¡Bienvenido/a!

Pareces nuevo por aquí. Si quieres participar, ¡pulsa uno de estos botones!

Noticias de Jose

editado septiembre 2022 en Narrativa

Hoy me he levantado bien. Ahora estoy bien. Lo que pasa es que los días se te apelmazan sobre la piel. Lejos queda la mañana, lejos queda incluso la tarde, y lejos quedará también mañana esta noche. Me ha dado por comunicarme con un amigo, para ver qué se contaba, cómo había ido su día, esbozarle tal vez el mío, en un momento de distensión, por pura ociosidad, pero ese amigo, era Jose.


- Buenas noches.

- Hey.

- ¿Cómo ha ido el día?

- Me he levantado a las 2 y me he vuelto a acostar hasta las 7.

- ¿Y eso cómo es? Esos horarios son habituales en ti, o cuanto menos ocasionales.

- ¿Aletargamiento?

- No lo sé, si tú lo sientes así...

- Sí. Pero ahora, con la de cosas que tengo que hacer tendría que estar más activo.

- Imagino que lo estarás esta noche.

- No tengo muchas ganas, me he tomado media pastilla.

- ¿Y no funciona?

- Me ha quitado el sueño, pero este medicamento no produce euforia, sólo mantiene la vigilia.

- Pues casi que peor, si vas a estar despierto sin hacer nada con tantas cosas por hacer, mejor invertirlo en dormir.

- Las ganas me las tengo que fabricar yo.

- Claro. Yo tampoco he hecho mucho hoy.

- Debe ser por el cambio de estación.

- Yo no creo en eso, Tino dice lo mismo.

- A mí sí que me afecta.

- Es porque estamos muy ociosos.



Jose es un apasionado de los avances tecnológicos, de la ciencia a su modo y de todo lo que tenga que ver con un concepto esotérico o espiritual. Estaba medio meditando a oscuras en su sofá cuando debí interrumpirlo con mi mensaje. A Jose te lo puedes encontrar por la calle yendo a por cervezas o tabaco, paseando solo por el casco urbano <<medio loco>>, dicen algunos, ó, quizás, en la pinada del pueblo junto al tronco de un árbol sintiendo, como él mismo expresa, la vibración energética de los mismos; y quién sabe, ¿acaso son estos tiempos para juzgar? Porque si hay una condición que Jose y yo compartimos, aparte de las muchas divergencias que nos separan, es la de haber sido sujetos al terrible estado de la institución psiquiátrica, durante repetidos e inclementes periodos.


Jose tiene una sobrina. Alguien a quien adora, por quien daría la vida y por quien acusa el único temor de la misma: que le suceda algo a la niña. Vive en casa de sus padres, con una módica pensión, parecida a la mía, y aunque el ambiente familiar ha llegado a extremos de tensión álgidos, como en mi caso, las aguas, turbias o embravecidas, siempre parecen retornar a su cauce. Esta es nuestra vida, vivimos esa condena, sujetos al estatus familiar. Pero Jose tiene grandes sueños, desmedidos eventualmente a mi parecer, sueños que como yo también he tenido, a la postre no son sino una válvula de escape, un desahogo, un intento desesperado de, en la oscuridad, rascar las paredes tratando de buscar un resquicio de luz. Generalmente no llega como tal, pero ayuda en el transcurso. Y yo no sé de los sueños de Jose, pero los míos se conformarían con muy poco. De hecho ya están conformados mientras escribo estas líneas. Me basta la vida por así decirlo.


Jose y yo ya nos conocíamos de bastante tiempo atrás, pero no fue hasta los últimos sendos ingresos que tuvimos, con un año de diferencia atrás en el tiempo del suyo respecto al mío, que me lo crucé un día por la calle y empezamos a quedar. Pasamos así un año entero de paseos indómitos, más bien mansos, despreocupados, ociosos, en coche y andando, sin dirección muchas veces, sin plan, sin acuerdo, tan solo navegar y dejarnos guiar por el viento. De algún modo, él, que me llevaba un año de ventaja, me rescató de las secuelas que episodios así te producen. Con sus padres no tengo prácticamente relación. Él parece un tipo hosco y agrio, y ella una mujer enfática y destartalada. De todas las trifurcas que me ha contado, hay una que especialmente recuerdo y viene bien para terminar este relato: su padre le andaba reprochando las pintas con las que iba por la calle, y se produjo la siguiente breve conversación.


- ¿¿Pero tú te crees que eso es de persona normal??

- Es que yo no soy una persona normal.

- ¿Ah, no? ¿Entonces qué eres, subnormal?

- No. ¡Soy un extraterrestre!



(más textos en >> https://siervosdelsol.blogspot.com/)

Accede o Regístrate para comentar.


Para entrar en contacto con nosotros escríbenos a informa (arroba) forodeliteratura.com