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¿Donde está Soledad?

[Silencio][Silencio] Pedro Abad s.XII
editado septiembre 2009 en Narrativa
Continuación de Agonía Crepuscular I
Seres nacidos de la nube más alta
maldicen en verso al gigante de labial
son las luciérnagas
que brillan solitarias en las alcantarillas
una pareja sangrienta
que guarda con inocencia una caja de pecados

Lujuria y dulzura
confundidas en la ciudad sin nombre
son las luciérnagas
que cantan al vértigo
una pareja sangrienta
que sueña con números imaginarios

¿Me escucha Soledad?
¿dónde está Soledad?
X
La gente no sabía a ciencia cierta si “las luciérnagas” era una pareja de escritores o un grupo de rock. Daba lo mismo. En los círculos literarios nos tomaban por locos, por seres escapados de un limbo sin palabras. Los librepensadores nos tomaban por tontos apáticos y decían de nosotros que andábamos ebrios todo el tiempo, que éramos unos vagabundos y que nunca llegaríamos a nada.
Nunca llegamos a nada.
Nadie nos quería entre los suyos, pensaban que una pareja de “luciérnagas sangrientas” traería el horror y la desgracia a donde sea. Vivíamos demasiado nostálgicos, demasiado aturdidos por el choque de muchas realidades juntas. Seres nacidos de la nube más alta.

Un grupo de literatos de la ciudad esperaba escuchar nuestras creaciones; insultarnos, analizarnos como a bichos raros; un viernes… Yo quería cambiar la historia, darnos a conocer, pero Soledad entendía que nuestro arte era sólo para los dos, una cajita de píldoras de cianuro para adentrarnos en nuestra desgracia, nuestro arte no era un escapismo, no era una manera de “sobrellevar” la realidad, más bien era el relato de la firme convicción que ambos teníamos, de que nunca podríamos salir de la gran puta llamada ciudad, con cada palabra o suspiro, con cada elogio hecho para el otro, o con cada ensayo misántropo que elaborábamos, nos metíamos más y más en la vagina del infierno al que estábamos condenados desde que mis brazos se inyectaron con la heroína de los labios de Soledad.
¿dónde está Soledad?
Los “literatos” me regresaban miradas de asco, y buscaban a algún culpable, al desgraciado que se le había ocurrido invitar a las luciérnagas ese viernes, justo ese viernes… la cita era a las 3 o 4… yo aparecí cuando ellos estaban a punto de largase, yo esperaba encontrarme ahí a Soledad.. pero ella no apareció…
¿Me escucha Soledad?
¿dónde está Soledad?
Hubiera querido visitar a alguna amiga de Soledad, pero la única amiga que ella tuvo había muerto antes de que yo la conociera. Hubiera querido visitar a los padres de Soledad, pero una mujer tan insensata e impulsiva no debió nacer de una madre, debió nacer de una calle o de una estación de metro. Busqué a Soledad por las avenidas, los bares, y los parques donde habíamos caminado alguna vez, por los cines, las iglesias y la prisión… nada, ni rastro de ella. Pensé que ella tal vez había terminado de enfermarse de mi, o que tal vez encontró un amante millonario capaz de ayudarla a publicar…
De un momento a otro,
ya no tenía sus labios para pintar nuestros sueños,
ya no tenía sus dedos para escribir poemas en el vapor de los ventanales del metro
ya no tenía su voz en el centro de mi corazón
¿Me escucha Soledad?
¿dónde está Soledad?
De pronto, el fin de semana se volvió un vacío, pensé que yo era un cadáver, hasta que el lunes por la mañana ella me despertó en un bar con un beso en los labios. Nuestro primer beso.
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