¡Bienvenido/a!

Pareces nuevo por aquí. Si quieres participar, ¡pulsa uno de estos botones!

El satélite de las burbujas


Todos los planetas del Sistema Solar nacieron casi el mismo tiempo, 500 millones de años después de la nucleización del Sol. Y nacieron entonces porque era su momento, no podían nacer ni antes ni después ya que la dinámica del sistema lo exigía de esa manera. Ciertas concreciones sólidas o gaseosas que existían en la nube primordial de energía que dio lugar al Sistema Solar vinieron a quedar girando en torno a la estrella y por acreción se formaron los planetas, entre ellos la Tierra, lugar donde vivimos.
Poco después, poco más tarde, se formaron los satélites y entre ellos la Luna, satélite de la Tierra y que gira a su alrededor.
El primer aspecto de la Luna debió ser el de estrella, una gran masa ígnea y resplandeciente que desprendía luz y calor hacia el exterior, un cuerpo de fuego que se fue apagando lentamente inmerso en las severas condiciones de vacío y espacio de los alrededores.
Ese cuerpo satelital que es la Luna se iría enfriando con el paso de los miles y miles de siglos y sus capas más superficiales fueron tomando consistencia de lavas y rocas en ebullición mientras el resto de la masa ígnea se fue retrayendo hacia el interior. En la superficie, la formación de la corteza lunar, siguieron unos intensos estados de cristalización que originaron un paisaje peculiar.
A medida que las capas superficiales de la Luna se fueron enfriando aparecieron en toda la superficie unas enormes burbujas de lava y materiales ígneos que con el paso del tiempo explotaron como enormes ampollas y cuyos bordes quedaron retraídos a todo su alrededor y formaron los famosos cráteres lunares.
Pero la investigación astronómica dice que esos cráteres se formaron a causa de meteoritos que procedentes del espacio habrían impactado contra la superficie del satélite.
Señoras y señores, por favor, en todo el tiempo que los hombres, desde sus observatorios astronómicos en la Tierra, desde muy antiguo esto, desde los observatorios en China cuyos astrónomos usaban pantallas de seda negra para mirar el sol, desde los tiempos de Nínive y Babilonia, hasta los modernos sistemas de telescopios de los que tanto se presume, nunca jamás se ha descrito uno solo de esos impactos, ni siquiera la formación del más mínimo cráter en la superficie del satélite, ni a causa de meteoritos ni por otra causa cualquiera.  
Puede ser, no obstante, que la morfología y orogenia lunar sean algo realmente viejo, de hace 2.500 o 3.000 millones de años y que fuera entonces cuando se produjera esa intensa actividad meteórica. ¿Por qué no continúo esa actividad si fue algo tan importante en los tiempos remotos? Nadie lo sabe.
Además no tienen ustedes más que fijarse en la distribución tan correcta de esos cráteres, algo que no hace suponer un bombardeo de cuerpos sólidos desde el exterior, pues en ese caso, el comportamiento anárquico del choque de esos cuerpos meteoritos en la superficie habría originado un paisaje absolutamente más caótico y salvaje con cráteres superpuestos y estorbándose unos a otros. 
Es algo muy importante que la ciencia, con sus potentes telescopios nos muestre uno sólo de esos cuerpos sólidos meteoritos, uno solo que haya impactado contra la superficie lunar y que tendría que aparecer justo en el centro de esos cráteres. No existen esas rocas meteoritos en el centro de esos cráteres. Aunque de cierto, sí que existe la posibilidad de que alguno de esos meteoritos y a lo largo de toda la historia de la Luna haya impactado contra la superficie. 
Lo importante, de cualquier forma es que ustedes ni yo nos creamos todas esas cosas que una y otra vez nos cuenta la teoría científica y que en algunos casos no son más que unas grandes mentiras golfantes y galopantes. Ahí tienen ustedes no más la llegada del hombre a la Luna, o la teoría de la Big-Bang, una auténtica aberración científica, física y matemática, o mismamente la existencia de esa clase especial de bombas militares, las bombas atómicas, que no se sabe si hacen algo o si no hacen nada. 
En este caso particular de la formación de la corteza lunar también podría pensarse la cosa de esta manera, según la cual, esa gran roca circular de color plateado debió de pasar en los inicios por una preciosa etapa  ígnea de color sonrosado y restallante que después fue perdiendo color e intensidad hasta adquirir su perenne estado actual. Tanto en la cara anterior como en la posterior las grandes colecciones de lava y rocas ígneas crearon un paisaje inmemorial de sonrosadas burbujas que, al enfriarse y estallar, formaría el paisaje de cráteres tan característico de su estado actual.
Es por eso que a la Luna habría que llamarla el "satélite de las burbujas".

Comentarios

  • Estimado colega de la pluma, carezco de la idoneidad suficiente como para discernir o refutar tus pautas y apreciaciones expuestas, interesantes y valorables; agradezco, eso si, que las compartes con nosotros.
    Tratas de convencernos que llamemos a nuestra fiel compañera de las noches..."satélite de las burbujas"...no creo que será posible, pues la Luna es LA LUNA.

    Shalom desde Israel, amigazo
Accede o Regístrate para comentar.


Para entrar en contacto con nosotros escríbenos a informa (arroba) forodeliteratura.com