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Una aberración científica llamada Big-Bang. Y III.

                        

                        Los últimos cuerpos luminosos captados por los observatorios de la Tierra siempre fueron, por necesidad, unos grandes cuerpos estelares, “cuásares” o grandes galaxias múltiples. Esta clase de unidades, por su función, quedan imbricadas de tal modo que pueden alcanzar una escalofriante velocidad en su viaje y, cuanto más grande sea la unidad luminosa, mayor velocidad puede conseguir.

                        Pero en ningún momento se trata de un viaje lineal hacia el exterior y siguiendo el parámetro desquiciado de la big-bang, sino que los dichos cuerpos más lejanos y masivos se mueven en todas direcciones, unos hacia allá, otros hacia acá, unos hacia arriba, otros hacia abajo y siempre, siempre con un encargo crucial: el de encontrar espacio para su desarrollo.

                        Sí, el universo se expande, las galaxias viajan, pero no es a causa de la big-bang, sino para no molestarse unas a otras.

                        Y volviendo al motivo del inicio de la redacción, el significado de “singularidad”, su comparación con el término “milagro”, es muy difícil pensar que algo tan vasto como el Universo, con unos registros espacio-temporales tan increíbles, que supera de una forma tan neta y aplastante las posibilidades humanas, las posibilidades de su ciencia y su técnica, tuviese sus orígenes en ese “momento mágico o maravilloso”, al que se refiere esa “Singularidad”.

                        Existen los tiempos anteriores, existe el “Infinito Anterior”, unos territorios de vacío que nos llevan a las eras de los 50.000 ó 120.000 millones de años, antes del nacimiento del “primer rayo de luz”, antes de la formación de los primeros quarks, un lugar donde ni siquiera existe el Tiempo, un lugar donde no hay nada, absolutamente nada, una idea difícil de concebir, inmersos como estamos en la Era de la Materia.

                        No hubo nunca una Big-Bang, Gran Explosión, de donde viniera el Universo, yo, un hombre aficionado a la Ciencia y la Astronomía, el día que caí en esa cuenta, que capté esa idea, me sentí mucho mejor. Ahí afuera lo que se advierte es la inmensidad del universo de las galaxias y más allá el Vacío Espacio Infinito, no hay más cáscaras, que ya está bien de cáscaras, creo yo.

                        

                        Además… ¿nos estamos dando cuenta de la barrabasada de cosas que estamos enseñando a los niños en la escuela y el colegio, a los adolescentes en el instituto y a los jóvenes en las mismas aulas de la Universidad? ¿Cómo puede ser entonces que todos los libros de texto estén atiborrados de semejante irrealidad científica? ¿Cómo puede ser que el universo explote justo en el feliz momento de la Creación, que el hombre haya llegado a la Luna cuando no lo hizo, o que la industria nuclear haya inventado una clase de bombas que terminan con todo lo que existe?

                        Y no sólo pasa eso en el sacrosanto lugar de la enseñanza, sino en el ambiente mundialista de los medios de comunicación de masas, donde además todo se advierte magnificado, exagerado y sin posible solución ni la más mínima sensación de recuperar riendas. 

                        Próxima entrega: las Bombas Atómicas “Verlo para creerlo”.                                                                              

 

                       

 

 

 

 

 

 


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