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Los días se van como arena entre los dedos. No sé qué es peor, si ser joven y sentir que puedes con todo o hacerte mayor y sentir vértigo hacia lo que hacías entonces. La verdad es que he llegado muy cascado a este momento de mi vida. Y serán tan solo 40 dentro de unos meses. He estado viendo una película sobre la vida de Errol Flynn, una serie de aventuras que escribió en un libro, hasta que llegó la mano de Hollywood y lo sacó de la piratería en la que estaba envuelto entonces. Además participó como corresponsal en la guerra de España, junto a Hemingway, y más tarde quiso enrolarse al ejército cuando estalló la II guerra mundial, pero debido a la malaria contraída en sus episodios en Nueva Guinea fue rechazado. Buscaba oro el tío. A eso se dedicaba antes de comenzar su carrera artística. La película es floja, aburrida, sentimentaloide, sin mucho misterio, pero al parecer se sustenta sobre una base real. Como mínimo los acontecimientos debieron de suceder. No sé a qué edad moriría el bueno de Errol pero seguro que a mi edad ya era todo un héroe internacional. Sin embargo, algunos debimos nacer para librar guerras realmente mediocres. Y pienso, que un error en tu vida, puede costarte la misma. En mi caso fueron unos cuantos, no hubo odio en ello, al menos no comenzó así. Tal vez simple inconsciencia, nos enfrentábamos a un nuevo milenio, y cuando conocí a aquella mujer, fue cuando simplemente empecé a creer en mí de lleno. El mundo se abalanzaba sobre nosotros, carneros derretidos, quise tomar las riendas de un presente, sabiendo que no habría futuro, y la vida se desmoronaba a mi paso día tras día. Salvo en noches como aquella, en estancias como aquella, cuando después de follar ella se quedó semidormida abrazada a mi pecho. Ya ni siquiera logro recordar el momento puntual. Pero era la única vez que había sentido paz. Y hablo de un paz espiritual, lógicamente. Así que debí decirme, “esta es la tuya, no la dejes jamás”. Pero las cosas no funcionan en arreglo a la fantasía y esplendor de un joven, por muy insistente que se muestre. Y bueno, como todo en esta vida, una noche, de la forma más catártica posible, de mi amor por ella, no quedó ni un grano de arena. ¿La quise alguna vez? ¿Nunca la había querido? ¿Aun rebasando el tiempo que me tocó vivir, y gracias al cual, la conocí? Yo creo que sí la quise, a mi manera lo hice, innumerables veces, solo que quizá, y siendo bastante indulgente conmigo mismo, en esto del amor, no he tenido suerte. Quién sabe de asuntos de amores. No hay nada más errático en esta vida que enamorarse. Porque todos podríamos ser juiciosos, conseguir sustento, transitar, pero entonces llega eso del amor, y te hace pedazos. Trastorna por completo tu existencia, marca el rumbo de tu vida, para bien, o para mal, y a veces, en casos como el mío, le dejan una penitencia a uno muy difícil de derrocar.
Como digo, este fue uno de tantos errores, de tantos que de manera desencadenada se han producido en mi vida. No fue la única vez que me enamoré (porque sí, lo hice) pero al menos sí fue la única en la que con caricias le hablé a una piel. Ternura y más ternura, ¡ay la juventud!
Comentarios
Los errores están dentro de las decisiones, en las decisiones hay también los aciertos.
A lo largo de tu vida hay triunfos, valorarlos.
Ahora va el comentario egoísta: vigila no te vuelvas optimista, puede que la categoría de tus textos disminuyera.
Me ha encantado.
Muchísimas gracias por apreciarlo.