El Mal Gusto
“No me gusta”, “no tiene gusto”, “no es de mi
gusto”, y más conjugaciones que se le
puedan extraer al verbo gustar, en su parte opuesta, son algunas de las frases
más explícitas que definen el Mal Gusto.
Pero, con el paso del tiempo han ido cambiando algunos conceptos, y
ahora vienen usándose frases como “no gustar de algo”, “no tomar placer”.
Empero, basado en las nociones de la más pura estética, las causas de ejercer
el Mal Gusto, siempre han sido desagradables, como desagradable es, por
ejemplo, esa imbecilidad de batir un récord, con el único objetivo de figurar
en un absurdo Guinness, porque lo opuesto; el buen gusto, ese vicio de
querer gozar de lo que vemos, sentimos, tocamos, oímos y olemos, es difícil y a
la vez tan sencillo como el tan cacareado dicho Para gusto los colores.
Los enjuiciamientos estéticos son subjetivos y arbitrarios, y nadie debería
comprometerse a decir que la idea fijada de lo que es feo, horrible, horrendo,
de Mal Gusto, es absoluta e
impenetrable.
Sin embargo, parece que ahora, en la actualidad, se habla más de un
consenso entre la imaginación y el entendimiento, con la idea de emitir una
opinión con razones de normalidad, porque la relatividad de los conceptos ha
hecho necesario el imperativo de juzgar todo y que no se confunda nada. Por
ejemplo: si utilizamos la palabra light para definir ligero,
superficial, fútil, banal o prescindible, a algo que no nos guste, lo
descalificamos de plano, aunque la ligereza es, a veces, más una virtud que un
defecto.
El Mal Gusto está
condicionado por la capacidad de ver-oír-sentir-oler- tocar, pero esa capacidad
está igualmente condicionada por un ahora imprevisible. A veces leemos un buen
libro, en un mal momento, y no nos agrada, o escuchamos un buen chiste, de
algún acreditado humorista, y nos resulta de Mal Gusto si estamos
tristes o enojados. Por tanto, todo parece dar a entender un desacuerdo entre
la actitud y la motivación para saber valorar lo que es de una forma u otra.
Cuando aparece lo más hondo de la vulgaridad, es cuando el Mal Gusto se halla en un estado
plenipotenciario. Pero, ¿hay criterios objetivos para poder calibrar el Mal Gusto, mientras lo que para algunos
es espantoso, para otros es el no va más de lo atractivo? No obstante, del
estudio, incluso de la observación se pueden sacar algunas conclusiones.
Sobre los gustos hay opiniones de todos los gustos.
Como no existe un canon inamovible, los criterios van variando en
función de las épocas y las culturas. Y hasta hay quienes, rizando el rizo,
conceden a quienes se identifican como unos entusiastas de la vulgaridad; por
ejemplo, ese “encanto” de muñequita que pulsas un botón y hace pipí o caca, o
las dos cosas a la vez.
¿Dónde está realmente la frontera entre el buen gusto y el Mal Gusto?
¿Cómo se podría establecer un referente de un prototipo de belleza?
En la cultura oriental, una mujer tailandesa, desgalichada y ajirafada,
es, sin duda, un dechado de belleza, o una japonesa, de diminutos pies, es un
portento. La oronda Maja, del eminente mañico Goya, es una muestra palmaria y
definida de una celulítica desmesurada. A mediados del siglo XX, una estilizada
modelo de hoy era tildada de escuerzo escuchimizado. Por tanto, todo se puede
ver de buen o de Mal Gusto, según el punto de vista de cada cual
y cada época.
Periodistas y fotógrafos recorren los cinco continentes, con la
tenacidad de buscadores de oro, para escribir o para congelar en el objetivo de
sus cámaras, textos o imágenes que podían llenar a tope un catálogo universal
de la infamia estética. Esos incansables profesionales pretenden hacernos entender que
estamos americanizándonos a marchas forzadas y que únicamente nos centramos en
el consumismo, y eso podría ser de Mal
Gusto. Pero así es como siguen funcionando las cosas en nuestra
desconcertante sociedad.
También hay eminencias del arte, la literatura o la música que elogian
el Mal Gusto, definiéndolo como una
forma de rebeldía porque hace mucho tiempo que estamos inmersos en una egoísta
cultura hedonista, que es, sin duda, la que trata de trocar los términos; lo
bueno por lo malo. Y esto también se podría ver de Mal Gusto.
