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Acerca de la violencia en el cine

SarasvatiSarasvati Fernando de Rojas s.XV
editado mayo 2022 en Off-topic

De un tiempo a esta parte la violencia (extrema) se ha convertido en ingrediente común del cine; especialmente de la industria norteamericana, que es la que monopoliza el mercado, y se puede decir con propiedad que crea, determina y apuntala sus dinámicas y tendencias; lo que equivale a decir dinámicas y tendencias culturales. La violencia ha llegado incluso a ocupar subgéneros propios (como, por ejemplo, el gore), dedicados específicamente a explotar espectacularmente este elemento, como fin en sí mismo, como gag, recurso y reclamo comercial, que busca enganchar la atención removiendo emociones primarias como el morbo o el impacto, no como tema, elemento argumental o contenido serio. Hay un componente claro de recreación en un tipo de violencia extremadamente gráfica, en la agresividad y crueldad descarnadas y llevadas al límite, en la brutalización del cuerpo humano, que es moneda corriente en buena parte de las películas de hoy. 

Personalmente detesto este uso y abuso concreto de la violencia tanto en el cine como en otros géneros de la industria artística y de entretenimiento, pero creo que el cine, por su condición fundamentae visual, estetizante e inmediata, y por su alcance de masas tiene una capacidad de generar hiperrealidad muy superior a la de, por ejemplo, la literatura. 

No critico únicamente la banalización del mal y de la violencia, justificada a menudo desde el (ingenuo) presupuesto de que la ficción es ficción y de que esta es una delimitación neta, precisa e inequívoca para todo el mundo; me refiero también a la tendencia a la romantización de la violencia, que se produce a través de la épica, la estética y el dramatismo propios del medio. 

Dejando claro que no creo en una función u obligación moralizante inherente al arte y a la cultura (tampoco en todo lo contrario), y que evidentemente parece absurdo esperar un rasero ético o especialmente racional en la producción de la actual industria de consumo. Pero entre la representación o expresión de cualquier realidad humana y su normalización/banalización, e incluso apología, hay muchos grados. 

En una sociedad como la actual, absorbida por los contenidos de la industria del ocio, con predominio de los audiovisuales, no es de menospreciar la influencia y el poder de las imágenes, o de las narrativas, monótonas y limitadas, que las acompañan, y que se suministran a un público mayoritariamente muy joven. En teoría se nos dispensan y las consumimos como simple entretenimiento, pero hablamos de un hábito cotidiano y constante que ocupa horas y horas de la vida de mucha gente, sin una diversidad alternativa que actúe como contrapunto; por no hablar de un soporte educacional adecuado que ayude a analizar, disociar y comprender debidamente lo que vemos. 

No hablo del tipo de riesgo que lleva a un alucinado o delincuente a confundir radicalmente realidad y fantasía, y a irrumpir a tiros en un cine después de ver Batman, sino de un impacto social más sutil, en la conciencia y en la percepción de las cosas, cierta anestesia, insensibilización en la reacción y comprensión de la violencia y otros fenómenos por la exposición compulsiva a contenidos que se procesan de forma maquinal y acrítica. Sobre todo (recalco esto otra vez) en consumidores jóvenes, y de hecho cada vez más jóvenes. 










Comentarios

  • SarasvatiSarasvati Fernando de Rojas s.XV

    Dejo una reflexión de Bergman sobre la violencia en el cine, la distinción entre la "violencia limpia", que es inseparable de la realidad y por tanto de su expresión artística, y la "violencia sucia" o "pornográfica" que caracteriza el cine comercial actual, que se recrea en ella y la explota como un estímulo de bajas emociones; o más bien, de sensaciones:


