Nietzsche es un filósofo que propone la reestructuración del sistema moral de occidente. Considera que la moral idealista y cristiana que se ha instituido en nuestro mundo, es una moral que nos conduce a un retroceso o involución en nuestro desarrollo científico, social y cultural.
La moral que propone Nietzsche es una moral que se basa en la búsqueda del poder, para luego a través de su ejercicio conseguir el progreso y evolución en el ámbito espiritual y material en la vida de los más fuertes esforzados, valientes, arriesgados, inteligentes; y en suma, de los aristócratas y privilegiados.
Su planteamiento moral se fundamenta en que la vida se debe vivir con la finalidad de alcanzar el máximo grado de placer en este mundo terrenal, el cual consiste según él, en la búsqueda constante de más poder, y satisfacerse en el ejercicio del mismo.
Su moral es afirmadora de la buena vida y busca el predominio de los más fuertes o privilegiados dentro de la estructura social. Los valores que deben predominar son los de aquellas cosas que proporcionan placer en este mundo terrenal, y no de aquellos valores de un mundo imaginario espiritual de un más allá. Por ello, su moral pretende ser la única válida y verdadera.
El hombre noble siente orgullo y placer de ser duro, severo e incompasivo; porque según él, la compasión y la piedad es signo de debilidad, por lo tanto conducen a la decadencia de la vida, puesto que son fruto y producto de la gente de sentimientos débiles y negadores de la buena vida.
Según la moral aristócrata, el hombre bueno es el que inspira temor y quiere inspirarlo, ya que ello le ayuda a ser cada día más poderoso y acercarse al modelo del superhombre. Mientras que el hombre malo es el débil y el cobarde que no se arriesga en ninguna empresa y por ello no consigue nada valioso. Por ello, el noble desprecia al tipo de hombre que no busca su propia gloria, sino que solo se contenta con sobrevivir en forma mediocre. Para el noble, el máximo placer está en conseguir la gloria de su individualidad y el poder mantenerla. Por ello sus valores morales son fundamentados y justificados en la voluntad de dominar y someter a todos aquellos que son considerados más débiles, decadentes y mediocres, y por lo cual, también son despreciados; ya que los nobles sólo valoran y honran a aquellos que representan el poder, la fuerza, la belleza, la sabiduría; y que sean poseedores de un espíritu altivo, dominador y feliz, es decir, que representen todo aquello que manifiesta una plenitud de fuerzas vitales. Por todo ello, es que los aristócratas expresan su pulsión o sentido de agresividad hacia quienes consideran seres despreciables porque representan lo decadente; es decir, porque son cobardes, débiles, mezquinos, aduladores, mentirosos, ignorantes, y además a todos los que poseen costumbres que son perjudiciales a la manifestación de la vida en este mundo.
Sin embargo, los aristócratas no perdonan las ofensas de sus enemigos, porque no conocen el sentimiento de piedad, pero saben olvidar las pequeñeces que no le impiden su progreso y la manifestación de la voluntad de dominio; debido a esto, al que no pueden soportar por ser su peor enemigo, es a aquel que no es vulnerable o no se doblega a su voluntad, es decir, que no se deja imponer por la fuerza su tiranía y su escala de valores y costumbres; ya que según Nietzsche, el hombre noble y dominante es el creador de todos los valores que le son útiles para imponerse en el medio social que ha conquistado, promover su desarrollo y lograr mantenerse en el poder; además, también le sirven para procurarse honores y gloria. Como su actividad se basa en la búsqueda del poder y la gloria, por ello el hombre noble es totalmente opuesto a la abnegación, la compasión, el sacrificio y el desinterés.
El noble solo respeta a sus iguales, es decir, a aquellos que le son semejantes; en cambio a sus inferiores los trata con desprecio, arbitrariamente a su gusto o como lo dicte su corazón. A veces les puede otorgar algunos de sus bienes para manifestar la superabundancia de sus posesiones; es decir, que lo que desea dar y repartir lo hace con la finalidad de acrecentar a través del agradecimiento y admiración de los otros, su poder y gloria.
Su poder se sostiene gracias al ejercicio de la combatividad del enemigo, para mantener en flujo constante sus energías negativas dirigidas hacia los seres que se quieren destruir o dominar, y poder desplegar sus energías creadoras a la consolidación y mantenimiento de sus empresas y amistades.
