La angustia
fue desapareciendo a medida que buscaba nuevas cosas que hacer, y por
"cosas que hacer" me refiero a entender qué es lo que quiero, o al
menos lo que creo que quiero. Esto me proporciona un punto de referencia para empezar
a caminar por un camino, que, aunque en principio ni siquiera sea el mío, me
pueda llevar por lugares nuevos donde tal vez encuentre una bifurcación en este
sendero, un giro que me muestre mi lugar, mi verdadero sentido.
Si sigo
continuo a la espera de que tal sentido se presente solo, mientras me sumerjo
en un lago de depresión, enojo y desesperanza, pensando de forma trágica y
creyendo que no hay salida, perderé la poca salud mental que me queda. He
estado planificando, estableciendo objetivos a largo plazo y desglosando estas
metas en planes de acción a corto plazo (1, 3, 6 meses), para finalmente
descomponer este plan de acción en estructuras semanales y diarias. Esto me
ayuda a tener un mejor sentido de la dirección y una visión más clara de hacia
dónde me dirijo y por qué.
He comenzado
a estudiar matemáticas con el objetivo de especializarme en estadística y
probabilidad para avanzar en mi conocimiento del análisis técnico de los
mercados financieros. Confío en que esto me ayudará a superar el estancamiento
en mi trabajo actual. Tengo mucho tiempo libre, y sé que la motivación y el
sentido de propósito no aparecen por sí solos. Debo explorar áreas que quizás
no me gusten, pero no lo sabré hasta que desarrolle ciertas habilidades en esas
áreas. La idea es enriquecer mi arsenal de conocimientos para aumentar mi
capital intelectual y mejorar mi calidad de vida.
Además,
estoy incorporando contenido de desarrollo personal, como libros de psicología
y material espiritual, meditación, y la escritura, que para mi sorpresa, fluye de manera casi ininterrumpida, sin
frenos ni borradores. Me he decidido por escribir de manera libre, lo que
permite que las ideas espontáneas no se escapen fácilmente. Aunque alguien me
aconsejó escribir a mano, eso me hace perder muchas ideas que no duran en mi mente, especialmente cuando mi objetivo
es verter palabras, ideas y sentimientos de manera honesta antes de
arrepentirme y caer en la falsedad.
Había
pensado en escribir 500 palabras, pero sin darme cuenta he tropezado con 400.
La escritura se ha convertido en una forma de canalizar mi enojo, mis
incertidumbres, mis miedos, ansiedades, frustraciones y la sensación de
soledad. Aunque sé que hay personas con problemas mayores, no encuentro
consuelo en esa comparación. Necesito encontrar un propósito o un sentido de pertenencia
en algo que me apasione.
Estoy
considerando buscar talleres para aprender a escribir de manera estructurada y
creativa, y me gustaría mantener un diario para expresarme día a día. No sabía
que esto me haría sentir tan bien, lo digo por cómo me siento después de
arrojar casi 600 palabras.
A pesar de mis períodos de procrastinación, he
estudiado más en estos días que en meses.
Creo que la
clave es formar el hábito, no esperar a que me guste algo antes de empezar a
hacerlo, sino empezar y adquirir habilidades para luego decidir si me gusta o
no. A menudo, damos por descartada una actividad, proyecto o tema, argumentando
que no es lo nuestro, que no nos gusta, y nos rendimos porque no somos buenos
en eso. Buscamos justificaciones para no dar el primer paso, porque es más
fácil quedarnos en nuestra zona de confort con la rutina de siempre que decidir
dar el primer paso hacia un nuevo paisaje. Quiero evitar que la angustia, los
tropiezos y los sistemas de valores y creencias que ni siquiera me pertenecen
controlen mi vida. Sé que soy más fuerte e inteligente que eso y que puedo ser
mucho más, incluso si descubriera que tengo poco tiempo de vida. Quiero vivir
lo que no he vivido hasta ahora debido al miedo: miedo a la incertidumbre, al
fracaso, a la desaprobación, a la mirada de los demás. Esa mirada que, aunque
siempre afirmé no darle importancia, en realidad me aterra. Y ese miedo no me
hace un cobarde ni menos que nadie. No puedo seguir negando mis miedos; la
única forma de ser fuerte es enfrentar mis demonios, y eso implica aceptar que
me asustan y estar dispuesto a enfrentarlos, a aprender cosas que alguna vez
consideré imposibles, a convertirme en la mejor versión de mí mismo.
No me propongo
metas absurdas como volverme millonario, sino mejorar, alcanzar un nivel mental
y espiritual más elevado en comparación con mi yo anterior. Esto, a su vez,
mejorará mi rendimiento laboral, mis ideas, mi humor, mis recursos y me dará un
propósito para seguir adelante. Necesito ser más agradecido con mi vida y mi
familia, ser más amoroso con los demás, más tolerante, enojarme menos,
controlar mis impulsos y dejar de ceder ante estímulos y placeres instantáneos
que solo resultan en la destrucción de mi amor propio. Es hora de dejar de
elegir estar con personas que no me hacen bien solo para evitar la soledad.
Debo abrazar mi soledad, mis miedos, y aprender a vivir con ellos en lugar de
resistirme y tratar de alejarlos a la fuerza. Si no puedo vencer a mis enemigos
internos, al menos los tendré cerca, y con "enemigos" me refiero a
mis propios demonios emocionales. Dejar de resistir mis emociones negativas
será la forma de liberarlas, dejar de involucrarme tanto con mis pensamientos y
emociones, estar atento, escuchar lo que siento, pero permitirles que sigan su
camino sin juicio alguno. Tomar el control, ser consciente y decidir
"morir" cada día, vivir con la plena conciencia de que no hay un
mañana en el plano psicológico. Establecer metas sin intentar abarcar todo al mismo tiempo.
Disfrutar del proceso y jugar.
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