Sí, especialmente diferente era la mujer
Un buen día conocía a una mujer; era una mujer especialmente diferente a cuantas antes había conocido e incluso convivido. Sin esa mujer, mi vida ahora sería como era y no como lo es ahora. Y creo que esto es lo que el amor verdadero refleja con el paso del tiempo, esto es ir comprobando que vas ganando en selección.
Porque una historia no siempre acaba en un final feliz, como en los cuentos: que el chico conoce a la chica, que se casan, que viven felices, que comen perdices, que envejecen juntos hasta que la muerte los separa. Pero en lo que a mí respecta, si no hubiese conocido a esa mujer, no pensaría como pienso hoy, ni tendría la misma forma de ver la vida como la veo hoy.
Lo que aprendía era que cuando conoces a un amor sincero, permanece en ti, te hace perseverar y continúas perseverando, aunque el tiempo se vaya junto con los años, y aunque ese amor ya no esté contigo.
El amor es tan espiritual que pasa de todas las expectativas, y más cuando ocurre por primera vez y lo sientes..
Esa mujer de la que hablaba me de decía que la tengo idealizada, que no era para tanto, que ella es una mujer normal. Pero no. Recuerdo perfectamente lo fascinante y emocionante que era conocerla en persona. Cada día, mis pensamientos están llenos de amor. Observo el Sol y parece que brilla más. Y como me gusta leer, y escribir cosas, mi inspiración está siempre a tope por culpa de ella.
Pero, hablando en plata, la verdad es que nunca jamás he sido tan feliz como ahora lo soy. Me da por pensar que yo soy la única persona en el globo que está sintiendo algo así, tan especial, tan fuerte…
Aunque no son los tiempos más buenos los que vivimos, sino confusos, estas cosas son las que, en realidad, les cambia la vida a las personas, porque el amor se cristaliza o se rompe, según la fuerza de la sinceridad.
Y el dolor se siente mientras el amor se toma su tiempo en formarse y en volverse verdadero, aunque se vaya, o ya no esté. Pero no es que se rompa el corazón. El corazón se puede debilitar, de una forma duradera o pasajera, pero nunca se rompe por amor, ni por ningún otro sentimiento.
La realidad es que todo esto te enseña a aprender a ser honesto contigo mismo y a saber en qué clase de persona te has convertido. Lo que causa amor es mostrar tu yo real y, después de asimilarlo, vivir ese amor verdadero no puedes olvidarlo, no lo puedes apartar de tu mente, se encuentra siempre ahí, recordándote cosas, y no precisamente malas.
La relación que tengo con esta mujer me transforma en una mejor persona de lo que antes era, disfruto, río, grito, sueño... y nunca olvido que en el pasado había aprendido cosas que ahora me sirven para alguna nueva relación.
Aunque, pensando, tal vez este amor verdadero no es mi amor verdadero, solo es una puerta que se abre hacia el camino de mi amor verdadero. O tal vez, este amor verdadero es realmente mi amor verdadero.
Eso anterior parece un galimatías, pero tiene sentido.
Antonio Chávez LópezSevilla mayo 2003