En las costumbres antiguas, una autonomía individual se contrarrestaba
con rígidos códigos colectivos, prestando atención a las normas. Pero ahora
esas imposiciones han desaparecido. En el mundo de la moda, la decoración, del
deporte, de la vida familiar o sexual, todo está permitido, aunque la mayoría
no aporta originalidad, pero cada uno puede hacer lo que le venga en ganas, sin
que sufra reprobación alguna por ello.
Generalmente, se tiende a desvalorizar lo normal, sinónimo inequívoco de
un borreguismo y de una carencia de personalidad. Desarrollar una idea de un
conformismo, en lo que respecta a las
preferencias, se puede interpretar de Mal
Gusto por ser un imperativo impersonal.
En la cultura individualista, el ego, las diferencias y las desviaciones
son lo que más se valora, porque actualmente vivimos en una era donde las
jerarquías estéticas y culturales se confunden y los referentes de los gustos
se multiplican. Parece que últimamente vamos todos de por libre.
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Comentarios
Cavilando acerca de mi persona, saco conclusiones que puede que coincidan con la manera de pensar y actuar de otras personas. Ahí van...
Todo lo que digo o hago, lo veo de buen gusto, y lo contrario no tiene importancia para mí: levantarme y acostarme con ilusión, disfrutar de mi familia, de mi trabajo, de mi Betis de mi alma, respetar todas las opiniones de todos, dedicar unas horas de cada semana a mis gustos favoritos, hacer el amor, siempre que pueda y me dejen (que esa es otra). Con el paso de los años, voy convirtiéndome en menos rotundo en crítica hacia los otros, porque pienso que puedo caer en lo mismo que censuro. Ahora soy más cauto y menos visceral con mis semejantes. Disfruto observando las ausencias de complejos. Lo óptimo sería que todos pudiésemos obtener un don especial para ser amables todo el tiempo y que pudiésemos adquirir una dosis de prudencia para no pasarnos con nadie. Lo que considero de muy Mal Gusto es ser intransigente, pues corro el riesgo de que pueda ser el foco de lo que censuro. La gente de la calle es deliciosamente espontánea, y el Mal Gusto, en todo caso, es una cuestión de criterio.
Echando mano de lo más hondo de mi raquítica filosofía me arriesgo a opinar que el Mal Gusto es como un puñal que hiere la sensibilidad ajena. En mi opinión, el Mal Gusto está igualmente representado en la escala social, dejando de ser Mal Gusto para convertirse en pésimo gusto cuanto mayor sea el poder en la persona.
Es claro que, si no existiese el buen gusto, tampoco existiría el Mal Gusto, una cosa necesita de la otra, Hablar del buen gusto de uno mismo es de Mal Gusto. Una prueba fehaciente del Mal Gusto es la de quien alardea de buen gusto, e incluso hasta, fijando cánones inalcanzables.
El dañino Mal Gusto de hacer críticas anónimas, nos marca la pauta de lo que tenemos que hacer próximamente; es decir, nos condena a la humillación y a la monotonía. Pero, ojo, que el buen gusto no está reñido con el Mal Gusto, solo son dos polos completamente opuestos.
Una pluma acreditada de la Literatura española, Alfonso Ussía, dice que el Mal Gusto es lo que no le gusta a él; obviamente subjetivo, pero se podría generalizar, porque el Mal Gusto tiene mucho que ver con la ausencia de la coherencia, dependiendo del grado de sensibilidad.
Está claro, pues, que hay que respetar todas las ópticas. Todo es opinable y, en todo caso, aquello que guste a los demás no se debe descalificar, aunque la horterada y lo innecesario hacen que así sea.
Lo que he escrito hasta ahora sobre el Mal Gusto, solo enjuicia causas del Mal Gusto sobre cotidianidades. Pero, desgraciadamente, existe una lista despreciable del Mal Gusto que acaba con la capacidad de aguante de la gente decente: las guerras, los crímenes, las violaciones, la pederastia, la drogadicción, los excesos de poder, son, además de execrables, de Mal Gusto, y no por las consecuencias de quien la sufre, que también, sino porque es un golpe bajo a las más elementales reglas del buen gusto. Si existiese un baremo de las faltas más importantes del Mal Gusto, ésas citadas, acapararían palmariamente el primer puesto.
