Pareces nuevo por aquí. Si quieres participar, ¡pulsa uno de estos botones!
Dejé mi casa y mi ciudad
Y por decisión propia, me vine a este maravilloso lugar.
Pero para llegar hasta donde me encuentro, no hay caminos para personas como tú. Me he desviado por un cruce y por otro he pasado dos o tres veces, con la idea de despistar al destino. A veces camino en círculo, y otras me doy media vuelta a la mitad del trayecto.
Me satisface
saber que por estos pagos hay infinidad de marcas significativas, que esta
primorosa gente ha puesto. Se ve y casi se palpa paz por todos lados. Aquí las
señales de tráfico no existen, y en su lugar hay gente solidaria, siempre
dispuesta a ayudar. En este lugar, el buen rollo es el único idioma.
He atravesado puertas que antes han sido abiertas, y otras las he abierto yo;
unas más fáciles que otras, pero todas ellas con una cerradura sencilla, y si
se queda atascada la llave, miro a mis alrededores y siempre encuentro a alguien
que la arregla enseguida.
En ninguna casa falta el Amor, y en todas reina la humildad, una humildad que todos la llevan como escudo.
Los tramos que
he recorrido, campo a través y sin seguir una ruta determinada, son
entrañables, pero si tú hallas algo mejor en ese nuevo mundo que ha dibujado tu
fatua fantasía, avísame; o no. no me avises, olvídalo, sólo te deseo que
encuentres tu felicidad, pero, sinceramente, no quiero volver a verte nunca
más.
He estado transitando por las nostalgias, pero ahora las he desechado todas.
En este edén terrenal no existe la palabra maldad. A lo lejos, sigue en mí un recuerdo de lo contrario.
Lo que aún me queda por descubrir, me han dicho que es cupido, pero no tengo yo ahora ánimos ni disposición para ello. Quizá, con una mujer decente, pudiese planteármelo para un futuro. Mientras tanto, se me va dando bien seguir contemporizando.
En este lugar he encontrado un clima cálido y gente sana, y también hallé un trabajo, cuyo sueldo me basta para vivir holgadamente, sin lujos ni excentricidades.
En mis horas
libres me dedico a pasear, leer, escribir, pensar... Estoy observando
complacido, que aquí todo el mundo es feliz con casi nada.
Si eres sincera reconocerás que no me las apañé mal del todo en nuestra etapa
juntos. Sé que la cagué algunas veces (tú más que yo), pero finalmente salía
bien parado, aunque a costa de mi salud.
De mis errores
me he ido deshaciendo poco a poco, pero aún me queda uno por resolver: tú.
He tomado debida nota de que, en cada curva, en cada cruce, en cada puerto que
dé paso a un nuevo Amor, tengo que detenerme y girar la cabeza. El panorama es
muy diferente si me da por mirar hacia atrás. Conocer el sendero en los dos
sentidos, me ayudará a encontrar el de mi felicidad.
Por
inconsciencia quizás, no me recogí conmigo para tomar una determinación, y para
cuando era consciente, quedaba lejos mi casa, y pensaba: “total, da lo mismo,
sólo voy a ser capaz de volver al lugar de donde partí”. Seguro que ha sido
acertada mi decisión de salir de mi ciudad y divorciarme de ti, y esta
decisión mía pesa más que todos mis aciertos juntos.
Tal vez pienses que eso último me sirve de excusa para justificarme de por qué
no quiero volver. Pero la realidad es que se me ha olvidado el camino de
vuelta, y ahora no quiero averiguarlo. Aunque, evidentemente, hay la misma
distancia de aquí a allí que de allí a aquí, pero, por mi parte, no me planteo
semejante estupidez.
Es cierto que nunca he querido reconocer que de orgullo estoy bien despachado.
Y esto, según se mire, no es aceptable, y no lo es porque supone un peso extra
por si en algún fallo tonto de debilidad me diese por tomar la determinación de
plantearme regresar a mi antigua y desastrosa vida.
Quizás tu andadura
empeore sin mí. Quizás mi ciudad me eche en falta.
A Chávez López
Sevilla julio 2024