Así pinto yo a mi amante y musa
Veo cómo cada átomo de su figura cae en una catarata de diferentes tonalidades, en una desnudez integral, una desnudez que incita a mis sentidos y arranca mis gemidos.
Es una oda a mi propio silencio, es ver una convulsión agitada en sus senos, es ver ella mi impaciente quietud, y sonríe con esos movimientos intencionados de su poblada y rizada entrepierna.
Su piel es vívida, lozana, voluptuosa... Sus pechos, con un olor a lujuria, y sus ojos pecaminosos se hacen notar deseosos...
Todo ello descontrolado por el vapor de su alta temperatura
Posa ella para mi pincel, y mi inspiración crea un cuadro con miles de matices sexuales, inigualable imagen de una anatomía entrenada para pecar.
Discretamente abre los labios, que exhala un leve vaho de vapor, y sonríe provocadora.
Ese es el justo momento de coger de nuevo el pincel e inventar unas lascivas tonalidades, para impregnarlas en sus carnes morenas desnudas.
Empiezo desde sus sazonados labios de abajo, y, después de lamerlos con un desenfrenado frenesí, llega el éxtasis...