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La Casona de los Hechos Sobrenaturales

editado diciembre 2023 en Filosofía
Este hilo está dedicado a mi amiga @Clarito, quien me pidió un hecho sobrenatural.
Está basado en un libro que publicaré en el 2024, y que trata de las experiencias paranormales que vivimos un equipo de 'cazafantasmas' y yo durante una noche, antes de la pandemia.
es solo un extracto del libro, y lo pongo en un hilo nuevo y no en el de Clarito, debido a que está muy largo y espero que les guste. El nombre de autor: Solrac Zidnezer, es simplemente mi nombre y apellido al revés.
Aquí lo tienen. Las fotos, vídeos y psicofonías no las incluyo aquí, ya que estarán en el libro que voy a sacar (Los Códigos QR) y en la editorial no me permiten 'quemar' ese material sin haberlo publicado antes.

LA CASONA DE LOS HECHOS SOBRENATURALES

SOLRAC ZIDNESER

El Caballero de la Noche

 

CAPÍTULO UNO

Resumen de su Contenido

Quiero compartirles mi experiencia que viví en el 2019, un poco antes de que se desatara la pandemia de Covid. Para realizar un reportaje paranormal que apareció en el Semanario de lo Insólito, revista en la que trabajo, formé un equipo y me puse en marcha…

Lo que experimenté la noche del martes 24 de abril del 2019, en una vieja casona abandonada que se encuentra en la colonia Lorenzo Boturini, cerca del centro de la Ciudad de México, fue algo muy extraño y desconcertante.

Ahí sucedieron cosas tan interesantes, al grado que mis compañeros y yo, estuvimos con los nervios en tensión todo el tiempo y no dormimos en el resto de la noche. 

Mi jefe me envió a investigar y a realizar un detallado reportaje acerca de ese lugar abandonado y de las almas en pena que dicen que merodean por ahí. Me asignó un equipo de ayudantes jóvenes muy entusiastas y un fotógrafo.

Al principio como que un ‘algo’ en mi interior me decía que no lo hiciera, que no me atreviera a jugármela realizando el papel de ‘cazafantasmas’, ya que por experiencia personal, había presenciado varios hechos paranormales en el pasado.

Pero aquella aventura se me antojaba mucho, por todos los hechos inexplicables que podría encontrar en la casona y por la emoción a lo desconocido y sobrenatural. Decidido, le dije que si, y el jefe me proveyó de todo lo necesario.

Recuerdo que, alegre y entusiasmado, el dueño de esa Editorial me dijo:

—Gracias por animarte a ir, Carlitos, siento que en este lugar obtendremos un excelente reportaje y te voy a dar siete mil pesos aparte de tu sueldo semanal.

—Gracias, don José. Reconozco que me atrae bastante esta nueva experiencia. Veamos qué es lo que sucede.

 

Comentarios

  • Ese mismo día, me organicé con la gente que mi jefe me asignó. Tuvimos una comida en la que nos pusimos de acuerdo en lo que íbamos a hacer, del plan de trabajo y les expliqué que todos estaríamos unidos, sin separarnos.

    Pasara lo que pasara, nadie se iba a alejar del grupo, ya que los nervios son traicioneros y estando juntos nos íbamos a controlar, porque de esa sensata manera, nos apoyaríamos para realizar nuestro cometido.

    Al día siguiente, mi equipo y yo llegamos ante la casona a las siete de la noche. No pudimos entrar todavía, sino hasta que dieron las ocho y media porque esperamos con paciencia a uno de mis ayudantes.

    Ramiro fue a una oficina del gobierno a recoger el papel legal del Ministerio Público, donde se nos autorizaba a entrar durante una noche a la casa abandonada. Con ello, nadie nos podría acusar de invasión a una propiedad privada.

    En lo que llegaba, nosotros platicamos con los vecinos. Un hombre de la tercera edad, me preguntó:

    —¿Es en serio que van a entrar a la casona? ¡No sean insensatos, pues no saben lo que les espera adentro!

    Una mujer intervino algo asustada:

    —¡No jueguen con esas cosas! ¡Ya de por sí, nosotros a veces en las noches escuchamos cosas horribles que salen de la casa y ustedes vienen a alborotar más a los demonios!

    Yo intervine para tranquilizarlos:

    —No se preocupen. Únicamente instalaremos el equipo, los aparatos tomarán registros y harán todo el trabajo, por lo que solamente los supervisaremos. No hay ningún problema.

