La Papa - Oro de los Incas
Originaria de los Andes, donde remonta a 8.000 años, la papa se fue extendiendo en todo el mundo a partir de la colonización de América, convirtiéndose en un alimento universal tras haber sido remedio de las hambrunas en Europa. La domesticación de su cultivo se inició hacia 4000 AC en las montañas andianas y fue un alimento esencial en todo el territorio del Imperio Incaico, donde tenía su deidad y era objeto de ceremoniales.
Los incas adoptaron y mejoraron los adelantos agrícolas de las culturas anteriores de las montañas, y dieron especial importancia a la producción de maíz. Pero la papa fue decisiva para la seguridad alimentaria de su imperio. En la vasta red de almacenes del Estado inca, la papa -sobre todo un producto elaborado con la papa desecada y congelada, llamado "chuño"- fue uno de los principales artículos alimentarios, usado para alimentar a los oficiales, soldados y esclavos, así como reserva para casos de emergencia cuando se malograban las cosechas.
Al igual que la papa, muchos productos americanos, como el tomate y el cacao, transformaron la gastronomía europea, aunque en un primer momento fueran recibidos con recelo.
Los conquistadores llegaron en busca de oro, pero el verdadero tesoro que llevaron de regreso a Europa fue el Solanum tuberosum.
A mediados del siglo XVI la papa ya estaba instalada en Europa, pero como alimento para los cerdos. Se le atribuyeron entonces todo tipo de características: unos afirmaban que producía enfermedades, otros la clasificaron como una trufa, mientras otros, como el herborista inglés William Salmon, le atribuían poderes afrodisíacos.
El botánico Charles de l'Ecluse empezó a investigarla seriamente, y en 1596, el suizo Pierre Bahuin la incluyó en su libro "Phystioinax" con el nombre latino de Solanum tuberosum, que sigue siendo su denominación científica. Paulatinamente, la papa se fue imponiendo en Europa como el remedio para las hambrunas. En la primera mitad del siglo XVII, las malas cosechas de cereales causadas por la Guerra de los Treinta Años hicieron que el tubérculo comenzara a ser adoptado como alimento de reemplazo
En el siglo XVIII, el francés Antoine Augustin Parmentier (1737-1813) estudió sus cualidades y la propuso como solución para el hambre endémica que sufría Europa, haciendo incluso que el rey Luis XVI se interesara en su promoción.
Su cultivo se extendió y se perfeccionó en todo el mundo. Durante los años de la revolución industrial, fue uno de los alimentos básicos de la clase obrera.
El avance permanente del cultivo y consumo de la papa sólo fue frenado por un trágico paréntesis en los años 1840, cuando una plaga destruyó las cosechas en toda Europa, y produjo la trágica hambruna de Irlanda, que causó cerca de un millón de muertos entre 1846 y 1848 y empujó al éxodo a gran parte de los irlandeses.
La papa figura en numerosos platos populares de América Latina, por supuesto, pero Europa le debe también algunas de sus más célebres especialidades. Baste citar como ejemplo los gnocchi italianos, la tortilla española o el "hachis parmentier" francés