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Rifle vengador

antonio chavezantonio chavez Miguel de Cervantes s.XVII


Rifle vengador

Con una esposa y cuatro hijos con ella, y una amante sin hijos, el protagonista de esta historia, Eloy, era un individuo bien parecido: alto, moreno y 43 años. Estaba en buena situación social y económica, y era seguro de sí. Pero quince días atrás, su amante lo había dejado por otro más joven y con más dinero, y desde esa ruptura se sentía furiosamente despechado y con los ánimos bajo mínimos.

Una tarde las sienes y el cuello le dolían cada vez más. Tomaba el tercer Ibuprofeno con un sorbo de agua, y luego dejaba la botellita de plástico en la mesilla de noche de su dormitorio, junto a un cuadernillo de crucigramas, amarillento, y una cajita de madera con dos dados; en uno aparecía el 5, y en el otro, el 4. Con agua fría se refrescaba cara, brazos y manos, y luego apagaba la luz del cuarto y se iba hacia la terraza.

Aire fresco le venía bien para pensar y concentrarse. En su ático había vivido Aurora, su amante (comprado por él para ella, pero luego de la separación lo recuperaba). Aurora era rubia, 38 años, guapa y con hechuras mareantes.

Eloy podía pasarse horas y horas ajeno a todo, solo sumido en la más honda de las obsesiones: mirar con unos prismáticos a la gente que pasaba por la calle, diez plantas abajo.

Bajo la luz de las farolas de la calle observaba pasar a una pareja, cogidos de la mano; él, con vaqueros azules, camiseta verde y botines blancos, iba jugueteando con ella, que vestía minifalda roja, camiseta negra, y botines negros. Seguro que vendrían de alguna fiesta, donde habrían empinado el codo más de la cuenta, a juzgar por la pigmentación de sus rostros, y sus andares tambaleantes. Iban dándose golpes de cadera mientras caminaban, y a cada momento se detenían y se comían a besos. Él le cogía los pechos y el trasero, mientras ella entrecerraba los ojos, y así se enviaban mensajes, como un anticipo de lo que vendría más tarde.

Eloy seguía mirando a través del visor de alta definición de su rifle, y ahora su atención recaía en una anciana, que paseaba con un perrito negro. La anciana lucía falda y blusa negras, a juego con los zapatos de tacón bajo; riguroso luto. El perrito ladraba a un gato que se le ocurría cruzar cual relámpago entre ellos, lo que irritaba a Eloy, pero no tardaban en alejarse.

Al rato, aparecía una muchacha rubia haciendo footing, con mallas ajustadas, color azul, a juego con los mini vaqueros que llevaba, y que realzaba su figura. Desde el visor se podían ver unos turgentes y firmes senos, por lo que pensaba que haría gimnasio. Un cuerpo imponente. Eloy respiraba hondamente unos segundos, hasta que el dedo índice de su mano izquierda (era zurdo) acariciaba el gatillo y… ¡pum! Un sonido seco perforaba la noche.

Una bala del calibre 22 entraba entre dos costillas, perforando el corazón con una precisión de cirujano. La chica avanzaba unos metros, hasta que su cuerpo sin vida caía. Llegaba el Servicio de Emergencias, pero no podía hacer nada por salvarla.

Mientras los efectivos del SAMUR aguardaban a la policía, una pelirroja, con camiseta blanca, que iba hablando por su móvil, se detenía y preguntaba algo. Eloy era incapaz de leer sus labios, pero daba igual. No hacía falta: el mismo sonido seco, el mismo impacto e iguales resultados.

El médico y su ayudante del Servicio de Emergencia la recogían y la subían a la ambulancia, que corría a lo Fórmula 1 rumbo a la urgencia del hospital más próximo

De nuevo había dado en el blanco. Y ahora doble presa. Con una insultante tranquilidad, entraba a salón y de él pasaba otra vez al dormitorio, y allí limpiaba el fusil y el silenciador, ambos de última generación, los enfundaba en sus fundas de seda de color rojo sangre y, finalmente, los guardaba en una caja fuerte, empotrada en hormigón y con clave digitalizada, que se hallaba en su amplio dormitorio.

Y seguidamente, cogía la cajita con los dados, los sacaba y, ceremoniosamente, volvía a tirarlos, sobre el cristal de la mesilla de noche. Y ahora salía el seis doble. Turno para una morena.


LA CAJA DE MSICA 10 UN RINCONCITO PARA COMPARTIR - Pgina 7 Rifle10


Antonio Chávez López
Sevilla enero 2000


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