A mi hermana pequeña de 28 años la operaron de la matriz y le dijo el cirujano-ginecólogo que no podía tener sexo durante una buena temporada. Está casada y tiene un hijo de 2 años, y todos en mi familia a partir de eso tratamos de ayudarla en todo lo que buenamente podemos.
La semana pasada fui a visitarla a su casa y me confesó que desde la operación no tenía intimidad sexual con su marido. Me contó que a veces ella no tiene ganas ni deseo. Al mismo tiempo me dijo que entiende que su esposo es hombre y eso la preocupaba porque una infidelidad seria era lo peor que podría pasar a su familia en esos momentos.
Luego de contarme eso me cogió las manos, me miro de frente y sin tapujos me pidió que me acostase con su marido. Yo me divorcié hace más de un año y actualmente no estoy saliendo con nadie, así que me dijo que no solo no le importaría, sino que hasta me estaría agradecida si accedía, que prefería que fuese con una mujer conocida y quien mejor que yo que era su hermana, y no que se liase con cualquier prostituta que podría contagiarle una enfermedad venérea
Añadió que su esposo es un hombre y los hombres tienen esa necesidad de querer desfogarse sexualmente con una mujer. Me dijo también que su esposo siempre ha sido muy fogoso y que le gustaba a rabiar el sexo, y de mujer a mujer hasta me llegó a afirmar que gozaría de lo lindo con él en la cama, que me haría de todo para dejarme satisfecha, porque su esposo siempre ha sido un buen amante.
-Te va a dar mucho placer, estoy segura de ello-concluyó.
Esa confesión me dejo petrificada e incrédula también, pero por razones de la misma sangre le dije que no haría eso; pero ella estaba muy segura de lo que me pedía y por eso me rogó que me lo pensase.
Me dijo que podía irse de su casa con su hijo, pues prefería que el encuentro sexual con su marido sucediera en privacidad. Me sugirió que podíamos usar el cuarto de invitados que ellos lo tienen vacío; pero enseguida agregó que seguramente su marido me iba a pedir "hacerlo" en cualquier parte de la casa. Volvió a bromear diciéndome:
- No te preocupes, me llevo mi hijo al parque toda la tarde para que estéis solos sin que nadie os moleste.
Para terminar me prometió:
- Tranquila, hermana, que nunca más volveré a hablar de este asunto entre nosotras.
Desde ese día me quedé pensando en nuestra conversación. El esposo de mi hermana es un tipo guapo y cachas, y es cierto que hace mucho tiempo que no me he acostado con ningún hombre.
A veces me levanto con ganas de sexo, pero obviamente tampoco es cuestión de revolcarme con cualquiera. No puedo dejar de pensar de qué quizás no era una idea descabellada lo que mi hermana me proponía, pero me siento culpable de hacerle esto a ella, porque se iba a convertir en una cabrona consentida.
Finalmente accedí. Hice el amor con mi cuñado esa tarde. Justo es reconocer que intenté que fuera de una forma mecánica y con la idea incrustada en mi pensamiento de que estaba complaciendo los deseos de mi hermana. Pero (ese "pero" que de ordinario no trae nada bueno), ya en casa empecé a recordar los momentos sublimes de nuestro polvo y, sin pensarlo dos veces, llamé a mi cuñado a su trabajo y le dije que quería repetir lo mismo que la vez anterior, pero ahora a hurtadillas y sin el consentimiento de mi hermana, a lo que él me respondió lacónico y concreto: "cuándo y dónde".
A pesar de nuestra discreción, no sé cómo llegó a oídos de mi hermana que me acostaba casi a diario con su marido. Como se veía venir, esto fue el principio del fin de su matrimonio y ello arrastró nuestra amistad y confianza, así como hirió de muerte nuestros vínculos sanguíneos, hasta el punto de no hablarnos.
Resultado final: Mi hermana se curó de su matriz y a la vez se enrolló con un vecino soltero, y su ex marido y yo seguimos funcionando y haciendo planes para vivir juntos; estamos enamorados, pero de casarnos no hemos hablado.
Moraleja: "la pluma, el coche, la esposa o el esposo no se deben prestar nunca a nadie, por la sencilla razón de que todo eso forma parte del ser absoluto de la persona".
Sevilla octubre 2022