    Ramiro llegó y con este documento, nos alistamos para entrar, y lo primero fue quitar con mucho cuidado las viejas maderas que tapaban la entrada, y abrimos la puerta.

    Cabe decir que las maderas tenían pintadas unas cruces con tizne de velas, y ni los vagos del rumbo, ni la gente en situación de calle se han atrevido a retirar las maderas por las cosas terroríficas que se murmuran de ese lugar.

    La gente que vive en los alrededores nos contaron sobre ciertos hechos muy inquietantes, que suceden tanto en el día como en la noche. Un muchacho en bicicleta, nos dijo:

    —En las noches cuando paso por aquí, en ocasiones sí llego a escuchar lamentos muy leves, a veces como gruñidos, pasos y arrastrar de pies.

    Una vecina, señalando las tablas que cubrían una de las ventanas, afirmó:

    —Entre los huecos de los tablones, a veces se pueden ver unas luces misteriosas que se cuelan de las rendijas de las ventanas. Yo procuro no asomarme de noche.

  • Todos esos comentarios nos pusieron más nerviosos, pero teníamos qué sobreponernos para entrar con valor.

    Los vecinos nos dijeron que estábamos locos, e incluso, una ancianita me regaló un escapulario y me dijo:

    —Póngaselo por favor, le regalo este escapulario que está bendito por el arzobispo y los va a proteger de todo mal, a usted y a los que lo van a acompañar.

    Se lo agradecí y nos dispusimos a entrar. Una vez que abrimos la puerta, yo pasé primero para infundirles valor y mis ayudantes me siguieron con sus lámparas de mano.

    Entramos con mucho cuidado, con la impresión de que de un momento a otro podríamos observar algo que nos haría brincar de un susto. Cerramos la puerta detrás de nosotros.

    Nuestro mundo cotidiano se quedó atrás, y enfrente se encontraba otro muy distinto: Uno sobrenatural y misterioso, que nos puso a todos en estado de alerta.

    Aquello estaba muy oscuro y tenebroso… No pudimos evitar sentirnos algo nerviosos ante la pesada oscuridad que nos envolvió. El silencio era sobrecogedor.

    Encendimos las tres lámparas de gas, estábamos en una sala polvorienta, muy antigua y unas cortinas oscuras, sucias y entelarañadas tapaban las ventanas.

    Esperamos un rato hasta que nuestros ojos se fueran acostumbrando a las penumbras y a las lucecillas tenues y amarillas de las lámparas. Hasta ese momento, nadie fue capaz de decir o comentar nada.

    Respiré nerviosamente y sentí cómo mi corazón palpitó precipitadamente. Aquel ambiente olía a humedad, a madera podrida y a lugar viejo y encerrado.

    Suspiramos, tratando de controlar nuestros miedos…

    Limpiamos una pequeña área de aquella sala, en la que íbamos a usar como cuartel general, punto de reunión y en el que cenaríamos y tomaríamos café.

    Hablando casi a susurros, empezamos a armar y probar el equipo para registrar psicofonías, para tomar vídeos, fotos, grabaciones, y la actividad paranormal que encontráramos.

    Estando instalados, Norma, la única chica del equipo, que es la hija de don Roberto, mi fotógrafo, preparó un poco de café en una parrilla de baterías que llevábamos. Ella dijo:

    —Con esto nos vamos a sentir un poco mejor. Además, nos calentaremos, ya que hace mucho frío en este lugar.

    Todavía en silencio, murmurando frases cortas, todos bebimos el café y sentimos un relajamiento muy agradable ante aquella tensión que estábamos experimentando.

    Después de esto, Norma, su padre y otro amigo llamado Silvio, se quedaron preparando el resto del equipo, mientras que Julián, Ramiro, y yo, inspeccionamos parte de la casona.

    Provistos de lámparas de mano, entramos a una estancia que estaba llena de telarañas, olía a humedad y a pis de gato, ¡Pero no se veía a ninguno por ahí! Julián susurró:

    —¡Este olor a micifuz me está dando mucho asco!

    Entramos a una amplia recámara, donde en las paredes, la pintura y el yeso se caían a pedazos. Una cama de bronce opaco estaba en un rincón.

  • Vi una palangana de peltre y unas tres cajas de madera en otro rincón. El polvo acumulado era tal, que fácilmente se podría recoger a puños.

    La aguja del termómetro que llevábamos, marcaba una temperatura ambiental de 21 grados centígrados. Aquella sensación húmeda era molesta, pero todo estaba seco.

    Ramiro cuchicheó, mirando para todas partes:

    —Hay mucho polvo, no hay rastros de agua, pero… ¿De dónde vendrá la humedad que hay en el ambiente?