Y lo peor de la vertiente del Mal Gusto es que crea escuela, pero tanto en pequeños detalles como en grandes barrabasadas, y esto es algo contra lo que no se puede batallar, si sus practicantes o sus inductores no se imponen a sí mismos un definitivo propósito de enmienda.
Aquí y ahora me encuentro en disposición de aseverar que, en el reseñado Mal Gusto, desdeñado por esos grupos burgueses adictos a lo refinado, un sector de nuestro Planeta ha reivindicado la libertad de verse representado; en algo de poco valor, ha reconocido valores determinantes, porque ha visto autenticidad, como un modus vivendi.
Los detalles, los grandes y los pequeños, forman parte de una época, la representan y la proyectan hacia el futuro y, en todo caso, lo que se vea de Mal Gusto, se podría ver como una gratuidad sui géneris, “para comedura de coco de esos ínclitos doctores de la Iglesia, rebautizados y relativamente reconocidos como los auténticos sabios”.
Concluyo añadiendo que sería una utopía el poder conseguir un consenso universal para poder delimitar qué es de Mal Gusto y qué no lo es, porque lo ortodoxo como regla no existe, pero sí existen formas expresivas de sensibilidad del grupo humano, pero sensibilidad social, idiosincrática y, en cierto modo, histórica.
QUE DERRUMBA A LA SENSIBILIDAD,
Y COMO SE IMPONGA LA INDIFERENCIA,
RESULTARÁ DIFÍCIL DE ERRADICAR
Ese sujeto barriobajero de ahí abajo, con su impresentable y macabra segunda frase sobre un luctuoso suceso, pronunciada sin escrúpulos en Twitter, es, para mí, el Capitán General del Mal Gusto.
En varias partes del texto, como por ejemplo en el segundo párrafo, hay frases tan largas que para cuando uno las termina, te falta el aliento y no te acuerdas de que se trataba la frase. Por ejemplo, la que empieza con "Empero, basado en las nociones..."
Esta frase no la entendí, por mucho que la lea: "El dañino Mal Gusto de hacer críticas anónimas, nos marca la pauta de lo que tenemos que hacer próximamente; es decir, nos condena a la humillación y a la monotonía"
Por último, me pareció fuera de lugar un tratado tan general que termina con una descarga muy ácida contra alguien muy específico, por un comentario poco feliz que hizo usando la memoria de una persona que a la mayoría de la gente no española no le dice nada (ni el perpetrante, ni la supuesta candidata a resurrección). Para enterarme de que iba el tema tuve naturalmente que buscar quién es Marta del Castillo en la Internet.
Saludos
Gracias por comentar, Claudio
Quiero aclarar que este mismo texto de "El Mal Gusto" lo plasmé aquí, en la LISTA, hace como unos 15 o 20 días, pero solicité a la moderadora, Amparo Bonilla, que lo eliminase porque, al parecer, no era ni turno, ya que aún faltaban comentarios del colega Kantos a un escrito de otro compañero y además tenía que insertar el suyo. Una vez cumplidos esos dos requisitos, he vuelto a publicar este mío. Gracias.
—Yo habría entrecomillado el dicho.
Segunda hoja.
• Cuarto párrafo: “... necesita de la otra, Hablar del buen gusto...”
—Esa coma te robó el punto.
• Segundo párrafo: “... importancia para mí: levantarme y acostarme con ilusión, disfrutar de mi familia, de mi trabajo, de mi Betis de mi alma, respetar todas las opiniones de todos, dedicar unas horas de cada semana a mis gustos favoritos, hacer el amor, siempre que pueda y me dejen (que esa es otra)...”
—Al parecer recomiendan no usar los dos puntos si la enumeración no va precedida un elemento anticipador... sinceramente yo no suelo cumplir esto, pero es que escribes tan bien que tengo que decir algo (no quiero que me manden repetir el comentario).
—Aquí dudo si esto debería llevar acento, yo diría que sí...
Gracias por tus buenas observaciones, amigo y socio galleguiño. No olvides que por mi cuenta y riesgo te asigné el título de "Míster observador 2021 del Foro de Literatura"
Que si socio, que si jefe, que si maestro...
