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¿Qué podría haberte contado de Marruecos? ¿qué me pierdo en las Medidas a dejar pasar el tiempo, y que adoro el caminar sobre chanclas?
Siempre quise conocerlo, pero me contaron que a las niñas rubias y de ojos azules las raptaban. De allí me traje mi natural forma de atarme el pelo con un pañuelo y no volver a sentir vergüenza.
Marruecos, ¡ay mi Marruecos! el desierto y su soledad, y mi risa desbocada sombre un camello me dieron las ganas de un nuevo camino. Dos mil quinientos kilómetros en un viejo Dacia sin aire acondicionado. Mi piel seca por la arena colada por la ventanilla. La vista se relajaba tanto que olvidaba mis gafas en el bolso.
Las tardes con un horizonte marcado por la carretera y el sonido de algunos vientos; aquellos puebluchos de mala muerte, donde las calles ni eran calles y los niños volvían serenos y obedientes a sus casas. Allí aún se vive el respeto por lo viejo y se adora a la infancia como un lucero.
Me encantaba ver como en aquel paraje, las madres se afanaban por sus niñas con el pelo lleno de trenzas y sus vestidos limpios lavados en ríos. Como el amor reside en cualquier lugar y momento, bajo cualquier circunstancia.
En Marruecos aprendí que, aunque nada sea perfecto, siempre hay un lugar para el descanso. Observé vidas llenas de resistencia y resignación, el valor del esfuerzo— ese que viene de la mano de la constancia —la fortaleza de los sueños y también de los deseos.
Cubrí mi cabeza y mis hombros, guardé mis principios para ponerlo bajo las rodillas de otros. Comprendí que mi mundo no siempre es el primero. Hay que mantener las creencias porque a veces son el equilibrio que lo sostiene todo. No siempre es como lo cuentan ni como asoma tras las celosías.
Y en aquel cúmulo de idas y venidas, de pensamientos cruzados, de mis manos llenas de especias, y de un equipaje casi escueto, rebosé de nuevo una maleta llena de deseos. Maté a los reproches, le negué el agua al miedo, encaré la frustración, acepté los fracasos y a todos mis amantes inciertos y ya olvidados.
Dónde el suelo era polvo me planté. Marruecos me regaló el silencio y las horas en un reloj de arena entre rebuznos y té, con tiempo de charlas amenas, para que llegase un encuentro.
Lo sellé con la promesa íntima de volver a ser ignorante; así casi de pasada, así casi al completo, así casi con casi nada, y con casi todo. Así con lo que me encandilaba y así con sus defectos, con toda su luz y con todos sus secretos, con todos.
Allí en Marruecos pude alcanzarle porque el amor es una promesa ciega, la valentía y el riego de afrontar lo que no hemos descubierto.
Pasado los años bajo el toldo de un chiringuito y bajo un plato de sardinas al espeto:
—Escribí algo sobre Marruecos, nuestro primer viaje. ¿te acuerdas?
—¡Claro, que gran viaje, no sé cómo explicarlo, pero allí te descubrí!
«Supongo que sí, porque solo llevaba cubierto mi pelo.»
Ojalá pudiera volver a Marruecos. ¿Es esto el amor? ¿una coincididencia de hechos y esfuerzos? ¿
Comentarios
¡Qué lindura de escrito! No sé si esto lo has vivido o lo has soñado. Si lo has soñado, es un sueño para no despertar de él, y si lo has vivido y después lo has escrito, si lo leyese un marroquí o una marroquí solicitaría a su rey un premio para ti, típico de allí, como el Toison de Oro español, pero con un envoltorio verde o rojo; no morado, ni rosa, ni amarillo porque para ellos simboliza la parca. Me ha gustado mucho. Felicitaciones.
Buena madrugada
Durante casi media vida desde muy jovencita, sobre los 13 o 14 años he mantenido conrrespondencia con personas. Existen las que necesitan bailar y yo necesito escribir cartas... extrañeces de lo cotidiano.