    Yo, extrañado ante ello, exclamé:

    —Ha de ser por lo encerrado de la casona, no sé…

    En el cuarto contiguo, había un baño que tenía los mosaicos mugrientos y la aguja se disparó a los 28 o 29 grados… ¡Hacía calor ahí adentro y no sabíamos por qué!

    Julián tocó una pared y consternado, dijo:

    —¡Aquí se siente más caliente! ¿Será porque todos los mosaicos almacenan el calor? ¡No, esperen, también están fríos, qué raro…!

    Había una tina grande para ducharse que estaba muy sucia, y con un cochambre que parecía sangre seca. En esa habitación y en la anterior dejamos equipo conectado.

    Luego pasamos por un pasillo donde se encontraban tres puertas. Abrimos la primera y adentro habían maniquíes antiguos, los cuales nos dieron un buen susto. Yo exclamé:

    —¡Cuidado! ¡Aquí hay varias personas!

    Ramiro las alumbró y me dijo:

    —Espera, Carlitos, son maniquíes. Parece que en este lugar, la gente los guardaba junto con ropa para un negocio. ¡Vaya, que se ven medio tétricos!

    En la segunda puerta había mucho polvo y olía muy feo, como a carne descompuesta, y hasta pensé que algún animal muerto era el causante, pero no vimos nada pudriéndose.

    —¿Qué es esto? ¡Esperen, no entren!

    Al detectar el olor, nos pusimos unos cubrebocas, pues también detecté olor de guano de murciélago, el cual, hace mucho daño a las vías respiratorias.  

    Alumbramos el interior y nos percatamos de que era una biblioteca desordenada, donde se encontraban muchos libros tirados por doquier, y varios estaban rotos.

    Lo curioso es que no había nada echándose a perder ni estiércol de murciélago. No había rastros de quiróperos y me quedé extrañado, como con la orina de gato. Ramiro dijo:

    —¿No se tratará de manifestaciones sobrenaturales por medio del olfato? Hemos detectado olores diversos y hasta humedad, sin que nada de esto exista aquí.

    Le respondí, dudando de mis propias palabras:

    —La verdad es que no lo creo. Probablemente es una mezcla de aromas debido al encierro que la casona ha tenido durante décadas, sin que nadie la haya abierto.

    Cerramos la habitación y el tercer cuarto nos condujo a una estancia que era una sala de juntas, llena de sillones... ¡Y hacía mucho frío, pues la aguja marcó 7 grados centígrados!

  • Conforme entramos más, (la sala medía unos 30 metros de largo), y rodeamos una larga mesa, se sintió el ambiente más helado, al grado que nos hizo tiritar. Julián exclamó:

    —¡Vaya frío que está haciendo aquí, ya que parece un refrigerador, aunque… Esperen, escuchen!

    Prestamos atención pero no oímos nada. Él continuó:

    —Estoy seguro que acabo de percibir un quejido de mujer, pero en un tono muy leve… ¿Ustedes lo oyeron?

    Ramiro contestó, prestando mucha atención:

    —No, yo no he detectado nada, y creo que Carlitos tampoco. ¿No lo habrás imaginado?

    De pronto, Julián se puso el dedo en la boca para pedir que nos calláramos, a la vez que dijo:

    —¡Ahí está otra vez, escuchen…!

    Tampoco oímos nada… Dejé encendida una grabadora especial para detectar psicofonías y salimos de la estancia.

    Hasta ese momento, no habíamos visto nada que fuera sobrenatural, por lo que empecé a pensar que simplemente nos habíamos sugestionado con la casona, la que se mostraba tétrica e imponente ante nosotros.

    ¡Entonces fue cuando vi la luz, y todo sucedió rápido...!

    Mis dos amigos retrocedieron ante una especie de llama que era del tamaño de una naranja, que salió como del techo, recorrió el pasillo y se perdió en la oscuridad.

    Era como una pequeña centella amarilla y se alejó tan rápido que duró solamente unos segundos. Yo exclamé:

    —¿Pero qué es eso que pasó rápidamente?

    Mis amigos se pusieron muy nerviosos y me suplicaron para que regresáramos con los demás, y de momento, ya no pude entrar a los demás cuartos. Les advertí:

    —Les prohíbo estrictamente a los dos, que digan alguna palabra de esto, para no asustar y sugestionar a los demás.

    Ya estando reunidos todos, tomamos café, sándwiches de pollo con queso y platicamos casi una hora en voz muy baja, ya que en los otros cuartos, estaba haciendo su labor el equipo que instalamos.