Hasta que no me digas Dios, no me contento
La conclusión a la que yo he llegado, luego de leer y reflexionar un poco sobre lo leído, es prácticamente la misma que la tuya. Es imposible encontrar un consenso mundial sobre que es el buen y el mal gusto. Siempre va a depender de las vivencias de cada persona, del contexto, del sitio, de la época y de muchas cosas más.
Aunque yo opino que sí existen ciertos parámetros dentro de los cuales uno puede moverse, parámetros que no son para nada rígidos ni objetivos, sino amplios y con matices. Por ejemplo, una hamburguesa de McDonals nunca va a tener el mismo nivel de "buen gusto" que un plato elaborado por un chef profesional. A mí me puede gustar más el primero que la segundo, sin embargo, tengo que ser lo suficientemente sensato para comprender que ambas cosas no pertenecen a la misma esfera. Lo mismo pasa cuando se compara un libro de Kafka con uno de Dan Brown, la música clásica con el reggaetón, un cuadro de Da Vinci con un cuado de hamparte, etc. O al menos así lo veo yo, sin dejar de lado que pueden existe muchas zonas grises.
"Pero, desgraciadamente, existe una lista despreciable del Mal Gusto que acaba con la capacidad de aguante de la gente decente: las guerras, los crímenes, las violaciones, la pederastia, la drogadicción, los excesos de poder, son, además de execrables, de Mal Gusto, y no por las consecuencias de quien la sufre, que también, sino porque es un golpe bajo a las más elementales reglas del buen gusto. Si existiese un baremo de las faltas más importantes del Mal Gusto, ésas citadas, acapararían palmariamente el primer puesto."
Esta parte tuya lo resume muy bien
Sin embargo, parece que ahora, en la actualidad, se habla más de un consenso entre la imaginación y el entendimiento"
Quería recalcar esta frase por qué no he logrado entenderla. Es decir, entiendo lo que quieres decir, aunque no logro visualizar esta diferencia entre "imaginación" y "entendimiento" de la que hablas.
Por último, debo decir que el final me ha chocado un poco, creo que no va acorde a la tónica del resto del escrito. Pero tal vez sea cuestión de gustos personales (je)
¡Buen trabajo!
Básicamente, el Mal Gusto es una tendencia cíclica, que se va y que regresa, convocada tácitamente por unas normas que aparecen cada ciertos años.
Al mismo tiempo, con el perdón de los que no son colombianos, pero estoy que reviento, me hace recordar la difícil situación que atraviesa mi país. Es de mal gusto que tengamos un remedo de presidente, que todos los días aparezca en la televisión nacional, al estilo del "Aló Presidente" de Nicolás Maduro, diciendo que todo anda bien, cuando están matando gente en las calles todos los días. Encima tenemos a un ex presidente que gobierna mi país en cuerpo ajeno, que aun no ha caído en cuenta que nunca más volverá a ser presidente, ordenando a la fuerza pública que disparen a matar. Y desafortunadamente, me ha parecido de mal gusto encontrarme con gente que sigue defendiendo a ese criminal de guerra.
Por otro lado, el tono del relato no concuerda con su conclusión. Merecemos conocer un poco de contexto de tu crítica hacia Guillermo Zapata.
Gary
Me obligas a empezar por el final de tus, agradecidos por mí, comentarios.
Ya expliqué a grandes rasgos a Claudio, a Ferreiro y a Kantos quien es este siniestro personaje, Zapata. Pero creo que no era necesario explicar nada; él mismo se descalifica con decir públicamente una macabra frase contra una niña de 16 años, llamada Marta del Castillo, que después de once años y meses de su muerte (asesinada vilmente por un niñato, que decía ser su novio), aún no ha aparecido su cadáver, para que sus padres puedan hacerle un entierro como Dios manda. Con estas cosas no se juega, ¿no crees?
Con respecto al resto de tus comentarios, sobre todo lo que cuentas que está ocurriendo en tu Colombia natal, aparte de un pésimo gusto, es execrable al máximo.
Gracias por comentar
Lo que sí me queda son claro los pésimos representantes que tenemos en LATAM. Hoy le toca a Venezuela y Colombia, pero el día de mañana le puede tocar a cualquiera. La pandemia no es que ayude mucho tampoco...
