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COMO JODER A UNA WIKI ( PARTE II)

siempre con eso de: “ven para acá, que yo te enseño como hacer las cosas bien por si un día te hace falta”. La culpa es una mierda. Lo que me hace falta de verdad son clases de yoga y un tío que me de masajes por el cuerpo entero.

El caso es que, de la primera “bronquilla”   con un “por favor, mire usted”, pasé al segundo día de “ oye , ayer te comenté que si … creo que igual no captaste la idea del cono puesto”… y al tercero; “ mira tú, me tienes ya hasta el mismísimo, ¿es que no sabes leer, estas sordo o tengo que salir a meterte el cono amarrillo fosforito por algún lugar para que lo sientas aunque ya no puedas verlo?”

Evidentemente por la posición de mi ventana, yo era una voz y una mujer tras un visillo. Y entonces, como milagro, toda mi angustia se desvaneció de pronto. Hasta me tumbé en la cama recién hecha a pensar en mi buena suerte al descubrir que mi problema no era más que ser la cotilla del visillo. Abracé mi sombra como leí en la wiki que Jung decía, también creo que leí de sus tardes tumbado en la cama mirando al techo con un cigarrito extraño traído de algún país lejano; y hasta me gustó parecerme a gente famosa y me hizo ilusión hacer las cosas que ellos hacen.

Pero me generó la compulsión inmediata el solo hecho de pensar en continuar con mi fantasía; el cigarrito de Jung, me hizo recorrer la casa de norte a sur rápidamente para apostarme detrás del estor de bambú del ventanal del salón, para caer en el delito de mirar la casa de enfrente y toda su construcción: «¿Cuatro años para hacer esa horterada y aún no está acabada?, ¿un muro de contención sin ventanas sobre el que se puso de primera hora una enorme piscina?, ¿gastos de luz y productos en una casa en ladrillos y en la que no viven?.» Yo había observado detalladamente cada etapa, de hecho, avisé una mañana cuando desayunaba a uno de los obreros que la guía que habían colocado para levantar una de las paredes, no estaba derecha. Me costó algunos gritos, pero lo corrigió. Sé que no está sujeta a un proyecto total y cerrado, sino que van construyendo conforme tienen ingresos. No me quedó más remedio que parar esta pulsión porque me estaban raspando los ojos las varillas del estor.

 Eso sí, no conseguí detener el vendaval de pensamientos: «¿Será muy fuerte el olor a cloro de la piscina?, ¿la factura de la luz ocultaría otros gastos adicionales?, ¿por qué un sótano cerrado pudiendo tener uno abierto?, ¿y ese tubito que sale para arriba que será? Al final llegué a la conclusión que los cigarritos de Jung no venían desde tan lejos, y que las noches que me siento mareada y me tomo un paracetamol genérico y no un ibuprofeno - por eso del asma- es por algo que hay en el aire.

Independiente de aquel momento de debilidad, me encantó muchísimo esa sincronía en los acontecimientos provocados por la casualidad o la casuística, o la sosa caustica, también esto lo aprendí con la wiki. Pero feliz, ahora que ya había puesto nombre a mi problema, me dirigí a la psicóloga para que me diera indicaciones de cual sería la solución para remediar esta característica mía o al menos, mantenerla un poquito controlada.

 

Sentada allí, le hice una exposición de los hechos lo más ajustada a la realidad posible, eliminando mis detalles subjetivos.  La idea era que ella uniera los datos, buscase en su cabeza, y me diera herramientas: cinco años de carrera, una especialidad, un máster, y también, mire usted, la experiencia, tenía que ser una garantía para llegar a buen puerto.   


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