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Camila parte 1

Eran las 8 de la noche en el antiguo barrio de Valentin Alsina, Lanus. Era el mes de Julio, el invierno abrazaba con sus helados vientos a los transeúntes.

Daniel en aquel entonces, tenía 7 años. Era tímido y ensimismado; le costaba mucho socializar.

Ese día invernal, no fue excusa para que Daniel no pudiera salir a jugar a la vereda de su casa; iba corriendo de esquina a esquina a una velocidad muy lenta y con movimientos muy torpes (en su imaginación se sentía como el correcaminos).
En su quinto ida y vuelta, tropezó ante la puerta de una casa vecina. Esta era una casa que tenía una puerta de madera y una ventana muy ancha con la persiana levemente abierta; allí estaba una niña de tes blanca, pelo castaño oscuro y levemente ondulado, unos ojos marrones claros maravillosos y una timidez similar, pero no igual, a la de Daniel.
-Hola, ¿a qué estas jugando? preguntó la niña casi en un susurro.
-¿Qué dijiste? replicó Daniel, que la cara ya se tornaba de un color rojo tomate.
-¿A qué estas jugando? Repitió en un tono en crescendo.
-Al Coyote y el Correcaminos. Aunque nadie me persigue. Dijo daniel ya un poco mas firme en su tono.
-Me llamo Camila.
-Me llamo Daniel.
Y en esta escena inocente e infantil arrancó una de las tantas y trágicas historias de amor.

Daniel y Camila se veían, con la persiana entre medio, todos los días. Daniel se sentaba en la vereda y charlaba horas con Camila sobre distintos temas: El nuevo capitulo de Pokemon, Power Rangers, juegos, etc.
Daniel siendo tan pequeño iba notando cierto sentimientos para con Camila.

Las vacaciones de Invierno terminaban y Daniel tenía que volver al prescolar y ya no tendría tanto tiempo para juntarse a charlar con Camila, eso le entristecía mucho, ya que disfrutaba más esas conversaciones con ella, que estar horas sentados viendo sus caricaturas favoritas.

En el primer día de prescolar, Daniel estaba decaído y quería quedarse en casa. Su madre preocupada, le tomo la temperatura con un termómetro de mercurio. Fiebre no era...
Luego de una no tan larga charla, la mamá de Daniel logro darse cuenta lo que ocurría y fue directo a la casa vecina. Permaneció horas charlando con Patricia, la mamá de Camila.
Al regresar le dijo a Daniel:
-Vestíte, vamos a ir a la casa de al lado.
Daniel se vistió con su ropa habitual: Pantalon de jean, remera verde lisa, etc. Ya más animado fue corriendo a para alcanzar a su madre e ir a la casa de Camila. ¡Al fin entraría y estarían juntos!

Al llegar a la casa de Camila, ella le estaba esperando parada en la puerta de su habitación que daba a la vereda dónde Dani solía sentarse para mantener sus regocijados coloquios.
Ella sonreía y tenía brillo en sus ojos.

Contar lo maravilloso que fueron esos días y los que sucedieron a este, me llevaría una eternidad. Terminaría escribiendo un libro de más de 5000 páginas y no es la idea.

Pero para resumir, se empezaron a visitar el uno al otro, casi todos los días; Jugaban, charlaba, reían y veían televisión juntos; Camila empezo a ir al prescolar e ¡iba al mismo salon que Daniel!

Pero resulta que no todo era color de rosa.
Para Daniel sí, pero Camila vivía una pesadilla.
Esa pesadilla era su papá...

Camila empezó a faltar a la escuela. Daniel se sintió extrañado. "¿se sentiría mal?" pensaba.
A la salida, mientras volvía con su mamá la vió a Camila en la persiana, estaba pálida; el brillo de sus ojos, totalmente apagados; con una expresión que rompía el corazón.
Daniel, en su inocencia, se sintió contento y aliviado por verla y le dijo efusivamente:
-Hoy faltabas vos en el salón, en el recreo jugamos a las escondidas.
Ella solo asintió con la cabeza y en un instante se alejo de la ventana, sin decir palabra alguna.

Comentarios

  • Qué triste!!! Como dice María Teresa Andruetto, un buen cuento no "dice"; un buen cuento "muestra". Algún que otro error de ortografía o tipeo, que puede tener cualquiera y se soluciona con un click en una tecla. Lo importante es el talento.
    Felicitaciones.
    Abrazo
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