¡Chiquilla, mírame! - ¿Me hablas a mí?
- Sí, a ti
- ¿Y qué quieres?
- Pues que necesito hablar contigo.
- ¿Conmigo? ¿Y de qué?
- De ti.
- ¿Y qué me vas a contar tú de mí que yo no sepa?
- Simplemente que eres una chica especial.
- ¡Vaya, muy amable! ¿Y cómo te has dado cuenta?
- Porque te llevo observando desde hace mucho tiempo.
- ¿Nos conocemos, quizás?
- Yo sí te conozco de toda la vida. Sé cómo sonríes, los gestos con los que acompañas tus palabras, las expresiones que se leen en tus ojos, el ritmo de tus movimientos... y todo lo que he visto en ti, es como en mis sueños.
- ¿Entonces soy la mujer de tus sueños?
- ¡Claro que lo eres, chiquilla!
- ¡Jajaja! ¡A saber a cuántas otras mujeres le habrás dicho eso mismo!
- No, esto es algo que no se va diciendo por ahí a cualquiera
- ¿Y por qué a mí?
- Porque eres especial, pero no sabes cómo he podido saberlo.
- ¡Pero si ni siquiera nos conocemos...!
- En mis sueños te descubro todas las noches, y en ellos me dedico a aprenderte: cada línea de tu cuerpo, las marcas de tu piel, las posturas de tus redondos pechos, las tentaciones de tu húmedo sexo, las redondeces de tu culo, el torneado de tus largos muslos, el aroma de tu vagina...…
- Creo que me estás confundiendo con otra
- Nunca jamás te confundiría con otra. Te he hecho mía un millón de veces y de un millón de formas diferentes. Conozco tu modo de gemir y de rugir, y también conozco tu sutileza de pedirme más. Sé exactamente cuando te va a venir un orgasmo y también sé lo que tengo que hacer para que lo consigas todas las veces que yo quiera...
- Si hemos intimado tanto, como me estás diciendo, al menos debería saber tu nombre, ¿no crees?
- Es que si te dijese mi nombre, seguro que me robarías el alma. ¿Estás dispuesta a asumir tan pesada carga?
- Bueno..., igual si me gustas mucho…
- Mi nombre te lo diré a sovoz, y cuando me hagas feliz de verdad, puedes pronunciarlo. Pero si vas a romperme el corazón, por favor, no me rompas el alma también.
- ¿Y cómo puedo hacerte feliz?
- Dejándome que rodee así tu cintura y que pose mis manos en las curvas de tu cuerpo. Queriendo tú, con verdadera ansia, que me arrime tanto a ti que mis palabras resbalen por tu cuello y que de igual habilidad desciendan por tu pronunciado y atrayente escote, para después hacerles cosquillas a tus amarronados pezones...
- Este hacerte feliz me está gustando. ¡Aproxímate más y sigue tocándome y contándome cosas...!
- Te retorcerías de placer, mientras mi lengua dibuje en tus labios un te amo, y tus dientes tintineen a la vez con los míos. Acelerándose tu corazón con el mío, mientras mi cuerpo se pegue tanto al tuyo, que mis secretos dejen de ser solo míos, y, cual magia, sintamos los latidos de nuestros sexos al mismo tiempo…
- ¡Ah…ah...!
- Así, así, gimiendo, ofreciéndole tu cuerpo a mi mano para que se deslice bajo tu tanga y abra tus labios de abajo, mientras mi otra mano posea en propiedad tu hermoso culo, y mis labios se empalmen con los tuyos y nos besemos, excitadísimos, y devorándonos el uno a otro mutuamente...
- ¡Maola, perdona que os interrumpa, pero nosotros nos vamos ya! ¡Tú qué vas a hacer, te quedas o te vienes!
- Pues no sé qué hacer…
- ¡Pues no tardes en decírmelo, Maola!
-Tú decides, mi chica especial.
- ¿Y si me quedo qué haríamos?
-Te llevaría a mi casa de la playa e intentaría enamorarte.
- ¡Tú estás loco!
- Sí, loco, pero loco de remate por ti.
- ¡Me quedo!
Antonio Chávez LópezSevilla enero 2023