La tentación de la infidelidad

antonio chavez

La tentación de la infidelidad

Los motivos por los cuales se produce una infidelidad son tantos como personas. Pero las aventuras prohibidas fomentan, a través de la dopamina y la adrenalina, respuestas intensas y placenteras. Uno se siente enérgico, guapo, atractivo, deseado, comprendido y sensual. Esas sensaciones pueden enganchar.

Las relaciones infieles se sustentan, al menos, por el deseo sexual intenso y/o la buena conexión emocional y afectiva con el otro. La espera y dificultad para satisfacer encuentros sexuales alimenta la pasión y el deseo, por ello el placer y el erotismo del sexo suele estar garantizados.

Las infidelidades no aparecen porque un día se vea a una persona nueva que genere atracción. Es lógico que la gente, aun estando en pareja, siga teniendo claros los estímulos y preferencias que más le pueden llegar a excitar, que siguen estando presentes en el mundo. El punto está cuando, en un momento dado, alguien se da permiso para comenzar un encuentro o una relación con una tercera persona estando en pareja. Habría que indagar qué ha pasado en ese momento, cómo se halla la persona emocionalmente, cómo se halla la relación de pareja en ese momento. No es aleatorio: que aparezca un tercero y uno "caiga en la tentación", tiene un sentido y cumple una función en ese contexto concreto, no antes, ni más tarde.

Generalmente, un estímulo nuevo va a generar mucha más atracción y el impacto será mayor. Ocurre con cualquier aspecto de la vida, más todavía en la esfera sexual, donde ese estímulo erotizado novedoso llamará más la atención y producirá un placer más intenso, por lo menos en un primer momento. Empero, como con todo, el tiempo hace que uno se habitúe a los estímulos y ya no sean iguales de atrayentes que en los primeros momentos, fase de la relación mucho más pasional.

Una relación amorosa que comienza siendo prohibida no puede reconducirse. Las relaciones funcionan porque evolucionan en función de las necesidades de los miembros de la pareja, y de la relación en sí. Relación que comienza siendo prohibida, puede convertirse en una relación estable que cubra las necesidades de los implicados. Sin embargo, generalmente sienta bases que luego se deben gestionar: si lo que ha unido es lo prohibido, es fácil que se genere una desconfianza de fondo a corto o medio plazo, pues siempre existe la posibilidad de que lo prohibido pueda ocurrir de nuevo, con alguien diferente. Además, cabe la posibilidad de lo que los unió en un momento, pueda dejar de tener un sentido con el tiempo, provocando el fin de la relación.

Esa reconducción de la relación dependerá de las expectativas y de lo que busca cada uno. El afecto, las emociones positivas y un buen sexo pueden ser la plataforma ideal para una relación en la que ya no hay que esconderse. Pueden aparecer otros aspectos como los sentimientos de culpabilidad, los posibles daños causados que deberán gestionarse para ir construyendo la relación que deseamos.



A Chávez López
Sevilla julio 2024