¿Invitarías a 30 extraños a tu casa y los encerrarías en una habitación? Esa es la sensación cuando te agregan a un grupo sin pedirte permiso. Es de mala educación no preguntar a alguien antes de hacerlo. (Nesta McGregor —periodista de la BBC—).
La tecnología nos ha traído beneficios a la par que efectos nocivos; todo depende del uso. No hay que satanizarla, tan solo colocarla a nuestro servicio en vez de convertirla en una nueva fuente de esclavitud o destrucción.
Uno de esos efectos nocivos es la carencia de la buena educación y del respeto al derecho de privacidad. Enfocaré ambos sobre los llamados grupos de WhatsApp y su ingreso voluntario o forzado.
Hay tres posturas pricipales:
1.- Personas que no les importa ser añadidas a cualquier grupo (lo formen conocidos, desconocidos o ambos).
2.- Personas que les importa ser añadidos sin su permiso.
3.- Personas que no les agrada estar en un grupo.
Con la primera no hay problema —igual pueden entrarlos en un grupo Procanibalismo y estar felices—. La segunda y la tercera postura requieren de un consentimiento previo. Entonces...
1.- ¿Por qué la postura generalizada es la de no pedir permiso?
2.- ¿Por qué no se piensa que quizá a la otra no le agrade estar en un grupo o sienta que han violado su privacidad viendo a la fuerza su número de teléfono dentro de un conjunto de desconocidos en todo o en parte?
3.- ¿Por qué no se reflexiona sobre el poder estar forzando a otras a repartir sus datos personales —incluso— más allá de su número de teléfono al poder topar entre los desconocidos con algún ciberdelincuente?
Por ley, un número telefónico es un dato de carácter personal y en consecuencia privado. Está sujeto a leyes que protegen esa privacidad —pudiéndose denunciar a favor el que no se haya solicitado consentimiento previo—.
Opino que esto sucede por ese uso nocivo de la tecnología que nos contagia esa rapidez e inmediatez SIN PENSAR ANTES; que hace que nos creamos con derecho a todo; que convierte los números de teléfonos en una especie de chicle a repartir.
Y posteriormente observamos las posibles consecuencias a las que podemos ser forzados con esa inclusión: "Alguien me está acosando y no sé quién es", "¿Cómo saben mi número, aspecto o domicilio?", "¿Cómo han podido sacar de mi teléfono esas fotos?".
Personalmente he tratado en otras personas estos casos y algunos eran terroríficos: desde el acoso y chantaje de una persona desconocida durante meses, hasta sufrir eso mismo en la propia puerta de la casa o en el lugar de trabajo dando lugar a actuaciones policiales, juicios, desembolsos económicos y hasta desgracias personales.
Afortunadamente WhatsApp ya dispone de un modo para que nadie nos incluya en un grupo sin el consentimiento.
Que estos adelantos tecnológicos no nos eclipsen la capacidad de pararnos y pensar antes de actuar, porque en realidad son cosas de sentido común. Ya lo dijo Hervé Lambert: "Hay que tener sentido común. Al igual que no nos ponemos en medio de la calle a darle nuestro número de teléfono y las fotos de nuestra vida privada a los desconocidos, tampoco debemos hacer lo mismo en Internet". Ni forzar a otros a ello...
Comentarios
Concuerdo contigo en que basicamente es un tema de educación.
Un ejemplo muy similar nos lo podemos encontrar hace décadas con los libros, discos o casetes que se prestaban. En algunos casos, y preguntando a la persona si ya había disfrutado de ellos, decían: "Ah, si, muy bueno. Se lo dejé a fulanito hace quince días"...
Y ahí uno se quedaba tildado pensando: "¿Y qué derecho tiene éste a prestar algo que es mío sin mi permiso previo?". Lo peor es que estas personas era normal hacerlo.
Acá es similar. Nuestro número privado (algo nuestro) se pone a disposición de desconocidos sin el consentimiento previo.
Igualmente soy de los de tu postura: prefiero no estar en ningún grupo. Y no por razones de introversión o de ser asocial, pues siempre fui ambivertido, sino por múltiples razones entre las que se encuentran las psicológicas.
P.D. Me hiciste reir por la contundencia de lo más probable es que no vuelva a saber de mi. Pero es así. A veces hay que aplicar el dicho clásico de: "A grandes males grandes remedios".
Sōrumeito, entre otras cosas, escribió esto:
Afortunadamente WhatsApp ya dispone de un modo para que nadie nos incluya en un grupo sin el consentimiento.
No conocía esa novedad, pero sí conozco otra que pienso que es peor; y es que WhatsApp husmea en los mensajes que le llama más la atención o en todos los que le salgan de su... whatapp . Esa noticia la leí en la revista "Selecciones Reader's Digest", de la soy un adicto y la cual disfruta de credibilidad, no en vano lleva décadas en el mercado, en el candelero.
Al margen de eso anterior, mi opinión sobre "Los Grupos de WhastsApp", es que son un útil de apoyo, que no de verdadera necesidad, para familias y que sólo se inscriban y se admitan en él familiares, ni siquiera amigos; para estar al tanto de la enfermedad de alguno de sus integrantes, para conectar, al unísono, con alguno en el extranjero, incluso en el mismo país, ciudad, pueblo o aldea... y cosas así.
Por ejemplo, a un hermano mío lo pilló, y bien pillado, el diabólico Covid, y lo tuvo en la UCI la friolera de siete meses, muriéndose un día casi y al otro casi, y así hasta más de medio año. Al mayor de sus hijos le resultaba poco menos que imposible responder a todas las llamadas telefónicas interesándose por la salud su padre, de ahí que crease un grupo de Whastsapp y en el escribía a diario las evoluciones o los retrasos del enfermo, que a su vez le había facilitado el médico de turno que lo atendía.
Desde Sevilla (España), buenas noches a todos