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Vengo a escribir aquí porque no puedo masturbarme, y alguien dijo una vez que todo el elenco de pensadores se formó debido a personas que tenían una vida sexual aburrida. Fuera de coñas, es bastante frustrante. Llevo años sin echar un polvo, y no es echar un polvo lo que yo quisiera. Yo quisiera, al menos, echar tres o cuatro. Es decir, conectar con alguien. La pornografía ya no sirve. Quizás nunca sirvió, quizás se daba simplemente al servicio de unas hormonas desbocadas. Amén de que la oferta actual, filmada básicamente en primera persona con un teléfono móvil, sea deplorable. Pero tampoco ya la imaginación. Y pienso en esas pastillas, no las azules, sino las que llevan años dándome, la gragea diminuta de 15 miligramos que actualmente tomo cada noche, el antipsicótico. Pero quién sabe ya a qué es debida esta parquedad. Creo que la vida ha hecho de mí un amasijo. Aposté por el amor y el amor nunca llegó. O si lo hizo, lo hizo de un modo catártico e infernal. Podría echarme horas aquí hablando sobre mi vida desdichada. Pero no lo haré, todavía no. Es extraño esto del sexo. Uno lo tiene todo ahí dentro, pero sin el modo oportuno no funciona. Al menos en mi caso, que no funciona ya de ningún modo. Ellas tienen la llave, o mejor dicho, ella. Y sinceramente, cada vez me resisto más a creer que pueda existir. Esto viene a ser lo de siempre; frustración y pusilanimidad. Así que en fin, habré de concluir. Cuídense.
Comentarios
Abrazo.
Me has dicho que no eres tan pesimista como en los textos. Creo que en muchos escritos las personas que los plasman le suelen llevar la contraria a Calderón.
@Clarito yo los tomo hace mucho y sé de sus eféctos nocivos para la libido pero nunca sentí esa ausencia de deseo tal. Supongo que también hay otros factores.