    Ramiro y Julián, los muchachos que me acompañaron, se quedaron en la sala y todavía estaban muy impresionados. Julián exclamó:

    —Nosotros nos quedamos aquí para monitorear todo el equipo. Sigan ustedes, por favor.

    Don Roberto, mi fotógrafo de 57 años de edad, notó su nerviosismo y me dijo:

    —Me quedo con los muchachos. Vayan a investigar y en breve me sumo a la búsqueda para tomar las fotografías. Quiero ver que estos jovencitos registren bien los datos.

    No los culpo que tuvieran mucho miedo. Norma, Silvio, y yo, empezamos a recorrer el resto de la gran casona. En los demás cuartos nos encontramos con lo mismo: Mucho polvo, humedad, olor a encerrado, aromas raros, en fin…

    Norma se aferró a mi brazo como niña que tiene miedo, y yo la tranquilizaba con palabras suaves, y le dije que no se separara de nosotros.

  • Entramos a una habitación que, entre otros muebles, había un librero donde estaban varios frascos, que contenían nada menos que… ¡Fetos humanos en formol!

    Norma contuvo un grito y yo le dije:

    —No te asustes, esto parece que fue el despacho de un ginecólogo y se ve horrible. Tratemos de no hacer conjeturas en nuestra mente y salgamos de aquí.

    Poco después, llegamos hasta una enorme escalera de caracol. Me llamó la atención un cuadro que estaba en una pared donde se veía un paisaje de los Alpes suizos, pero la tela tenía como unos navajazos. Le dije a Silvio:

    —Es una pena que la tela esté tasajeada de esta manera, ya que es un cuadro magnífico, el cual ha quedado inservible y repararlo podría…

    No pude terminar la frase porque de pronto Norma pegó un fuerte grito que me espantó y hasta me hizo saltar.

    —¡¡¡AAAYYYYY…!!!

    Volteamos a verla y ella estaba aterrada... Me abrazó y de los nervios y la desesperación que sentía, clavó sus uñas en mis brazos, lo cual me dolió bastante, pero le dije:

    —¡Vámonos, no mires y aférrate de mi!

    Yo la saqué de ese lugar y rápidamente la llevé con los demás a nuestro ‘cuartel general’. Silvio estaba confundido.

    Norma lloraba y estaba temblando llena de pavor, y no podía articular palabra alguna. Cuando llegamos, los demás se asustaron mucho. También ellos alcanzaron a oír su grito.

    Don Roberto, mi fotógrafo, la abrazó y le preguntó:

    —¡Hija! ¿Qué te pasó? ¿Qué fue lo que viste?

    Después de que le dimos café, todavía en shock y con los labios temblando, exclamó horrorizada:

    —¡Acabo de ver a una señora, a una mujer vestida de blanco que iba subiendo la escalera! ¡Flotaba en el aire e iba de espaldas! ¡Se los juro que la ví… la vííí!

    Cuando Norma la observó, quiso hablarnos, pero se quedó quieta, petrificada, mientras que nosotros hacíamos comentarios acerca del cuadro que acabo de mencionar.

    Ella continuó con su relato, presa de los nervios:

    —¡En ese momento volteó la mujer y miré su rostro y no tenía ojos, ya que se le veían las cuencas negras y vacías! ¡Ay, Dios mío, fue algo tan espantoso, tan horrible, que…!

    Nos quedamos mirando con miedo los unos a los otros. Recordé que gritó con todas sus fuerzas y cuando volteamos nosotros a verla, en la escalera no había nada…

    Los muchachos se pusieron muy nerviosos y les dije que trataran de calmarse. Yo, en estos momentos, iba a ver la famosa escalera, pero nadie quiso ir conmigo.

    Los comprendo. Solamente me acompañó don Roberto, el papá de la chica. Llegamos hasta donde estaba la escalera, subimos y bajamos varias veces, y no vimos nada.

    Don Roberto y yo fuimos recorriendo de nuevo la casa, incluyendo todas las partes a donde no habíamos ido, y fue tomando fotografías. Él demostró tener mucho más valor.

    En un recinto donde habían muchas cajas que estaban apiladas, vimos un poco de luz a lo lejos, pero cuando nos acercamos, se apagó. Esta era como cuando encendemos un cerillo. Yo le comenté a don Roberto:

    —¿Es verdad lo que vimos, o fue solamente un reflejo de nuestras lámparas de mano?

