La Semana Santa de Sevilla se ha convertido, como diablura satánica, en una afición sin Dios. Por lo que, hora es ya de dar un fuerte puñetazo sobre la mesa y decir: ¡basta ya! Basta ya a las cofradías, a El Vaticano, a los cardenales, a los arzobispos a los obispos, a los curas, a las monjas, al Opus, a los Catecúmenos, a los colegios religiosos, cortitos de caridad cristiana. ¡Basta ya! a un Evangelio de conveniencia, cuyas páginas se han quedado en menos de un breviario. Monumental vergüenza de todos aquellos que se rasgan las vestiduras cuando amenazan con descolgar un crucifijo.
Me van estos tiempos transgresores de hoy en día. Unos tiempos que llaman a las cosas por su nombre. Tiempos que están desmontando a los fariseos y señalando a los sepulcros blanqueados, y más en una ciudad como Sevilla que, por mor de los ateos, y más concretamente por ese su capitán de pacotilla (qué ironía que se apellide Iglesias un ateo comunista) no tiene solución por no saber escoger su alcalde, que casi siempre es un partidario de la izquierda, y en este, además presume y se alardea de ser capillita. Pero viene demostrando a través de sus dichos y hechos y en sus decisiones que afectan gravemente a la gran ciudad y que presume de “dirigirla más que bien”.
No se puede ser más acertado que decir la expresión "afición sin Dios".
Nada menos que el presidente del consejo de las cofradías, presionado, ha osado a desafiar una máxima, que hasta ahora era intocable “ni fías ni porfías en cuestión de cofradías” Este es un mandamiento de la ley de la Sevilla de la Semana Santa, que entra muchas veces en liza con los Diez de la Ley de Dios.
Sacar pasos con un carácter extraordinario es más antiguo que el barómetro del fraile. Lo sabe uno, que no sospechoso de situarse frente a las cofradías; unas cofradías que le derramaron el agua del bautismo cofrade, unas cofradías que llevaban una varita con solo dos años de vida, unas cofradías para las que recuperaba la tradición la revista de primavera del Boletín Oficial, pero unas cofradías manipuladas, en muchos casos, por paganos ignorantes, que han perdido de vista el verdadero punto de partida de hace XXI siglos, y que es:
Un Condenado a muerte en una cruz: El Hijo De Dios
Si esto tan grandioso se está dejando en el olvido, más queriendo que sin querer, más intencionadamente que por descuido, por más que me guste a mí la Semana Santa de Sevilla, mi tierra, me veré obligado a decir lo mismo que dicen los capataces de los pasos cuando quieren aminorar la marcha de los costaleros:
¡Menos paso quiero!
