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La cosa empezó cuando ciertos científicos que discutían sobre la forma magnífica del Universo, se pusieron de acuerdo en afirmar que dicho ente -el Universo-, provendría o podría haber nacido de una “Singularidad”. Investigando el término se llega a la conclusión de que se refiere a algo parecido a un “Milagro”, o sea, Singularidad = Milagro. De esos razonamientos se puede deducir que todo lo que existe tendría que proceder de un “momento maravilloso”. Bien.
Así vista la cosa no parece mal, incluso se remite a las viejísimas concepciones de la Cultura Mesopotámica por las cuales el Universo fue creado por la magia de Dios. La Biblia dice: “Dios hizo el mundo a su imagen y semejanza”. La única diferencia entre esas dos concepciones, la científica que habla de “singularidad”, de “momento maravilloso” y de “big bang”, es que ésta sucede en UN SEGUNDO, por eso hablan de un antes y un después de ese segundo singular; mientras que en la concepción religiosa la Creación habla de “milagro”, sucede en UNA SEMANA y suponen que Dios ha existido siempre.
Ahora sigamos avanzando en la redacción para encontrar algunos resquicios que nos ayuden a demostrar que dicha hipótesis –la del Big-Bang-, no merece incluirse junto al resto de las teorías científicas.
Si se establece una somera comparación entre el nacimiento de la vida y el nacimiento de las galaxias, podremos aseverar la siguiente secuencia de datos:
Primero.- La vida comenzó hace 3.500 millones de años en el fondo del océano, en las procelosas aguas del mar de Thetys. Los primeros restos de animales diferenciados datan de tan sólo 600 millones de años y siguen siendo de fondos marinos, con lo cual se llega a la conclusión que pasan poco menos de 3.000 millones de años de vida microscópica hasta la aparición de los primeros animales o seres diferenciados.
Segundo.- El nacimiento del universo se remonta a hace 13.700 millones de años, esto calculado según estudios sobre la luz de las estrellas.
Tercero.- Si se establece una comparación, colocamos la aparición de las primeras estrellas y galaxias con la aparición de los primeros animales diferenciados y recordamos las dos cifras de los inicios, 3.500 millones de años para el nacimiento de la vida y 13.700 millones para la creación de las estrellas, e investigamos hacia el pasado en ésta última cifra, se puede obtener la conclusión de que harían falta unos 13.000 millones de años de existencia microscópica, para la formación y desarrollo de un solo Protón en el espacio vacío.
Todo esto nos aleja poderosamente de la teoría que atribuye al Universo un origen explosivo. Nada más lejos de la realidad, son dos conceptos contrapuestos, una cosa es la idea de Universo y otra la idea de Gran Explosión, nunca jamás esas dos ideas podrían comprenderse juntas, habitar en un mismo cajón. Una cosa son las fuerzas explosivas o expansivas del Universo, que las tiene, y otra es su nacimiento que se pierde en las aguas insondables del Infinito.
¿Qué había en el Cosmos hace 20.000 millones de años? ¿Y hace 50.000 millones? La Nada, el Vacío, el Caos. Es ahí, en esa fantástica pletina de “lo eterno”, donde aparecen los primeros movimientos, las primeras vibraciones que, más tarde, darán lugar al vasto mundo de las protopartículas, a los primeros Quarks, Leptones y Hadrones. Será de aquí de donde nazcan las primeras señales de calor, los primeros rayos de luz y las fases más avanzadas de nucleización de las estrellas y galaxias.
Pero no se trata en ningún momento de procesos explosivos, sino de procesos lentos, lentísimos, que apenas tienen que ver con el tiempo, que lo superan.
Piensen ustedes bien esto: en el supuesto caso de que en el futuro se descubran galaxias a 20.000 millones de años luz de distancia, ello supondría que para que la luz de esas galaxias llegue hasta nosotros en la Tierra, esa luz tardaría en su viaje 20.000 millones de años en llegar hasta nosotros. Si la luz de esas galaxias ha necesitado 20.000 millones de años en llegar a nosotros, el universo no puede tener tan solo 13.700 millones de años, sino que su edad debe alargarse y comprender esas galaxias que hemos descubierto en el futuro a 20.000 millones de años luz de distancia. ¿Y quién puede decirnos que no existen galaxias a 50.000 ó 100.000 millones de años luz de distancia de la Tierra? Y si algún día llegamos a contemplar esas galaxias ¿no deberemos pensar, de paso, que el universo puede tener esa misma edad de 50.000 millones de años?
Esa clase de ciencia, pues, no mola, no se puede decirle a la gente que el universo tiene 13.700 millones de años y que los telescopios encuentran solo galaxias a esa distancia. “¡¡¡A dónde vamos a llegar!!!”.