  • —Esa lucecita fue real, Carlitos. Al principio pensé que era una luciérnaga, pero cuando nos acercamos, simplemente se apagó… ¡Y ya no hay nada!

    Lo que sí escuché claramente fue un gruñido muy leve, como el emitido por un perro cuando un extraño se le acerca. ¡Hasta mi compañero se puso alerta por si acaso!

    Dejé ahí mi grabadora de bolsillo grabando el ambiente y fuimos a las demás estancias. ¡No pude reprimir el asco al ver en un patio trasero que en el suelo estaban tirados los esqueletos y los pelos de varias ratas!

    Aunque ya no tenían restos que siguieran pudriéndose, el olor a descomposición era fuerte y nos vimos obligados a salir de ahí rápidamente.

     Cuando terminamos el recorrido, regresamos con los demás. Para eso, ya era la una y media de la mañana.

    Tuve qué quitarles los smartphones a los muchachos, ya que con sus llamadas, (yo entiendo que hablaban para darse valor), podrían interferir en algunos registros que estábamos tomando con los aparatos.

    Todo estaba quieto, monótonamente quieto. Norma y los chicos se calmaron y pronto platicábamos en voz muy baja. Don Roberto preparó más café y sacó unas galletas.

    Como a las dos y media de la mañana, a Norma le dieron ganas de ir al baño, pero no quiso ir sola. Su papá y yo la acompañamos. Los demás nos vieron con temor.

    Yo les dije, tratando de tranquilizarlos:

    —No se preocupen, no tardamos. Concéntrense en monitorear el equipo y las pantallas. Por favor.

    Ella entró con su padre al baño, donde estaba la tina mugrienta, y obviamente yo me quedé afuera. No ocupó el inodoro por sucio, pero la chica se las ingenió.  

    Pronto, tuve a todos los demás a mi lado, temblando de miedo. Silvio nos dijo muy nervioso:

    —¡Acabamos de ver unas sombras que se deslizan por la pared, además, las luces de las lámparas de gas emiten unas coloraciones muy extrañas!

    Ya no nos separamos para nada y volvimos a donde era el centro de nuestra reunión.

    El caso es que en toda la noche yo no vi ni escuché más cosas, solamente lo de la luz que he comentado y cuando oí el gruñido. Esperaba ser testigo de cosas más espectaculares.

    Pero los demás decían escuchar cosas a cada rato, y yo entiendo que estaban muy sugestionados. Esa fue una noche de muchos sobresaltos y tuvieron los nervios en tensión todo el tiempo hasta que amaneció.

    Para romper toda esta tensión, se me ocurrió hacer un comentario que suscitó varias risas, pero también muecas de nerviosismo. Les dije:

    —Para relajarnos, vamos a platicar en voz baja… ¿Qué les parece si contamos algunas historias de terror?

    No digo que yo tenga los nervios de acero ni me quiero hacer el héroe de la historia, pero debido a que padezco de cierto grado de sordera, mis oídos no pueden registrar todo lo que captan unos oídos que son totalmente normales.

  • Eran las cuatro y media de la mañana, y hasta cerca de las seis y media que empezó a amanecer, esas fueron las dos horas más largas de nuestra vida, pues tuve qué lidiar con el nerviosismo de mis amigos.

    Lo que también observé, fueron sombras grises sobre el espejo sucio de la enorme sala, pero yo prefiero pensar por ahora, que todo eso fue el producto de mi imaginación.

    Cuando acabó la noche, salimos de la casa, cargamos todas las cosas en la camioneta, nos dirigimos a casa de don Roberto donde dejamos el equipo, desayunamos, y yo me vine a trabajar a la Editorial.

    Silvio me trajo mi grabadora de bolsillo y en la cinta los dos escuchamos cosas muy interesantes, entre unos gruñidos, leves gemidos, y otras cosas más, que contaré a detalle en el Segundo Capítulo.

    Hasta este momento, eso ha sido lo que vivimos mi equipo y yo en aquella casona. Una semblanza mucho más completa la daré una vez que estudiemos el material.

    Adelanto diciendo que en una de las fotos que tomamos a la escalera, en la cual al principio no vimos nada, se nota una sombra blanca, como un bulto difuminado y curioso.

    En las fotos del espejo, se alcanzan a ver unas siluetas.

    La casona era de una familia muy rica que tuvo su gran opulencia a principios del siglo XX, y la mandó construir en base a las mansiones francesas de finales del siglo XIX.

    El dueño que la construyó, (me enteré después al hacer muchas averiguaciones), era de Monterrey. Este hombre se llamó Jacinto García.

