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La crisis de un escritor sin talento.

editado enero 2024 en Debatiendo

¿El talento nace o hace? Respectivamente una pregunta ecuménica de tiempos de antaño con respuestas superfluos, hasta, diría yo, melodramatico. Aquellos padres o tutores que creen tener un hijo con talento, ¡ja!, bellacos y bribones y, como quién dijo: austeros. Pongan desde una edad temprana, lo más rápido que se pueda, a un oficio intelectual, humanista, tecnico, ¡que más da!; y háganlo estudiar, ejercer, practicar, frustrarse, etcétera, hasta que sea un erudito, especialista... ¡Pero claro!, —si son unos buenos lectores ya se habrán dado cuenta— su poca profundidad en todas las otras ramas existentes de la cultura, hace a un ¿ser incompleto? Aquí entra el siguiente sustantivo: subjetividad. El hombre (o mujer. Poco importa) es todo un catedrático, tiene buen capital, sin embargo, ¿es feliz? Más fácil: ¿Se formula preguntas existenciales? Poca importancia hay, porque sus progenitores están feliz, y él, sin elegir nada, es un ser ¿incompleto? Total, subjetividad.

En resumen, es analógico con la escritura, literatura (o todo), dónde haya centro de comparación con escala jerárquica, ¿quién es el mejor? Para dar una hipótesis inconexa: todos aprenden a escribir, claro está, vocabulario, léxico, sintaxis, morfología, libros, la pedanteria aumenta y la frustración por saber que, entre más sabes menos sabes, es dilema para satisfacer las risas. 

He creado muchos narradores, heteronimos, —¿Pessoa?—, cuentos, poemas, alguna novela suelta para conocerte, figuras retóricas mezcladas, pero, sin embargo, cuando no vives la vida no eres nada, ¡ah!, y también disciplina, aunque ya la han formulado mucho: es como el boxeo, etc, etc. 

Las ideas, como dijo Cortázar, —todo una introducción desalentadora para terminar citando a Julio— vienen de la alteración de lo normal... Entonces, ¿dónde radica lo normal de cada uno? 

Comentarios

  • editado enero 2024
    Todos tenemos talento, pero en algunos se desarrolla más que otros.
    En el caso de un escritor es posible desarrollar ese talento leyendo a buenos escritores, estudiando las reglas gramaticales y sobre todo escribir y seguir escribiendo.
    Así, la práctica hace al maestro.
  • No sé si existirá eso que llaman talento, ni siquiera si es el tema que se está tratando aquí (sinceramente, poco he entendido más allá de la pregunta inicial).

    Personalmente pienso que no existe. Pienso que hay cosas que nos gustan / interesan más que otras y, por tanto, les dedicamos más esfuerzo, consiguiendo ser más hábiles. Pero, al menos yo, no tengo talento en algo que nunca me haya interesado. ¿En lo que sí? Pues sí, pero precisamente por eso, porque me gustaban o me interesaban, no porqur hubiera nacido con ningún don.
  • Mientras se debate si tenemos talento o no, cuando menos los escritores nos llevamos muy bien con las musas.
  • ¡Que más da leer los más ciento treinta millones de libros que hay! Antiguamente, cuando no había un termino de la globalización, la gente de culto leía cincuenta libros. ¡Figurate! Y escribían grandes manuscritos. Dante Alighieri no tuvo el conocimiento de los filósofos griegos a una edad tardía, porque aún no había distribución; pero ahora es común saber de los diálogos platónicos y hasta de Sófocles. Y es una paradoja que es de lo más divertida, ya que todos estamos leyendo el mismo libro..., y teóricamente todos escriben lo mismo. 
    Hay diferencias sutiles en la sociología de cada persona, ahí radica, a modo de morfología, la diferencias de narrativa. Faulkner escribió en la misma estadía; Hemingway iba y venía. Ambos son buenos escritores, y sin embargo, vivieron en tierras diferentes. 
    Lo voy a situar con la pirámide de Maslow: ¿Dónde está la cúspide de la normalidad vida?
     Los humanos entran en comparaciones, ¡viva el país!, y lo hacen para satisfacer su vanidad narcisista, ¡que importa!, y haré la comparación con la normalidad de la vida: ¿Vivir en Rusia o Esuatini? Naturalmente estan aquí o acullá, hablando: sociología terrenal; comparaciones superfluas; Superhombre inexplicable. Común-e-irreal.  
  • Cada cabeza es un mundo y cada quien interpreta las cosas filosóficas y literarias a su idiosincrasia personal.
  • editado enero 2024