  • Marcelo_ChorenMarcelo_Choren Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    Estoy totalmente de acuerdo con tu exposición y con el comentario de Bergman.
    Hoy, en otro hilo, comenté que se muestran cuerpos desmembrados sin ningún empacho, pero se pixela una mano que sostiene un cigarrillo.
    Esta normalización de la violencia es gravísima, sobre todo pensando a quién va dirigida.
    Me viene a la cabeza una frase de Nietzche: "Leopardos irrumpen en el templo, y beben hasta vaciar los cántaros de sacrificio: esto se repite siempre, finalmente es posible preverlo y se convierte en parte de la ceremonia."
    Así, la violencia como fin en sí misma, se vuelve parte de una pseudocultura que la idealiza. Los espectadores más jóvenes no disponen de herramientas suficientes para "despegarse" de ese mensaje por demás machacón. Esto se ve reforzado por los telediarios que han pasado a ser máquinas de producir imágenes de impacto antes que de informar de manera racional. Aunque parezca no venir al caso, pero a modo de ejemplo: ¿qué sentido tiene cubrir la noticia de una inundación transmitiendo con el periodista metido en el agua hasta la cintura? ¿Es más inundación? El propio lenguaje se ha vuelto violento: ¡Brutal agresión! (dicho con voz de catástrofe) Todas las agresiones lo son, ¿es necesario recalcarlo?
    Yendo al ejemplo de Taxi driver, hay escenas muy violentas, pero es una violencia inherente al personaje, no es gratuita. Tampoco hay un regodeo en ellas.
    Más de un productor cinematográfico (y directores de noticieros) deberían tomar nota.

    Saludos,
    Marcelo
  • SarasvatiSarasvati Fernando de Rojas s.XV
    editado mayo 2022
    Estoy totalmente de acuerdo con tu exposición y con el comentario de Bergman.
    Hoy, en otro hilo, comenté que se muestran cuerpos desmembrados sin ningún empacho, pero se pixela una mano que sostiene un cigarrillo.
    Esta normalización de la violencia es gravísima, sobre todo pensando a quién va dirigida.
    Me viene a la cabeza una frase de Nietzche: "Leopardos irrumpen en el templo, y beben hasta vaciar los cántaros de sacrificio: esto se repite siempre, finalmente es posible preverlo y se convierte en parte de la ceremonia."
    Así, la violencia como fin en sí misma, se vuelve parte de una pseudocultura que la idealiza. Los espectadores más jóvenes no disponen de herramientas suficientes para "despegarse" de ese mensaje por demás machacón. Esto se ve reforzado por los telediarios que han pasado a ser máquinas de producir imágenes de impacto antes que de informar de manera racional. Aunque parezca no venir al caso, pero a modo de ejemplo: ¿qué sentido tiene cubrir la noticia de una inundación transmitiendo con el periodista metido en el agua hasta la cintura? ¿Es más inundación? El propio lenguaje se ha vuelto violento: ¡Brutal agresión! (dicho con voz de catástrofe) Todas las agresiones lo son, ¿es necesario recalcarlo?
    Yendo al ejemplo de Taxi driver, hay escenas muy violentas, pero es una violencia inherente al personaje, no es gratuita. Tampoco hay un regodeo en ellas.
    Más de un productor cinematográfico (y directores de noticieros) deberían tomar nota.

    Saludos,
    Marcelo

    Sí, existe ese doble rasero, por llamarlo así, un desequilibrio cultural que a veces se explica por el choque de intereses entre el afán por sostener un margen de valores (a veces ideológicos, o puritanos) y el relativismo absoluto de los valores; y otras, por ese mismo relativismo que supone un desorden y una degradación de prioridades racionales; tomando el ejemplo que pones, de la tolerancia a la violencia extrema mientras se censura un cigarrillo. Lo que se impone lo decanta casi siempre el interés mercantil.

    Referente a los medios de información, es pertinente que lo menciones porque se trata de una plataforma de difusión aún más masiva y cotidiana que el cine. Y si bien no puede darse en ella esa violencia explícita del cine, sí se genera banalización, a través de ese registro sensacionalista y espectacularizado del que hablas. u

    Ssan Sontag hablaba de algo parecido, otra característica y efecto actual de los medios en "Ante el dolor de los demás", citando como ejemplo una revista comercial en la que un reportaje con imágenes crudas de la hambruna en África se superpone a un anuncio publicitario extremadamente sugerente y llamativo; y cómo esto amortigua la sensibilidad y la capacidad de valorar los datos.

    Lo que vemos nos afecta y nos condiciona, y sin embargo así vamos, tomándolo en dosis nada recomendables, como sonámbulos.

    Me ha parecido muy interesante tu reflexión. Gracias por leer y aportar.


  • Marcelo_ChorenMarcelo_Choren Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    Exacto, se nos inmuniza ante el sufrimiento (mientras yo esté caliente, ríase la gente).
    Soy argentino, pero resido en España desde hace muchos años. Aquí se está revelando un fenómeno peligroso: se multiplican los casos de violencia de género, bullying, acoso escolar y laboral; sin embargo un porcentaje importante de jóvenes lo ven como algo casi normal, no les inquieta.
    Los detractores de esta alarma social insisten en que "no es que haya más casos, sino que hay más denuncias", y consideran esto como un logro. ¡Claro que hay más denuncias!, pero eso no solapa el incremento de la violencia como algo cotidiano.
    En fin, no quiero convertir esto en un lamento borincano, sólo que estoy muy preocupado por el futuro (aunque yo ya esté amortizado).
    Me gustó mucho tu respuesta, da gusto comentar.