    Mientras que él trabajaba en sus negocios, su mujer lo engañaba con uno de sus ‘mejores’ amigos, pero el marido los descubrió abrazados y desnudos en la recámara, y asesinó de tres balazos a su rival.

    El cuerpo, se ignora hasta la fecha dónde lo enterró, y la mujer desapareció. Unos dicen que la envió a Francia, otros a España, y hay quienes afirman que no ha dejado la casona.

    Se dice que el esposo engañado la encerró en medio de dos paredes, donde está la escalera, por lo que ella falleció emparedada.

    Por otra parte, Jacinto prefirió morir antes de entregarse cuando se enfrentó a tiros con la policía y no pudo escapar cuando pretendía huir del país.

    La única hija adolescente, producto de ese matrimonio, posteriormente y sin razón aparente, perdió la cordura y fue encerrada de por vida en un manicomio.

    El segundo dueño tuvo la desgracia de que su bebé se le muriera en la casona, sin razón aparente y el médico declaró que fue de ‘causas naturales’.

    Además, él y su familia veían cosas raras, escuchaban ruidos, lamentos y los muebles se movían sin razón aparente.

    Lo que hizo que abandonaran la tétrica casona fue al ver a la señora de blanco que asustó a Norma, que bajó en varias ocasiones por la escalera.

    Y el tercer dueño se fue cuando a su mujer le dio un ataque al corazón por el terror de estar viendo luces, por escuchar voces, y detectar olores desagradables, como de carne descompuesta.

    La casa se ha quedado abandonada desde los setentas, hasta apenas que nosotros entramos a perturbar la paz de los entes del Más Allá…

  • CAPÍTULO DOS

    LOS PRIMEROS RESULTADOS DE LO QUE VIVÍ EN LA CASA DE ESPANTOS

    Aquí tienen los resultados de las fotos, vídeos, de las psicofonías y de lo registrado en la casona de la calle Lorenzo Boturini. El material nos mostró cosas verdaderamente interesantes…

     

    LAS PSICOFONÍAS:
    1.-) LA GRABADORA DE LA GRAN SALA

    Recordarás que estuvimos en una sala grande que fue nuestro ‘Cuartel General’. Ahí, dejamos una grabadora especial para poder detectar psicofonías y éstos fueron los resultados al escuchar toda la cinta:

    10:36 P. M.- Se oyó un susurro de mujer que decía: ‘Claudia... Claudia...’.

    11:54 P. M.- Se escucharon risas muy lejanas, como de una niña o de una muchacha, seguidas por un leve ruido semejante al que produce una sartén cuando se están friendo unos huevos.

    12:04 A. M.- (De aquí en adelante todas las horas son en la madrugada). Se escuchó la voz de un hombre que decía con voz muy baja, y hasta nos costó trabajo entender: “Soy Luzbel... Soy Luzbel... Quema... Quema...”.

    12:41.- Se oyó un desgarrador grito femenino a lo lejos.

    Después de estudiar cuidadosamente la cinta y de pasar la cinta de la voz por el espectrógrafo de ondas, nos dimos cuenta que era el grito de Norma cuando vio a la siniestra mujer de blanco parada en la escalera.

    ¡Al fondo se escuchaban unas risas apagadas!

    1:29.- El ambiente se llenó de ruidos semejantes a unos animales peleándose, como gruñidos, gemidos y al final se oyó una fuerte carcajada… Esto duró alrededor de minuto y medio.

    2:55.- Se escuchó otra vez la voz que decía “Claudia... Claudia...”, y una voz de hombre dijo “No... No...”.

    3:32.- Se oyeron ruidos de arrastrar de pies, seguidos por otros, de galopes de caballo y uno como mugido.

    4:03.- Se escucharon ruidos como los que hace un herrero cuando golpea un objeto metálico en el yunque. Es un ruido monótono que se alternó con tosidos apagados y carraspeos como de un anciano.

    5:49.- La voz de una niña, o niño, se escuchó clarísimo a la lejanía, diciendo: “... Mamá... Mamá... Tengo miedo... Mamá... Mamá...”.

    6:18.- Un poco antes de irnos, la grabadora registró durante dos minutos o un poco más, los sollozos y el llanto en voz baja de una niña o muchacha y la voz: “Déjenme ir...”.

  • 2.-) LA GRABADORA DEL TERCER CUARTO, DONDE HACÍA MUCHO FRÍO

    Fue al lado del pasillo donde vimos la centella luminosa que cruzó velozmente del techo hasta el fondo.