El caso fue, que con las nuevas tecnologias ya sabes que un papel de carta queda para enmarcarlo y ponerlo en la pared hoy en dia, pero bueno, mantuve " correspondencia digital " con una persona y paralelamente ( mas bien en relación a las diferencias que a las cercanias) fui escribiendo un " diario de abordo personal", basicamente lo que estamos haciendo ahora pero basado en conversaciones sobre diferentes temas.
Lo curioso de esta historia, es que fueron escritos a mano y a pluma en una libreta que llevaba a casi todos sitios. En un escapada de fin de semana, cuatro años despues, en cierto momento vital dificil, la perdí a 300 km de mi domicilio.
Casi morí del disgusto, no eran muchos pero si importantes. Voy rehaciendoles a ratos, o tomando de ellos o me valen para abrir puertas o confirmar la evolución. El caso es que supusieron llaves para nuevas verdades.
Esta mujer, argentina, inmigrante, los leyó y supo tener la sensibilidad y la amabilidad, virtudes fundamentales para definir la humanidad) de buscarme. En la libreta, solo venia este nick, un telefono ( que no era el mio) y un email, al que escribió y yo no respondí porque increiblemente habia perdido la clave de acceso y me estaba siendo más que dificil recuperarla.
No desistió por mi, y se aventuró a marcar el telefono que habia escrito. Pertenecia a al otro lado de la correspondencia, que a pesar de saber quien soy, porque jamás me he ocultado, negó mi existencia.
A veces lo cotidiano se llena de momentos sublimes de verdades dolorosas pero que ayudan a ver con claridad. Una mujer que se ganaba la vida limpiando casas sin derechos ni vacaciones, mostró con su hacer lo bello, La otra parte, que para mas inri, se la gana hablando de valores, no le importó que perdiera mis escritos.
¿ no te parece increible como unos simples textos se entrecruzan con la realidad?... una maravilla.
Este texto fue reescrito anoche, el original tenia otro final, que ahora, tambien cambié, vuelve a confirmarse la aceptación de la realidad, aunque no sea la deseada.
A mi me vino sin pensar, alli me siento comoda y mi sueño es comprarme una casita de 50 metros o menos , no me i mporta, en un lugar tranquilo, para vivir sin más. ¿ te has dado cuenta que cuanto mas al sur no usan reloj? Un tajin de barro enorme viajo abrazada con una mujer cruzando el EStrecho y a pesar de las criticas recibidas que aquello era un " souvenir demasiado pesado" lo tengo en una balda de mi cocina y lo uso para preparar buenas comidas a fuego lento.
El puesto n1 de la plaza Marracketch, es mi preferido, me encantaba que los guiris fliparan con mi rapidez comiendo caracoles y los guiños del muchacho del puesto porque no entendia de donde habia sacado " ese vicio"....
Marruecos tiene encanto, alli supere el covid, tumbada en mitad de un palmeral al sur, diciendo que me encontraba fatal y que solo me caian bien los datiles y mirando pavos reales abrir sus colas. Adoro Marruecos, mas la cultura bereber, unos campeones a la supervivencia, que la árabe.
Tegno muy buenas anécdotas de mis tres viajes, soñando un cuarto si mis planes salieran bien. Me alegro mucho que fuerea un viaje iniciatico, no todo el mundo tiene la suerte de vivir la experiencia, te marchas de una forma, y regresas de otra, como los amores. Acabaste amando a Marruecos.
También yo conozco Marruecos (Rabat, Casablanca, Marrakech...). De África conozco Egipto, Argelia y Ciudad de Cabo (Sudáfrica), a la que fui en el 2010 para ver la final del campeonato mundial de fútbol entre España y Países Bajos, siendo España vencedora. Pero en aviones, nada de en moto o coches.
Eres buena escritora, lo reconozco y lo digo
Eso sí, por ahora creo que soy el único que no ha estado en Marruecos...