    Saludos,
    Marcelo

  • antonio chavezantonio chavez Miguel de Cervantes s.XVII
    Sarasvati dijo:

    De un tiempo a esta parte la violencia (extrema) se ha convertido en ingrediente común del cine; especialmente de la industria norteamericana, que es la que monopoliza el mercado, y se puede decir con propiedad que crea, determina y apuntala sus dinámicas y tendencias; lo que equivale a decir dinámicas y tendencias culturales. La violencia ha llegado incluso a ocupar subgéneros propios (como, por ejemplo, el gore), dedicados específicamente a explotar espectacularmente este elemento, como fin en sí mismo, como gag, recurso y reclamo comercial, que busca enganchar la atención removiendo emociones primarias como el morbo o el impacto, no como tema, elemento argumental o contenido serio. Hay un componente claro de recreación en un tipo de violencia extremadamente gráfica, en la agresividad y crueldad descarnadas y llevadas al límite, en la brutalización del cuerpo humano, que es moneda corriente en buena parte de las películas de hoy. 

    Personalmente detesto este uso y abuso concreto de la violencia tanto en el cine como en otros géneros de la industria artística y de entretenimiento, pero creo que el cine, por su condición fundamentae visual, estetizante e inmediata, y por su alcance de masas tiene una capacidad de generar hiperrealidad muy superior a la de, por ejemplo, la literatura. 

    No critico únicamente la banalización del mal y de la violencia, justificada a menudo desde el (ingenuo) presupuesto de que la ficción es ficción y de que esta es una delimitación neta, precisa e inequívoca para todo el mundo; me refiero también a la tendencia a la romantización de la violencia, que se produce a través de la épica, la estética y el dramatismo propios del medio. 

    Dejando claro que no creo en una función u obligación moralizante inherente al arte y a la cultura (tampoco en todo lo contrario), y que evidentemente parece absurdo esperar un rasero ético o especialmente racional en la producción de la actual industria de consumo. Pero entre la representación o expresión de cualquier realidad humana y su normalización/banalización, e incluso apología, hay muchos grados. 

    En una sociedad como la actual, absorbida por los contenidos de la industria del ocio, con predominio de los audiovisuales, no es de menospreciar la influencia y el poder de las imágenes, o de las narrativas, monótonas y limitadas, que las acompañan, y que se suministran a un público mayoritariamente muy joven. En teoría se nos dispensan y las consumimos como simple entretenimiento, pero hablamos de un hábito cotidiano y constante que ocupa horas y horas de la vida de mucha gente, sin una diversidad alternativa que actúe como contrapunto; por no hablar de un soporte educacional adecuado que ayude a analizar, disociar y comprender debidamente lo que vemos. 

    No hablo del tipo de riesgo que lleva a un alucinado o delincuente a confundir radicalmente realidad y fantasía, y a irrumpir a tiros en un cine después de ver Batman, sino de un impacto social más sutil, en la conciencia y en la percepción de las cosas, cierta anestesia, insensibilización en la reacción y comprensión de la violencia y otros fenómenos por la exposición compulsiva a contenidos que se procesan de forma maquinal y acrítica. Sobre todo (recalco esto otra vez) en consumidores jóvenes, y de hecho cada vez más jóvenes. 











    No es la primera vez que te lo digo (escribo). Sarasvati; me encanta la forma que tienes de manejar todos lo que escribes. Tu aguda visión sobre este asunto podría servir de modelo a seguir.

    Solo seis párrafos has utilizado para dejar bien asentado ese peliagudo ¿problema? de la violencia en el cine.

    Yo, con menos brillantez que tú en esto de la pluma (que no se confunda modestia con  realidad), me limito a decir que esa desproporcionada violencia que se muestra en algunas películas, sobre todo norteamericanas (muchas veces o la mayoría de la veces sin venir a cuento, sin ton ni son) solo sirve de "libreto" para las barrabasadas que se comenten en la vida real. Si no, solo hay que seguir las noticias de sucesos de los diferentes medios de comunicación. Porque eso de marcar "solemnemente" una edad según para que film, a la vista está que no funciona, nunca ha funcionado, y aún menos en la actualidad. Mientras se tenga a mano armas de fuego y al poderoso Internet siempre dispuesto, un niño de 8 o 10 años puede hacer escabechinas en serie: matanzas en colegios, institutos, campus... Pero, claro, si hay padres estadounidenses que se preocupan más de que sus hijos sepan manejar una pistola que de cómo llevan sus estudios... Educación.

