ella habla de ti. -Y me mira fijamente, de frente, como miran los niños y las novias (y los gatos).
-¿Bien?
-Uy, sí. Muy bien. -Y suelta una risa maliciosa que puede ser más alcohólica que otra cosa. No caigo en la trampa. La chica está como un queso. Pa' untarla en chocolate y comérsela. Pero no voy a probar suerte. No voy a perder el tiempo. Mis catorce centímetros de virilidad me lo agradecerán. Pasará a mi colección de fantasías masturbatorias y a otra cosa mariposa...
-¿Sabes por qué cagamos todos los días? -Típica salida de borrachuza, pienso yo.
-¿Por qué? -Contesto sin interés.
-Porque es la lección de humildad que nos da la Naturaleza -La cerveza se acaba y trae dos más, lo que me sirve para comprobar el culazo que tiene la niña mientras va y viene- hombres y mujeres, pobres y ricos, poderosos y desgraciados...Todos tenemos que sentarnos en el retrete a recibir esa lección...
-Vaya, nunca lo había visto de esa manera. -Miento, porque a las chicas guapas cuesta decirles la verdad.
Nos tomamos las cervezas y charlamos. En la conversación salen
Umbral,
Biedma,
Borges...y caigo en la trampa. Me pongo a charlar de verdad, a disputarle la iniciativa. Ella ríe, se pone seria, coquetea, me manda a la mierda. Debatimos y nos reconciliamos. Discutimos y a veces cedemos (lo típico de borrachuzos en un bar). En todo ese rato no hemos hablado del Amor, el Sexo ni de Dios. O sea, que fue una buena conversación. Una buena conversación con una chica increíblemente bonita, en todos los aspectos. Incluso en plan borrachuza no pierde el encanto para mí. Ni aunque sepa que jamás se fijará en mí. Jamás estará a mi alcance ni follaremos. No habrá romance ni una tierna amistad. Y ahora que yo también empiezo a notar el efecto del alcohol suelto:
-Tener que masturbarse pensando en la chica bonita que nunca podremos conseguir es la lección de humildad que nos da la Naturaleza a los hombres...
-Eso si que es una lección. -Se ríe ella.
-Ya lo creo. -Me termino la última cerveza y me largo antes de que se me pase por la cabeza la estúpida idea de que tengo alguna oportunidad con esta chica.
NOTA DEL AUTOR:
Creo que esta imagen que he encontrado por ahí es mejor que mil palabras.:D
Comentarios
hombres, que siempre se ha dicho que les gustan las rubias pero se casan con las morenas
Dos cosas me repelen al instante: ¡¡uñas de negro y tatuajes¡¡ (no en tu lectura, me refiero a la vida...¿real?)
Pregunta más repelente que las uñas negras. Más repelente que cagar en el playón del río, a escasos cinco centímetros de sendos colmillos peleoneros, entre jabalís domésticos buscando al postre que les dejo.
Entiendo perfectamente tu retirada y eso que ni sé decir no a cualquier oportunidad, pero tampoco ando buscando la autoinmunidad deficiente. EXCELENTE ESCRiTO, me hizo vomitar la chica de las uñas repelentes.