¡Que lástima cuando lanzas tus palabras ilusionadas al mundo virtual y ves que ahí fuera a nadie le importan!
¿O es que ahí fuera no hay nadie?
¿O es que nadie tiene nada que decir?
¿Tal vez tu no dices nada interesante?
¿Quizás este mundo es más de hablar de mi libro que de hablar de libros?
¿Los internautas son tímidos? ¿Seres escondidos en su solitario avatar? ¿Voyeurs asustados porque al mirar por el agujero ven otro ojo que les mira a ellos?
Comentarios
Ahí fuera sí hay alguien. Seguro que tienen/tenemos mil cosas que decir, puede incluso que alguna sea interesante. Lo que sí veo muy acertado es eso de que esto parece ir más de "hablar de mi libro" que de libros o de escritos. Este mundo veloz y anónimo de internet, las redes de cualquier tipo, se han convertido en un enorme saco de egos hambrientos.
Eso es más de lo mismo, virtual o real; nadie se interesa por nada, incluso por nadie, y en ese "nada" está incluido, por supuestísimo, lo que expones, Nacho. ¡Así va el mundo!
Quizás por eso, yo escribo (bien, regular o mal) para mí, sólo para mí, exclusivamente para mí, y si alguien "despistado" se interesa por algún texto o algún libro mío, ¡pues mire usted que bien! Si te auto mentalizas a esto y no aspiras a vivir de la Literatura, te tranquilizas, y tu tranquilidad de ayuda a sobrellevar la incomprensión ajena.
Un saludo
Mostrar públicamente algo con toda su pureza y con total dedicación, sin recibir a cambio alguna aceptación, es realmente desolador.
Eso anterior mío se puede considerar una máxima
Gades, ichavarria, bienvenidos al mundo de la
Gracias a ambos por vuestra solidaridad. Me emociona.
Y como escribo público o trato. Pero me da igual. Publicar no depende de mí.
No puedo obligar a nadie y si pudiera no lo haría. Que yo coma, me vista o pague la renta no depende mucho de lo que escribo.
Tampoco, si publico, me afecta si me leen o no. Mi posible sector de la atención pública se reduce a unos pocos estúpidos que se me parecen, y supongo sean muy pocos. De modo que no espero nada. Recibir la retribución de la aceptación o el halago de alguien que encontró algo interesante en mis textos no me es necesario. Si se da lo agradezco y hasta puedo Disfrutarlo. Pero no necesito ser reconocido. No lo sufro. No me insulta tampoco la crítica. No me desanima ni me moviliza. No lo veo como un ataque. Comprendo que una sabia indiferencia es el resultado de aceptar que la realidad es lo que es y no lo que a mi me parezca. Y que la realidad no tiene nada personal contra mí, ni contra las ideas que he elegido mías ya que al final no se me ocurrieron, no son mías y aunque lo fueran, las ideas no son más que palabras.