¡Hola! Os dejo el principio de un nuevo relato. Espero que os guste.
El Amor de las Abejas
Jamás miraré una nube con los mismos ojos. ¡Jamás! La vida nada por ellas. Eso leí hace un par de días en un artículo, en un estudio científico de esos. Donde antes sólo se creía que había partículas de polvo, ahora, ¡hay vida!
Hallan vida en una nube
¿Lo imaginas? Releo el titular y miro el cielo estupefacto. Veo una nubecilla blanca, la única, inhibida por el vasto cielo azul. Habrá tormenta. Sí. Y un pensamiento lleva cosido otro y, a pesar de que hoy es un día tristísimo, la idea de la vida danzando en las nubes me hace reír. ¿Por qué? Oh… ¿No recuerdas el día que llovieron hormigas? Ese día habíamos empezado a construir la colmena.
Viniste corriendo con varias bolas de granizo recogidas en un cubo de plástico. Dentro de ellas, congeladas, estaban las hormigas. No te tomé en serio, creí que, no sé de qué manera, ¡las metiste tú! Al fin y al cabo eras un niño lleno de imaginación, buscando captar mi atención de cualquier manera. Pero luego, en el jardín, vi que tenías razón. Había hormigas congeladas en cientos de bolas del tamaño de una pelota de golf.
Nunca más supimos de eso. Preferimos imaginar… en lugar de razonar.
Tú, que había hormigueros en las nubes.
Yo, que una tormenta sopló con tal violencia en el suelo que elevó miles de hormigas a lo alto que fueron absorbidas por un gran cumulonimbo y, las pobres criaturas, una vez dentro, se congelaron, convirtiéndose en granizo en un baile.
¡Como quisiera quedarme en la magia del pasado!
Nunca hubiera imaginado que el último trecho de mi existencia lo acabaría en esta casita, en la más absoluta soledad, cuidando de las abejas que tuviste que abandonar. Comiendo de un huerto para sobrevivir. Bebiendo de un pozo.
Cómo explicártelo. ¡Cómo! Es tal el odio… un odio punzante que siento enraizar en el pecho, retorcerse, estremecerse y dañarme. Fueron tus abejas las que, durante todos estos años, nos maravillaron, distrajeron, HECHIZARON. Y hoy no hay rastro de ellas. Por eso hoy es un día tristísimo.
Todas, absolutamente todas, se han marchado.
No sé dónde están.
No hay nada en la colmena. Ni en los alrededores.
¡Ni siquiera un cadáver!
El hechizo ha desaparecido. Sin abejas, ¡dónde están nuestras abejas!
El eco de un trueno resuena en la colmena. La nubecilla se ha alimentado de hormigas y es un gran cumulonimbo. Va a llover en breve. Ojalá granice. Esperaré ansioso. Me recojo en mí mismo. Es hora de desabrocharse el corazón.
Quizá lluevan abejas.
Quizá.
Comentarios
Por lo demás muy bien
A lo de la huida de este animal (que tan buena prensa me ha dado de él quien lo ha tratado, de animal noble y dócil) le doy una explicación; ¿podría ser el cambio de una floración? Tal vez las pobres irían a buscar polen fresco allá donde lo haya. El año que viene por la misma fecha volverán
A lo mejor me he ido por las nubes -con las hormigas y las abejas- pero yo encuentro facilmente -con ayuda de mi imaginación- metáforas en las cosas de la Naturaleza y además desde que hace tiempo leí "La vida de las abejas", de Karl von Frisch, me encantan estos insectos.
Saludos.
El que esté interesado puede leer completa la historia en Scribd. Aquí os dejo el enlace:
http://www.scribd.com/doc/136908641/El-Amor-de-Las-Abejas