Perdón por la intromisión, Kantos, pero con este enlace puedes hacerte una idea
https://www.rtve.es/noticias/20210505/estallido-social-colombia-reforma-fiscal-pandemia-policia-dispara-protestas/2088745.shtml
Siento de veras (y no es un tópico) lo que está ocurriendo en nuestra nación hermana, Colombia, pero me temo que la dirección de este foro vea de Mal Gusto que hagamos aquí política concentrada, que no de pasada, como yo mismo he insertado en otros hilos. Así que, si os parece, dejamos este asunto político al margen y sigamos con nuestra LISTA. Total, poco o nada vamos a solucionar con nuestras severas críticas contra esos dos personajes que cita el colega Gary.
Un saludo afectuoso a todos
Gracias, comprensivo barranquillero.
Pero, Gary, quiero que sepas que a mí en absoluto me molesta que en los textos que yo inserte se hable de todo lo que quiera cada cual. Dije eso, sobre todo y más que nada, por si nos llama la atención la dirección de este foro, que tampoco sé si es permitido o no hablar aquí de política, aun sabiendo todos los que lo componemos que dicha dirección respeta la libertad de expresión de sus afiliados.
Fuera del texto del Mal Gusto, con este este escrito podrán entender mejor el por qué de mi animadversión contra ese tipejo Zapata. No me une a la familia de Marta más que el paisanaje. Por supuesto. le pedí permiso a sus padres para escribir que sigue.
Marta se pregunta desde el Cielo
La maldad asusta, y asusta demasiado, y es porque no sabemos el grado de intensidad de vileza que trae consigo. Y es por esto que no acertamos a saber si podemos luchar contra algo que de antemano pensamos que puede ser una lucha en vano.
En el Cielo, acompañada de Dios y de un ángel, Marta no comprende el por qué de que pasan algunas cosas aquí abajo, en la Tierra.
Marta siempre duerme pegada al balcón de su cuarto. Una luz de luna besa su cara. Para ella, esta bendita sensación es una muestra de protección, porque dormir sola, aunque en su propia casa y en su propia cama, siempre le había dado miedo.
Aquella noche de un viernes, en la que sus padres se fueron de picos pardos, Marta se quedó sola en casa. Luego de cenar en el salón y de ver un poco la tele, decidió irse a la cama. El angosto y largo pasillo desde el salón hasta su cuarto, aquella noche le parecía más largo y estrecho que nunca. Siendo un mico tenía miedo pasar por ahí. Pero ahora tiene ya 17 años.
“¡Que tonta eres, Marta, si no hay nadie!”, se iba diciendo.
Dicho eso a media voz, empieza a caminar despreocupadamente por el pasillo. Pero como está a oscuras, lleva uno de sus brazos extendido para apartar algún obstáculo con el que pueda causarse algún golpe.
De repente ve alucinada cómo de la oscuridad aparece una luz suave, y encima de ella una sombra humana, más negra que la negrura del pasillo. Asustada, regresa corriendo, a duras penas, al salón y enciende la luz de este. Se sienta en el sofá, con un sudor frío recorriéndole todo su cuerpo. Medio repuesta, de nuevo se levanta y se queda en pie, estática, quieta, inhiesta...
Al poco, se gira y mira, pero la sombra ha desaparecido. Aun asustada, piensa que sería obra de su imaginación. Apaga la luz del salón y, tratando de vencer sus miedos, se va lentamente de nuevo hacia su cuarto. Ya allí, enciende la luz, cierra la puerta con pestillo y se acuesta en su cama.
Pasado un instante, le entra sueño; apaga la luz e intenta dormirse. Ahora, la luz de la luna le araña la cara. Pero de pronto, la luz tiembla, y a Marta le entra un pánico terrible; abre la puerta del balcón, para ver qué ocurre, pero lo que ve no es lo que quiere ver: la sombra la incita a que se vaya con ella. Aterrorizada, enciende ahora tres luces: la de la pantalla sobre un mueble, la de la pantallita sobre su mesilla, y la de la lámpara que cuelga del techo. Pero, de nuevo, la sombra se ha ido.
Aun encendidas todas las luces de su cuarto, Marta sigue terriblemente asustada. Sus miedos no la dejan dormir, así que decide esperar despierta que amanezca, para que salga la luz del sol y que ilumine la casa entera.
