El «periplo del héroe» es una expresión creada por el mitólogo Joseph Campbell para definir un modelo de relato épico que, con incontables variantes, se ha repetido a lo largo de la historia. Cabe resaltar que en la actualidad, numerosos textos ficticios se basan en la estructura descrita por Campbell en «El héroe de las mil caras».
En «Los cuatro ciclos», incluido en «El oro de los tigres», Jorge Luis Borges plantea que todas nuestras escrituras, narraciones y lecturas pueden considerarse combinaciones y variaciones de cuatro tramas esenciales:
«Cuatro son las historias. Una, la más antigua, es la de una fuerte ciudad que cercan y defienden hombres valientes. […]
Otra, que se vincula a la primera, es la de un regreso. El de Ulises, que, al cabo de diez años de errar por mares peligrosos y de demorarse en islas de encantamiento, vuelve a su Ítaca; el de las divinidades del Norte que, una vez destruida la tierra, la ven surgir del mar, verde y lúcida, y hallan perdidas en el césped las piezas de ajedrez con que antes jugaron.
La tercera historia es la de una búsqueda. Podemos ver en ella una variación de la forma anterior. […]
La última historia es la del sacrificio de un dios. Attis, en Frigia, se mutila y se mata; Odín, sacrificado a Odín, Él mismo a Sí mismo, pende del árbol nueve noches enteras y es herido de lanza; Cristo es crucificado por los romanos.
Cuatro son las historias. Durante el tiempo que nos queda seguiremos narrándolas, transformadas».
Según la reflexión de Borges, apenas unos pocos argumentos proporcionan un marco recurrente que se entrelaza de diferentes formas a lo largo de la literatura y las historias que contamos. Si aceptamos esta premisa como válida, debemos reconocer también la creatividad e imaginación ilimitadas del «Homo narrator», quien ha edificado una biblioteca de variantes infinitas basándose en una estructura básica de cuatro tramas.
«El Hombre no puede no narrar(se)», ha escrito Corvasí Carbonero.
Ariel García
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