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Nadie volvió a alquilar una habitación en aquella casa

antonio chavezantonio chavez Miguel de Cervantes s.XVII

Nadie volvió a alquilar una habitación en aquella casa

El viento siseaba entre los oscuros callejones de la ciudad y arrastraba hojas secas y susurros de sombras que acechaban en la penumbra.

Aquella casa, apartada unos dos kilómetros de la ciudad, con todas sus ventanas tapiadas y su aspecto desolado, era un recordatorio ominoso de tiempos olvidados. Corría por la ciudad que estaba maldita, que ningún inquilino permanecía por mucho tiempo entre sus muros. Y eso era verdad.

Una tarde fría y con lluvia de otoño, Candela, una joven estudiante que estaba buscando un lugar para quedarse a vivir, decidía desafiar la historia de terror y alquilar una habitación en la casa. Pasaba por alto las advertencias de sus amigos y se mudada con determinación, convencida de que la superstición era sólo eso, superstición.

Los primeros días de estancia transcurrían sin ningún incidente, pero enseguida empezaban a suceder cosas extrañas. Candela oía pasos en el pasillo, pero siempre cuando estaba sola, y puertas que se abrían y se cerraban sin que nadie las tocase. Intentaba convencerse de que todo eso era fruto de su imaginación o de esos viejos trucos de una casa antigua, pero la sensación de malestar persistía.

Una noche, mientras estaba en su habitación, sentía una presencia fría y maligna que la observaba desde la sombra. El ambiente se volvía denso, como si una oscuridad palpable la rodease. Intentaba gritar, pero su voz se ahogaba en su garganta mientras una figura etérea se materializaba frente a ella: era una mujer, con ojos vacíos y cara demacrada que parecían haber sido consumidos por el tiempo.

Aquella figura se presentaba como Soraya, la inquilina anterior de la casa. Le contaba una historia de terror que helaba la sangre de Candela: había alquilado una habitación con la esperanza de comenzar de nuevo, pero poco después se daba cuenta de que la casa estaba habitada por algo maligno, algo que se alimentaba del miedo y la desesperación de quienes se atrevían a entrar.

Soraya había intentado huir, pero la presencia oscura la había atrapado, condenándola a vagar eternamente como un espíritu atormentado, al estilo zombi.

Ahora buscaba Soraya alguien que pudiera liberarla de su prisión, alguien lo suficientemente valiente para enfrentarse a la oscuridad que acechaba en la casa.

Candela estaba aterrada, pero también decidida a ayudar a Soraya a encontrar una paz duradera. Juntas fraguaban un plan para enfrentarse al mal que habitaba en la casa. Armadas de valor y coraje exploraban cada rincón, desafiando las sombras que se retorcían y susurraban en las paredes.

Finalmente llegaban al corazón de la oscuridad: un sótano olvidado, donde la presencia maligna se manifestaba en su terrible magnitud. Con valentía, Candela y Soraya confrontaron al espíritu, desafiando su poder con la fuerte luz de su voluntad.

En una explosión de energía, la oscuridad era expulsada, disipándose en la nada mientras la casa temblaba con el eco de su partida. Con un suspiro de alivio, Soraya se desvanecía, liberada definitivamente de su tormento.

Candela abandonaba la casa, sabiendo que nunca volvería a ser la misma después de su encuentro con lo sobrenatural. Pero también sabía que había encontrado una cosas invaluable: el poder del coraje y la amistad para enfrentarse a la oscuridad, sin importar cuán aterradora pudiera parecer. Y aunque aquella casa quedara vacía una vez más, su historia viviría para siempre en los corazones de quienes se atrevieron a desafiarla.


A Chávez López
Sevilla julio 2024

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