     :(

     
  • antonio chavezantonio chavez Miguel de Cervantes s.XVII


    No es la primera vez que te lo digo (escribo). Sarasvati; me encanta la forma que tienes de manejar todos lo que escribes. Tu aguda visión sobre este asunto podría servir de modelo a seguir.

    Solo seis párrafos has utilizado para dejar bien asentado ese peliagudo ¿problema? de la violencia en el cine.

    Yo, con menos brillantez que tú en esto de la pluma (que no se confunda modestia con  realidad), me limito a decir que esa desproporcionada violencia que se muestra en algunas películas, sobre todo norteamericanas (muchas veces o la mayoría de la veces sin venir a cuento, sin ton ni son) solo sirve de "libreto" para las barrabasadas que se comenten en la vida real. Si no, solo hay que seguir las noticias de sucesos de los diferentes medios de comunicación. Porque eso de marcar "solemnemente" una edad según para que film, a la vista está que no funciona, nunca ha funcionado, y aún menos en la actualidad. Mientras se tenga a mano armas de fuego y al poderoso Internet siempre dispuesto, un niño de 8 o 10 años puede hacer escabechinas en serie: matanzas en colegios, institutos, campus... Pero, claro, si hay padres estadounidenses que se preocupan más de que sus hijos sepan manejar una pistola que de cómo llevan sus estudios... Educación.

     

    (Esto que sigue a continuación encaja perfectamente en lo que antes expongo)

    Cómo afecta a los niños ver escenas de violencia y drogas

    Tras el reciente estreno de Joker, han sido mucho los críticos que han advertido seriamente a los padres de la importancia de no llevar a sus niños a ver esta cinta, debido a la crudeza visual y psicológica de sus escenas. Sin embargo, no siempre se nos avisa tan claramente. Sin llegar a tal extremo, son muchas las series, películas y videojuegos que ven nuestros hijos en las que se muestran habitualmente imágenes violentas. Peleas, asesinatos, golpes, o incluso maltrato a personas y violencia sexual a mujeres, son tan frecuentes que pueden llegar a parecernos "normales", pero no lo son.

    Si atendemos a la opinión de los especialistas, se trata de un fenómeno con una repercusión directa en la vida real de nuestros hijos, influyendo en sus actos y decisiones, así como en la formación de su personalidad, ya que estos son sujetos fácilmente impresionables y faltos de criterio sólido para discernir entre lo correcto y lo incorrecto.

    Partiendo de ambas premisas, se nos plantea un riesgo muy real: que lo que vean en televisión sea concebido por ellos como algo normal, seguro y aceptable. La primera consecuencia evidente es que, tomando como referencia los comportamientos de sus personajes de ficción, se planteen imitarlos pensando que no es algo tan malo.

    En la línea de lo que la lógica nos podría llevar a creer, hay investigaciones que demuestran que, efectivamente, este tipo de imágenes pueden influir negativamente en las decisiones de los adolescentes. 

    Asimismo, la Academia Americana de Psiquiatría para Niños y Adolescentes descubrió, durante las semanas posteriores a la emisión de la serie de Netflix 13 Reasons Why (Por trece razones), un repunte significativo en las tasas mensuales de suicidios en Estados Unidos. Este suceso se reducía únicamente a un sector de la población: los individuos con edades comprendidas entre los 10 y 17 años.

    De igual modo que en el caso anterior, no es difícil intuir que nuestros hijos, al observar como un personaje de ficción de su agrado decide quitarse la vida, podrían, desde su inexperiencia y vulnerabilidad, llegar a considerar tal actitud como una decisión válida ante determinados contratiempos. Una reflexión que va más allá de una mera intuición, puesto que, hace poco, se ha detectado una relación directa entre el visionado de escenas de suicidios y el aumento de los mismos entre la población infantil y juvenil.

    Asumiendo la credibilidad de los avisos de los expertos, Netflix decidió eliminar la escena del suicidio de la primera temporada de este drama adolescente. También anunció su intención de evitar incluir imágenes que inciten al tabaquismo en sus nuevos contenidos dirigidos a los espectadores más jóvenes. Dos medidas preventivas que deberían ser secundadas por el resto de plataformas, apelando a su responsabilidad de limitar el impacto, entre la población juvenil, de las imágenes de drogas y violencia en la televisión.