    ¿El talento nace o hace? Respectivamente una pregunta ecuménica de tiempos de antaño con respuestas superfluos, hasta, diría yo, melodramatico. Aquellos padres o tutores que creen tener un hijo con talento, ¡ja!, bellacos y bribones y, como quién dijo: austeros. Pongan desde una edad temprana, lo más rápido que se pueda, a un oficio intelectual, humanista, tecnico, ¡que más da!; y háganlo estudiar, ejercer, practicar, frustrarse, etcétera, hasta que sea un erudito, especialista... ¡Pero claro!, —si son unos buenos lectores ya se habrán dado cuenta— su poca profundidad en todas las otras ramas existentes de la cultura, hace a un ¿ser incompleto? Aquí entra el siguiente sustantivo: subjetividad. El hombre (o mujer. Poco importa) es todo un catedrático, tiene buen capital, sin embargo, ¿es feliz? Más fácil: ¿Se formula preguntas existenciales? Poca importancia hay, porque sus progenitores están feliz, y él, sin elegir nada, es un ser ¿incompleto? Total, subjetividad.

    En resumen, es analógico con la escritura, literatura (o todo), dónde haya centro de comparación con escala jerárquica, ¿quién es el mejor? Para dar una hipótesis inconexa: todos aprenden a escribir, claro está, vocabulario, léxico, sintaxis, morfología, libros, la pedanteria aumenta y la frustración por saber que, entre más sabes menos sabes, es dilema para satisfacer las risas. 

    He creado muchos narradores, heteronimos, —¿Pessoa?—, cuentos, poemas, alguna novela suelta para conocerte, figuras retóricas mezcladas, pero, sin embargo, cuando no vives la vida no eres nada, ¡ah!, y también disciplina, aunque ya la han formulado mucho: es como el boxeo, etc, etc. 

    Las ideas, como dijo Cortázar, —todo una introducción desalentadora para terminar citando a Julio— vienen de la alteración de lo normal... Entonces, ¿dónde radica lo normal de cada uno? 


    Iba a citar y ahora no sé salir del cuadradito de la cita -sad face*

    Creo que todo se puede aprender en cuestión de técnica (ortografía, puntuación, léxico, etc). Es la vocación, la necesidad, la pasión o incluso la obsesión lo que te lleva a aprender, así que creo más en esas cosas que en el talento. 


    Hablar de talento es muy relativo e implica conceptos como comparación y juicio. En mi opinión personal, es una causa perdida preguntarte si eres "bueno" o "malo" en un arte u oficio artesano. Incluso, no sé, si a ti te encanta por ejemplo hacer jarritos (como alfarero), igual los primeros que hagas te salen un churro y pueden hasta no ser funcionales, pero si insistes, buscas ayuda y/o aprendes a manejar tus manos (porque te encanta, te apasiona, te obsesiona hacer jarritos y simplemente no puedes parar de hacerlos), probablemente al final te refinarás y crearás obras originales, a las cuales podrías incluso darles alguna característica única gracias a tu trayectoria, tu experiencia y tus errores. Y de repente un día te habrás hecho la maestría en jarritos, cuya confección era algo que siempre habías necesitado practicar, aunque igual ni tú mismo supiste nunca por qué. Y tal vez ese -u otro- día llega un compañero alfarero, o un crítico de jarritos (aunque tal ser es menos probable que te diga algo bello) y te suelta: "¡oye, tienes talento!". Momento en el cual a lo mejor tú piensas que ojalá te tragara la tierra, porque juzgas que sería poco educado responderle que, para ti, esa cosa llamada talento no existe... Así que, como persona educada, agradecerás de corazón y seguirás a lo tuyo con tu cosa de hacer jarritos.


    El peligro de preguntarse uno "¿tengo talento o no lo tengo?" es la consecuencia directa de la respuesta que uno mismo podría darse. Porque, si la respuesta es "no, no tengo talento" (que podría ser mentira, por mucho que cabeza adentro sonara muy real), la consecuencia seguramente será: "Y entonces para qué seguir", así que uno pararía quizá de hacer lo que le hace feliz (en este caso jarritos). Y si la respuesta fuera sí -"sí, tengo talento, un talento increíble, soy la hostia"-, pudiendo ser esta igual de falsa que el "no", igual sigues adelante pero solo hasta el día en que la respuesta sea no -"no, no tengo talento; a quién quiero engañar, si hago las asas al revés y mis jarritos son una mierda, ¡abortos deformes y miserables! Desde hoy me hago mecánico de tornillos; voy a abrir una botella de whisky de garrafón para celebrarlo y autocastigarme al mismo tiempo"-. En fin, dramas aparte, todo aquello que le haga a uno frenar en aquello que ama (siempre que lo que uno ame no sea destripar gente) es superfluo.


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