Pero, de pronto, un ansia extraña por dormir se apodera de ella y, sin querer, se le cierran los ojos, hasta caer de golpe sobre el colchón, como drogada.
Una tenebrosa voz tri-repetida y alargada quiere despertarla.
"¡Maaaaaartaaaaaaa...! ¡Maaaaaartaaaaaaa...! ¡Maaaaaartaaaaaaa...!".
Marta escucha su nombre como si estuviese soñando pero está demasiado dormida como para poder levantarse.
De pronto, alguien la coge de las axilas y la zarandea con fuerzas. Una vez despierta, lo primero que ve es la sombra de ese alguien y un cenicero de bronce sobre la mesilla.
A Marta no le sale la voz. Aterrorizada. La sombra la mira y ella mira a la sombra y ve que no tiene pies ni manos, pero cubierta con túnica larga, igual de blanca que su cara.
Marta siente que está entrando humo en su cuarto; abre la puerta y el humo le ciega los ojos. Su casa se está incendiando. No sabe cómo ha podido ocurrir; si por culpa de algún descuido, o por culpa de la sombra.
La sombra desaparece, justo cuando un amigo suyo entra en su casa. Marta llama a los bomberos, que llegan y apagan el fuego. Pero todo ha quedado destruido, perdiendo Marta muchas cosas, y entre ellas la más importante: la vida. Lo más sorprendente es que el cenicero, ahora ensangrentado, ha quedado intacto.
Antes de pasar todo eso, Marta había telefoneado a sus padres desde su móvil, pero no lo cogían. Mientras lo guardaba, el amigo que había entrado a su casa, arremete con el cenicero contra la cabeza de ella, que, sin saber qué está pasando, sale de sus labios una voz quebrada, haciendo una pregunta a su amigo: ¿por qué me haces esto? Y, acto seguido, se desploma. Muerta.
Algunas veces, las cosas que ocurren en este disparatado mundo, aunque no acertemos a entender por qué ocurren, es para nuestro bien. Pero otras veces, lamentablemente, es para nuestro mal.
Antonio Chávez López
Sevilla enero 2009
Sevilla diciembre 2011
Seguro que no quieras leer esta carta, pero me veo en la obligación de hacerlo en una última súplica a la única persona que tiene en sus manos terminar con una inacabable tortura que es no saber dónde está mi hija. Pensar que por un pacto de silencio, ella no reposa donde debería, en un Camposanto, donde será recogida por Dios, que pueda llevarle flores por su cumpleaños, donde pueda conversar con mi niña. Imaginar que la sonrisa que tanto te gustaba de ella se pudre en un basurero, o quizás en el fondo del Guadalquivir, o sepultada en una tumba, que no es tumba sino un hoyo escondido para todos, o solo para ti. Te suplico una vez más que me llames o que me escribas, yo solo quiero oírte, ni insultarte, ni reprocharte, solo oírte. A veces me pregunto qué intención tiene tu silencio. No quiero imaginarme si tu madre te estuviese viendo lo que pensaría de ti. De lo que ha pasado, del dolor que muchos sufrimos de mi propio dolor. ¿Qué te diría cogiéndote de la mano y acariciándote el pelo? ¿Qué te pediría ahora que estás preso y que un futuro tan negro te amenaza? Con la muerte de tu madre, te quedaste solo, pero con la muerte de mi hija, te has quedado vacío, ese vacío en el estómago que no te deja dormir porque no hay acto más cruel y despreciable que quitarle la vida a una persona, y más si esa persona te tenía el cariño que te tenía mi hija. Porque Marta siempre se alegraba cuando las cosas te iban bien. Puede que todo esto te raye, que te haga sonreír, mientras lees estas palabras escritas desde el dolor de una madre que se consume, pero quizás algún día comprendas todo este sufrimiento que estás causando a unos padres y a unas hermanas que a pesar de todo te siguen llamando ‘El Miguel’. Solo quiero, por tu madre, por ti, o por mí, que me respondas a una pregunta, Miguel. ¿dónde está el precioso cuerpo de mi preciosa niña?
Fe de erratas
Fuera del texto del Mal Gusto, con este este escrito podrán entender mejor el por qué de mi animadversión contra ese tipejo Zapata. No me une a la familia de Marta más que el paisanaje. Por supuesto, le pedí permiso a sus padres para escribir ESTO que sigue.
