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Micaela

antonio chavezantonio chavez Miguel de Cervantes s.XVII


Micaela

Aquel día amanecía perezosamente.

Drácula llegaba agotado de una excelente noche, en la que había saciado como nunca su sanguinario apetito.

Abría su sarcófago y subía la escalerilla para entrar en él. Se acomodaba durante un segundo, y después procedía a cerrar la tapa para dormirse plácidamente hasta el próximo anochecer.

Quería asegurar la cerradura de la tapa por dentro, como buen previsor que era, pero algo no funcionaba, pues se negaba a cerrarse.

"¡Así son todas las cosas que hacen los humanos, todo es de pésima calidad; apenas duran funcionando tres años y luego se descomponen. Los vampiros necesitamos productos que duren miles de años!", exclamaba para sí.

“Esta noche conseguiré una cerradura nueva y la cambiaré por ésta”, se dijo para sí.

Por fin cerraba los ojos, renunciando a asegurar la tapa del sarcófago, y caía dormido, rendido, embelesado por el exceso de la espléndida sangre ingerida la pasada noche.

Él no lo sabía, pero fuera de su cajón mortuorio, alguien lo acechaba. Alguien que era precisamente quien había inutilizado la cerradura antes de que el temible rey de los vampiros llegase a su hogar.

Cuando Drácula se quedaba dormido, la renombrada cazadora de vampiros (que en años estaba en busca y captura por los propios vampiros del universo), abría su maleta negra, sacando de ella una estaca afilada y un martillo. Aquella noche sería el fin del más antiguo y temible de los vampiros que pululaban por el planeta Tierra.

Sigilosa, abría el sarcófago y miraba su adormecida víctima durante unos segundos. Y era entonces que decidía dejar en el suelo la estaca y el martillo. En lugar de eso, abría su boca, mostrando sus afilados colmillos, y los clavaba en la yugular de Drácula. Le succionaba toda su sangre, sin que éste despertase, hasta que la Parca llamaba a la puerta.

Se limpiaba bien su boca ensangrentada con un pañuelo de papel, cerraba de nuevo el sarcófago, cogía su teléfono móvil e informaba a su base:

-Habla la agente Micaela, especialista en eliminar a vampiros. Le informo que acabo de aniquilar a Drácula. Este sangriento vampiro no volverá a succionar más sangre humana. Por cierto, jefe, mí jornada laboral acaba de comenzar. ¿Por un casual no habrá por alguna parte de la ciudad algunos otros detestables vampiros a los que quiera usted borrar del mapa? Porque ha de saber que, aparte de puntiagudos dientes, también tengo otros puntiagudos poderes.

SLO ESCRITOS DE CIENCIA FICCIN - Pgina 2 Micael10

Antonio Chávez López
Sevilla octubre 2001



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