¡Bienvenido/a!

Pareces nuevo por aquí. Si quieres participar, ¡pulsa uno de estos botones!

Cosas de niños

javier91javier91 Pedro Abad s.XII
editado octubre 2009 en Narrativa
-Adiós mamá.
-Adiós Juan, sé bueno.
Mañana tras mañana esas dos frases eran repetidas por Juan y su madre, Pepa, cuando esta dejaba a su hijo en el colegio. No se podía quejar del niño que tenía ya que le ayudaba a limpiar, hacía los deberes regularmente y sacaba buenas notas pero había algo que a Pepa le inquietaba: hablaba lo justo, siempre estaba cabizbajo y parecía lleno de tristeza.
Aunque su madre lo desconocía, la razón era sencilla aunque más bien oscura. Después de despedirse de su madre, empezaba el sufrimiento para Juan, entraba en clase y un escupitajo se estrellaba contra su cabeza, como si nada hubiera pasado, Juan seguía cabizbajo hasta llegar a su asiento, el único que quedaba vacío, apartado de los demás. Allí estaba él, sentado sólo, sin amigos, intentando tomar apuntes de lo que el profesor escribía en la pizarra aunque a veces se viera interrumpido por las collejas que le daban sus compañeros de clase cuando su profesor no miraba.
-Julio, ¿Tienes las notas? -preguntó Marina.
-No las tengo aquí, pero si os esperáis un momento voy al despacho y las cojo.
Ese era uno de los momentos temidos por Juan a lo largo del día, el estar sin profesor suponía que alguien le tirara bolas de papel, que le dieran collejas hasta dejarle la nuca roja mientras otro lo grababa con su móvil o que cogieran algún rotulador para rayarle todo el cuerpo, luego, cuando llegaba a casa diría que se había golpeado con algo o que tener el cuerpo rayado era sólo cuestión de un juego.
Luego, en el patio el divertimento de los niños provenía según el día: muchos días se entretenían simplemente jugando a fútbol o a baloncesto pero el día en que se aburrían de jugar a eso, se divertían haciéndole la vida imposible a Juan, ya fuera pegándole tortas o insultándole hasta que pequeñas lágrimas recorrían su rostro.
Al final del día, antes de que llegara a donde estaba su madre esperándole con él coche, se iba hacia el baño y se encerraba. Allí dentro lloraba desesperado, lloraba de rabia y la vez de tristeza, lloraba hasta quedarse seco, hasta que aunque quisiera no podía caerle ni una lágrima más.
Al llegar al coche de su madre, ponía buena cara y a la pregunta de ella de cómo había ido todo, él respondía con una sonrisa:
-Bien, mamá.
Entonces su madre, satisfecha, arrancaba el vehículo mientras a Juan le venía a la cabeza aquella vez en que quedó a solas con su profesor para contarle sus problemas y de este no obtuvo más respuesta que un:
-Eso son cosas de niños, Juan.
Accede o Regístrate para comentar.


Para entrar en contacto con nosotros escríbenos a informa (arroba) forodeliteratura.com