    Las escenas de drogas y violencia en la televisión pueden traumatizar a un individuo de por vida

    Aún echamos en falta una mayor concienciación sobre otro de los problemas con más incidencia en la vida real de los adolescentes. Tal y como se ha venido afirmando desde el ámbito académico durante las últimas décadas, las representaciones de actos relacionados con la violencia sexual también pueden acarrear diversos perjuicios en el desarrollo de un individuo. Dos estudios independientes confirman que quienes ven de forma continuada este tipo de escenas pueden sentirse más cómodos ante las mismas. A su vez, las secuencias ficticias de violación pueden moldear el concepto que los jóvenes espectadores tienen de la violencia sexual. Por lo que concluyen que una minoría de los espectadores termina concibiendo estas conductas como algo no tan grave y, en algunos casos hasta excitante, mientras que la mayoría de los jóvenes puede llegar a inmunizarse ante esto.

    Debemos limitar las imágenes de violencia en los contenidos dirigidos a los jóvenes

    Según los investigadores, la exposición repetida a películas sexualmente violentas también puede desembocar en una menor preocupación por las víctimas, llegándose incluso a aceptar este tipo de acciones injustificables.

    Otro estudio realizado entre alumnos universitarios determinó que más de una cuarta parte de los mismos seguía sintiendo ansiedad por programas, series o películas que habían visionado años antes,  ya que presenciar contenidos perturbadores como las escenas de drogas y violencia en la televisión, puede llevar a los niños a interiorizar una sensación de angustia capaz de perseguirles durante años.

    Para contrarrestar este efecto, desde casa debemos ser muy claros con lo que no aceptamos y apelar a la responsabilidad de limitar el impacto en la población juvenil de imágenes de drogas y violencia en los contenidos dirigidos a ellos.

     :( 



  • El mundo es un lugar muy violento y árido. La cita adjudicada a N. es cuento de Kafka.
  • antonio chavezantonio chavez Miguel de Cervantes s.XVII

    La cita adjudicada a N. es cuento de Kafka.

    No entiendo

     :smile:

     
  • SarasvatiSarasvati Fernando de Rojas s.XV


    No es la primera vez que te lo digo (escribo). Sarasvati; me encanta la forma que tienes de manejar todos lo que escribes. Tu aguda visión sobre este asunto podría servir de modelo a seguir.

    Solo seis párrafos has utilizado para dejar bien asentado ese peliagudo ¿problema? de la violencia en el cine.

    Yo, con menos brillantez que tú en esto de la pluma (que no se confunda modestia con  realidad), me limito a decir que esa desproporcionada violencia que se muestra en algunas películas, sobre todo norteamericanas (muchas veces o la mayoría de la veces sin venir a cuento, sin ton ni son) solo sirve de "libreto" para las barrabasadas que se comenten en la vida real. Si no, solo hay que seguir las noticias de sucesos de los diferentes medios de comunicación. Porque eso de marcar "solemnemente" una edad según para que film, a la vista está que no funciona, nunca ha funcionado, y aún menos en la actualidad. Mientras se tenga a mano armas de fuego y al poderoso Internet siempre dispuesto, un niño de 8 o 10 años puede hacer escabechinas en serie: matanzas en colegios, institutos, campus... Pero, claro, si hay padres estadounidenses que se preocupan más de que sus hijos sepan manejar una pistola que de cómo llevan sus estudios... Educación.

     

    (Esto que sigue a continuación encaja perfectamente en lo que antes expongo)

    Cómo afecta a los niños ver escenas de violencia y drogas

    Tras el reciente estreno de Joker, han sido mucho los críticos que han advertido seriamente a los padres de la importancia de no llevar a sus niños a ver esta cinta, debido a la crudeza visual y psicológica de sus escenas. Sin embargo, no siempre se nos avisa tan claramente. Sin llegar a tal extremo, son muchas las series, películas y videojuegos que ven nuestros hijos en las que se muestran habitualmente imágenes violentas. Peleas, asesinatos, golpes, o incluso maltrato a personas y violencia sexual a mujeres, son tan frecuentes que pueden llegar a parecernos "normales", pero no lo son.