    Cronométricamente no hemos calculado todavía el tiempo para cada psicofonía como en la grabadora anterior, debido al mucho trabajo que mis amigos y yo hemos tenido.

    Este fin de semana queremos acabar de estudiar el material, pero de antemano diré que en la segunda grabadora se escuchan llantos de mujer, como si una muchacha llorara a gritos.

    También una voz infantil que clama: “Tengo frío... Mamá... Tengo frío...”. 

    Pero lo más impresionante de todo lo registrado en esa grabadora fue una voz tétrica que dijo una frase que no se le entendió nada, pero al reproducirla al revés, dijo:

    —“Estúpidos... ¿Por qué vienen ustedes a provocar al Asmodeo?...”.

    También se escucha el grito escalofriante de Norma, mucho más cerca pues el cuarto está al lado de la escalera… ¡El grito me hizo saltar de nuevo, lo confieso!

    Entre otros ruidos, también se escucha la voz de un anciano o anciana que dice en forma suave: “Te estamos esperando… Ven… Ven… Ven…”.

     

    3.-) LA GRABADORA DEL PASILLO, CONTIGUO A LA ESCALERA, DONDE SE APAGÓ LA LUZ TENUE

    Falta clasificar los sonidos cronológicamente con sus explicaciones, pero lo más relevante en esa grabadora fue el grito de Norma y muchas risas sarcásticas.

    En ésa grabadora se registró lo que hasta ahora se me ha hecho lo más intrigante y para todo mi equipo, esto es lo más espeluznante.

    Dos o tres veces se oyeron frases que no se entienden, pero al voltear la cinta, dice: “Al haber entrado, hicieron pacto con el diablo... Recíbelooooo...” y, “Nimrod nunca los dejará... El demonio... El demonio...”.

    Lo más escalofriante es que se oyen alaridos casi al final de la cinta, lloros y gemidos, risas y gruñidos como de bestia, y una voz que dice: “El infierno... Hace calor aquí...”.

    Existen otras dos grabadoras, cuyo material todavía no hemos estudiado, pero pronto comentaré sobre ello en forma más profunda.

     

    4.-) LAS FOTOGRAFÍAS Y LOS VÍDEOS

    Tocante a las fotos, tomamos dieciséis de la escalera en diferentes ángulos y alturas.

    En tres de ellas se aprecia que baja una tenue silueta luminosa, alargada, semejante a la imagen conocida de un espectro llamado La Dama de Marrón que puedes encontrar en el buscador de imágenes de tu computadora.

    Esa imagen es algo muy semejante a ello... Hablando de los vídeos, encontramos cosas muy interesantes de las cuales vamos a hablar en un futuro, y no queremos ‘quemar’ toda la información de lo que descubrimos.

    En el libro que publicaré y que estoy terminando, quiero poner todas las fotografías, un disco CD con las psicofonías y con los vídeos, y narraré mucho más cosas asombrosas que encontramos en ese tétrico lugar.

    ¡Esto va a ser algo extraordinario y desconcertante…!


