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Por supuesto que, cuando cruzaste la puerta, yo ya lo sabía.
No recuerdo si fue en verano o primavera que lo confirmé, aunque sospecho que fue en invierno. El invierno más helado de las últimas décadas.
Durante muchas lunas te culpé, mudo. Mi alma se resistía a hablar. Luego, con el paso del calendario, el enojo comenzó a aparecer frente al espejo.
Dinero, trabajo, horas extras, estrés. Podría decir «lo de siempre», pero no había tal cosa en nuestra historia; era la primera vez.
Quizás debí decirte que ya lo sabía. Tal vez debí explicarte cómo me había enterado. En su lugar, me dediqué a revisar las pertenencias que nunca había revisado, a oler perfumes que antes no olía o a calcular las horas del reloj con mayor detenimiento. Mis días fueron una tortura. Te vi feliz y lloré en silencio al notar que eso me molestaba, ¿acaso no había prometido que me desviviría por alegrarte cada día?
Creo que fue eso lo que me llevó a decidirlo. Supongo que fue entonces cuando el enojo dejó de asomarse frente al espejo.
Sí, cuando cruzaste la puerta hoy, yo llevaba tiempo sabiéndolo. Llegaste a casa después de verlo; no hizo falta cruzar palabras. Te recibí con una sonrisa vacía que no llenaste. Agradecí que inventaras dónde habías estado; deduzco que tampoco te olvidaste de lo que me prometiste al casarnos.
Yo ya lo sabía, Eli. Mientras compartíamos la copa de vino, lo sabía. Cuando serví la cena y te miraba, lo sabía. Estaba contemplando tu hermosura que no cedió con el paso de los años y estaba admirando el brillo de tus ojos cansados.
Hubiera deseado pensar en otra cosa mientras agotábamos el vino, o durante el encuentro eterno en que hacíamos el amor. Yo, sin embargo, no podía dejar de repetirme que lo sabía.
No recuerdo qué me dijiste después, cuando dejaste tu cuerpo desnudo descansar sobre el mío.
—¿Volviste a fumar? —Creo que fue eso, o al menos de eso me convencí.
Y es que he vuelto a hacer muchas cosas ahora.
Si revisaras, si oyeras, si calcularas… quizás, entonces, lo sabrías también. El espejo también te miraría, y el invierno se haría eterno en tu calendario durante algún tiempo. Al final, seguramente, fumaríamos juntos. Llenaríamos el silencio y llenaríamos el mundo.
Por ahora, sin embargo, mudos.
®Lourdes Vera Rueda
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Comentarios
Este párrafo en especial me resultó excelente: "Yo ya lo sabía, Eli. Mientras compartíamos la copa de vino, lo sabía. Cuando serví la cena y te miraba, lo sabía. Estaba contemplando tu hermosura que no cedió con el paso de los años y estaba admirando el brillo de tus ojos cansados."
Ese repiqueteo con "lo sabía" es fantástico.
Saludos,
Marcelo
"Si breve y significativo lo breve, dos veces bueno". Con esa frase entrecomillada podría definir tu "Mudos". Buena redacción y, quizá" mejor inventiva. Eres buena, muy buena en esto de la escritura. Sabes atraer y retener al lector, una de las ambiciones a las que aspira un escritor o escritora.
Saludos cordiales