    Si atendemos a la opinión de los especialistas, se trata de un fenómeno con una repercusión directa en la vida real de nuestros hijos, influyendo en sus actos y decisiones, así como en la formación de su personalidad, ya que estos son sujetos fácilmente impresionables y faltos de criterio sólido para discernir entre lo correcto y lo incorrecto.

    Partiendo de ambas premisas, se nos plantea un riesgo muy real: que lo que vean en televisión sea concebido por ellos como algo normal, seguro y aceptable. La primera consecuencia evidente es que, tomando como referencia los comportamientos de sus personajes de ficción, se planteen imitarlos pensando que no es algo tan malo

    Asimismo, la Academia Americana de Psiquiatría para Niños y Adolescentes descubrió, durante las semanas posteriores a la emisión de la serie de Netflix 13 Reasons Why (Por trece razones), un repunte significativo en las tasas mensuales de suicidios en Estados Unidos. Este suceso se reducía únicamente a un sector de la población: los individuos con edades comprendidas entre los 10 y 17 años.

    De igual modo que en el caso anterior, no es difícil intuir que nuestros hijos, al observar como un personaje de ficción de su agrado decide quitarse la vida, podrían, desde su inexperiencia y vulnerabilidad, llegar a considerar tal actitud como una decisión válida ante determinados contratiempos. Una reflexión que va más allá de una mera intuición, puesto que, hace poco, se ha detectado una relación directa entre el visionado de escenas de suicidios y el aumento de los mismos entre la población infantil y juvenil.

    Asumiendo la credibilidad de los avisos de los expertos, Netflix decidió eliminar la escena del suicidio de la primera temporada de este drama adolescente. También anunció su intención de evitar incluir imágenes que inciten al tabaquismo en sus nuevos contenidos dirigidos a los espectadores más jóvenes. Dos medidas preventivas que deberían ser secundadas por el resto de plataformas, apelando a su responsabilidad de limitar el impacto, entre la población juvenil, de las imágenes de drogas y violencia en la televisión.

    Aún echamos en falta una mayor concienciación sobre otro de los problemas con más incidencia en la vida real de los adolescentes. Tal y como se ha venido afirmando desde el ámbito académico durante las últimas décadas, las representaciones de actos relacionados con la violencia sexual también pueden acarrear diversos perjuicios en el desarrollo de un individuo. Dos estudios independientes confirman que quienes ven de forma continuada este tipo de escenas pueden sentirse más cómodos ante las mismas. A su vez, las secuencias ficticias de violación pueden moldear el concepto que los jóvenes espectadores tienen de la violencia sexual. Por lo que concluyen que una minoría de los espectadores termina concibiendo estas conductas como algo no tan grave y, en algunos casos hasta excitante, mientras que la mayoría de los jóvenes puede llegar a inmunizarse ante esto.

    Debemos limitar las imágenes de violencia en los contenidos dirigidos a los jóvenes

    Según los investigadores, la exposición repetida a películas sexualmente violentas también puede desembocar en una menor preocupación por las víctimas, llegándose incluso a aceptar este tipo de acciones injustificables.

    Otro estudio realizado entre alumnos universitarios determinó que más de una cuarta parte de los mismos seguía sintiendo ansiedad por programas, series o películas que habían visionado años antes,  ya que presenciar contenidos perturbadores como las escenas de drogas y violencia en la televisión, puede llevar a los niños a interiorizar una sensación de angustia capaz de perseguirles durante años.

    Para contrarrestar este efecto, desde casa debemos ser muy claros con lo que no aceptamos y apelar a la responsabilidad de limitar el impacto en la población juvenil de imágenes de drogas y violencia en los contenidos dirigidos a ellos.

     :( 




    Fíjate, no sólo los criterios de edad no sirven de nada porque los menores acceden a todo tipo de contenidos cómodamente; es también que buena parte de estos contenidos se enfoca deliberadamente a esta franja de edad, al público más joven.

    Como ejemplo, el género de terror, que se caracteriza tanto por la truculencia gratuita como por los actores muy jóvenes, las tramas y temáticas adolescentes, etc... todo mezclado con la violencia desproporcionada.
    Los jóvenes son quienes más consumen y lejos de que eso suponga una exigencia de control y cuidado se les orienta el entretenimiento de peor calidad. 

    En un país como EE UU, con el acceso a las armas y ciertas tendencias culturales, parece obvio que tiene efectos más directos. En el resto afecta igualmente, es un consumo recurrente, nocivo y desequilibrado. 

    Gracias por el artículo y por el aporte :) 


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