No tenía por qué justificar mis palabras de réplica hacia algunos colegas de este foro, los cuales decían, más o menos, que les parecía improcedente el final de mi escrito el Mal Gusto en cuanto al reproche de la actitud de ese fulano Zapata. Pero me apeteció poner este escrito aquí, en el cual dejo ver palmariamente el por qué de mi indignación contra el tal. Tuve el honor de conocer a los padres de Marta (precisamente el día que les pedí su autorización para hacer el referido escrito, publicado gratuitamente en todos los periódicos de mi ciudad). Tanto al padre como a la madre les pareció acertada mi idea, diciéndome, literalmente: "Antonio, todo lo que se haga para tratar de esclarecer este luctuoso asunto, bienvenido sea". Pero, fíjense, el asesinato se cometió el 24 de enero del 2009 y hasta hoy, 8 de mayo del 2021, no se sabe todavía donde están los restos de la pobre Marta. ¿No creen que está demás que salga un payaso a escena haciendo chiste con esto?
Buenas tardes a todos
Saludos a todos.
Tu texto es muy profundo, como bien te han dicho, de dos palabras hay que ver a qué profundidades desciendes. La filosofía del mismo obliga a leerlo despacio y masticarlo bien. A menudo cuesta porque parece que tú tienes muy clara la idea de lo que quieres expresar pero no llega del todo claro al lector.
Evidentemente, lo que es de buen o mal gusto varía con las culturas, con las épocas... con la laxitud de los límites morales de que hacen gala algunos...
Se ha enarbolado tanto y se enarbola la bandera de la libertad que ya está la pobre ajada y maltrecha, casi irreconocible, confundida con el libertinaje. Digo esto porque creo que el final de tu texto va más allá del buen o mal gusto, para mí eso denota falta de humanidad. Desde luego ese "señor" tiene libertad para decir eso y más y de defenderlo en aras de su "libertad de expresión". ¿Humor negro o humor insensible?
El mal gusto a veces domina las expresiones artísticas y las relaciones sociales para unos y otros. Nos hemos empeñado tanto en difuminar los límites que los estamos borrando y, aunque a algunos parezca no gustarles, los límites son necesarios para la convivencia.
Bravo por esa forma de sacar reflexiones, debate, interés de dos palabras. El tema da para esto y para mucho más.
Hola, Ana
Tu texto es muy profundo, como bien te han dicho, de dos palabras hay que ver a qué profundidades desciendes. La filosofía del mismo obliga a leerlo despacio y masticarlo bien. A menudo cuesta porque parece que tú tienes muy clara la idea de lo que quieres expresar pero no llega del todo claro al lector.
¿Qué no ves claro? Si me lo indicas, con gusto te aclaro lo que pretendido transmitir.
Se ha enarbolado tanto y se enarbola la bandera de la libertad que ya está la pobre ajada y maltrecha, casi irreconocible, confundida con el libertinaje. Digo esto porque creo que el final de tu texto va más allá del buen o mal gusto, para mí eso denota falta de humanidad. Desde luego ese "señor" tiene libertad para decir eso y más y de defenderlo en aras de su "libertad de expresión". ¿Humor negro o humor insensible?
Aunque significativamente entrecomillas "señor", ese tipo es una mala bestia. Se dedica a la política y creo que pertenece a un partido de izquierdas, pero sé y me consta que es repudiado hasta por compañeros de su partido. También dice ser periodista y guionista Tuve la desgraciada oportunidad de conocerle en persona, y solo su presencia te repele.
Gracias por comentar
Con estas lindezas (algunas entre tantas), este tipejo Zapata se auto descalifica
De Zapata ya leí en su momento. Que ocupase la cartera de cultura en Madrid es muestra de los extremos a los que hemos llegado como sociedad. A un lado y a otro, por mor de la mal entendida libertad, se defiende lo indefendible.
Entendido. Pero es mucha la indignación acumulada en contra de ese avieso personaje, que, para más rebose, hablé con él unos segundos. Suficiente para catalogarlo. Y a todo esto se suma el dolor de la Sevilla (y España) sensible.
Ea, fin de esta historia
Un abrazo, Ana