  • Si les gusta el texto que he anexado, pondré algunos capítulos completos del libro para que lean todo esto con más profundidad. Indíquemelo en sus comentarios.
  • Hola!!! Como te dije en el otro hilo, hoy no tengo tiempo de leerte. Lo haré mañana, sin falta. Gracias por la dedicatoria.
    Abrazo hasta México.
  • Gracias a tí, te mando un abrazo y un afectuoso beso.
  • ¡Hola! Qué texto tan extraño... ¿Por qué estaban tan asustados? ¿Por el cambio de temperatura y humedad? ¿Por la señora de blanco, que bien podría haber sido sugestión? ¿Y las grabaciones? ¿Cuál es el problema de esos espíritus? Había uno obsesionado con un demonio... ¿Ustedes creen en demonios? Yo prefiero creer en ángeles. Son más lindos. Bueno, me pareció muy raro todo. Gracias por compartir.
    Abrazo y seguí adelante con tu proyecto. Suerte!!!
  • Gracias a ti, Clarito. Mira, no es que yo sea valiente, ya que como humano también tengo mis temores. 
    A mí también me extrañó que todos estuvieran tan nerviosos, ya que por dos o tres cosillas pequeñas como la luz y el gruñido, yo no vi nada sobrenatural. Pero mi equipo sí vio o sintió más cosas que yo y acabé tratando de controlarlos a ellos.
    Pero lo que detectaron los aparatos no queda la menor duda de que hubo algo más ahí que no nos podemos explicar.
    Sé que por la 'brevedad' del relato, no expliqué ciertos detalles, pero cuando salga publicado el libro te lo enviaré y verás el por qué de muchas cosas.
  • Genial!!! Yo soy desconfiada por naturaleza. Pero cuando veo películas con argumentos como el que escribís acá, no quiero estar sola en casa... jaja... Me da miedito...  :o
  • El texto está bien, me ha gustado en líneas generales. Pero veo una serie de puntos que resultan digamos... chocantes. En Primer lugar se trata de un equipo de especialistas en psicofonías y engendros paranormales, es decir de mucha experiencia en lo mismo. No puede saberse como todos ellos se van abajo en sus ánimos a la primera de cambio de percibir cosas. Solo permanece incólume el protagonista que narra en primera persona. Si todos ellos se hubiesen comportado como profesionales acaso se hubiese podido conseguir un punto en el más allá de los fenómenos paranormales. Segundo me da la sensación de que toda la componenda espectral es un tanto unidireccional, es como si cada acción pudiese preverse por el lector. Es decir dentro dentro de la propia monstruosidad habita una especie de surrealismo que no es ya que sea lo clásico, sino algo dentro de los parámetros que la serie negra nos tiene acostumbrados. En tercer lugar no se aprecian detalles al margen de la serie paranormal que nos liberen momentáneamente de la tensión, o sea, unos terceros personajes, policía, vecinos, etc,  incluso detalles al margen, por ejemplo una de las ventanas dejaba entrar el gélido aire de la noche, los blancos visillos de la fachada ondulaban siguiendo la luz de las farolas en el exterior. Y tampoco me gusta mucho la reiterada mención del diablo como si tuviera que ser necesariamente él, con la de asuntos interesantes en los que debe estar ocupado. Ahora no tengo ganas de hablar de él porque mancha. Por cierto Jacinto García es mi vecino. Y en relación con el material técnico da la sensación de tendría que poseer mayores posibilidades. Yo he leído cosas reales de codificación de fantasmas y espíritus y todo reluce un espeluznante aspecto de cosa normal como si esos espíritus estuviesen ahí cerca de nosotros, pero que nos conocen y nosotros les conocemos a ellos.
    En fin como remate al comentario y para relajar un poco la cosa podríamos hacer el chiste del veo veo. Un muchacho le dice a otro: veo veo. el otro le contesta ¿qué ves? y el primero dice: una cosa que empieza por C. El segundo ufano le contesta: Calderas de Pedro Botero. 

    Sigo pensando que esa mansión en el centro de México City, tiene mejores posibilidades, cuchillos, ruidos de disparos, viejos antepasados traspasados por la pasión, escaleras que se derrumban, ventanas que saltan en añicos, gritos en la dimensión paralela, incluso encuentros en la tercera fase, jeje. 

    Pero sin duda una narración macanuda. Brindo por vuestro éxito.





     
  • El relato es simplemente un resumen, un extracto, pero todo el texto abarca más de 350 páginas. Es por ello que no hay una hilación que lleve un suspenso continuo. Es solo una probadita de lo que contiene el libro.
    El equipo de 'cazafantasmas' (se me olvidó aclararlo) eran de gentes de la Editorial que son parientes y amigos de mi jefe. Ninguno es profesional, ni yo. Todos son aficionados y que se animaron a ir conmigo.
    En el caso de don Roberto y yo, fuimos los más 'ecuánimes' debido a que él es un hombre con mucha experiencia en la vida y no cualquier cosa lo asusta, y yo he visto muchas cosas paranormales en mi vida y lo de la casona no fue algo extraordinario.
    Lo importante fueron las grabaciones y los resultados. Cuando salga el libro, lo subiré aquí en capítulos.
  • Clarito dijo:
    Genial!!! Yo soy desconfiada por naturaleza. Pero cuando veo películas con argumentos como el que escribís acá, no quiero estar sola en casa... jaja... Me da miedito...  :o
    Clarito, en tu hilo pondré unas cosas interesantes a lo largo de esta semana, ya verás.
  • Una temática que siempre me ha gustado la paranormal, en especial el tema de lo psicofónico.

    Interesante extracto Carlos, un saludo...
  • El libro saldrá a la venta a mediados del año que viene, pero cuando salga, lo pondré completo por capítulos aquí, para todos ustedes.
  • Gracias, Charly!!! A mí me gusta lo paranormal, pero tiene que haber alguien en casa, ya te dije... jajaj
  • Procuraré enviarte el PDF en enero. El libro impreso te lo envío cuando me los tengan en la Editorial.
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