Y decía que era mi amigo No había pasado todavía una semana del ingreso de
mi amigo y ahora mi socio también en mi empresa, cuando uno de mis empleados me
decía que lo había cogido in fraganti intentando seducir a mi novia y
secretaria.
Indudablemente, para para un estúpido niño
de papá como él, muy seguro de sí mismo, con esa seguridad molesta de quien no
ha tenido ningún obstáculo en su vida, las relaciones con mi novia, que ya tenían todos
los visos de casamiento, eran una dificultad baladí.
En un principio no me preocupaba eso porque sabía yo de sobra el Amor que mi novia sentía por mí y que me amaba, y ella misma me decía que rechazaba toda propuesta indecente partiera de quien fuera.
De cuánta indecente perspicacia hacía gala
aquel riquito, que hasta llegaba a decime que yo era un retrógrado y que hoy en
día no se tiene a una mujer en exclusiva.
En una sociedad bárbara, le habría volado
la cabeza y me habría llevado a la mujer como un trofeo, pero en una sociedad
civilizada, como la nuestra, esas cosas sólo se aclaran hablando.
A Chávez
López
Sevilla abril 2024