Por lo cual, el tener enemigos es para el hombre noble una necesidad, y por ello se puede decir que su moral está mas allá del bien y del mal; ya que, para imponer sus valores, el aristócrata tiene que luchar en contra del establecimiento de la moral de los esclavos, es decir, la moral del cristianismo, que es fruto del resentimiento en contra del aristócrata y el sentimiento de impotencia, y a la necesidad que tiene el plebeyo de vengarse por sentirse oprimido. La moral del cristiano, es por lo tanto vengativa, puesto que se fundamenta en la negación de todos los valores propuestos por el hombre noble. Para desvalorizar la vida en este mundo, han dicho que la misma es efímera, en comparación a la que ellos van a disfrutar en él mas allá después de su muerte; con lo cual pretenden realizar una venganza creada y vivida solo en su imaginación irreal e infantil. Su moral se basa por lo tanto, en calumniar —siendo impotentes, mediocres y creadores de lástima— al ser potente, altivo y selecto.
La filosofía de Nietzsche se presenta como afirmadora de la buena vida, por lo cual, ataca todos aquellos valores surgidos del agotamiento y de la debilidad, es decir, de la negación de la vida; por lo que defiende aquellos otros que expresen la intensificación y expansión vital, para alcanzar lo que el denomina "La Voluntad de Poder". En su obra "Humano, Demasiado Humano", Nietzsche comienza el desenmascaramiento de la moral de tradición judeo cristiana y platónica, tratando de mostrar lo que según él realmente se esconde debajo de todo ideal: “el juego de los instintos, pero en este caso se trata de instintos malos o de decadencia”.
Nietzsche critica el lenguaje a través del cual se pretende construir ciertos valores, fundamentándose en lo decadente, lo débil, lo vulgar, para luego tratar de mostrarlos como los valores superiores del hombre, cuando en realidad según él no lo son, sino que por el contrario conducen al retroceso evolutivo del ser humano en el plano moral y espiritual.
En su obra Aurora, Nietzsche nos muestra los errores y los prejuicios sobre los que se ha querido edificar la moral que él critica y sus falsos fundamentos. Esta moral es la moral trascendente, cuyos valores pretenden poseer un carácter objetivo, de esencia eterna, a los que denominan: Valores en sí; como por ejemplo: los valores provenientes de la moral platónica y la kantiana, y principalmente critica la moral que ha predominado en el mundo occidental, es decir, la moral cristiana entendida por él como una moral que va en contra de la naturaleza humana, negadora de la buena vida y de los instintos mas sanos, mas ascendentes y vitales. En suma critica todo ideal ascético convertido en moral.
Continuará una 2da parte...
Comentarios
Dios es inmortal
Realmente lo que Nietzsche postula es una forma de nihilismo "positivo": muerte de Dios, pero el renacimiento o la emancipación de la humanidad.
Su pensamiento tiene grandes cosas y también muchos puntos cuestionables o deplorables; la exaltación de la fuerza, el poder y lo irracional, el biologicismo al que reduce lo humano, el desprecio por los valores humanistas... Y muchos devaneos y exabruptos más propios del literato inestable que del filósofo.
Dice Nietzsche que la religión nace del miedo y del horror que el hombre tiene de si mismo. Se trata de la incapacidad de asumir uno su propio destino.
Cuando al hombre le invade un sentimiento de poder y teme quedar avasallado por el, mediante un mecanismo de defensa patológico, lo atribuye a otro ser más poderoso que es Dios. Y es que la religión nos llevaría a la alienación del hombre, puesto que el cristianismo sólo fomenta valores mezquinos como la obediencia, el sacrificio o la humildad, sentimientos propios del rebaño. El cristianismo sería para el filósofo una moral vulgar, que se opone a todos los valores específicos de la virtud.
Su rpincipal crítica está dirigida a la Metafísica clásica. La filosofía tradicional sería principalmente la que creó Platón al afirmar la existencia de un mundo absoluto o perfecto; pero esto es considerar al ser como algo estático o inmutable, frente al ser dinámico que defendiese Heráclito.
Pero sus reproches también apuntan a la Lógica, representante de las pretensiones racionalistas que hasta ahora ha tenido la tradición filosofíca. Para el lógico, la verdad se opone al error y Nietzsche rechaza esta oposición alegando la existencia de errores irrefutables y verdades contradictorias. No atacará en general a la ciencia, sino más bien al mecanicismo y al positivismo que con tanto éxito se consolidan en su época.
Nietzsche depende en cierta medida del positivismo de la época y, a la vez que niega la posibilidad de la Metafísica, representa la pérdida de la fe en Dios y de la inmortalidad del alma. Esta vida que se afirma, que pide siempre ser más, que pide eternidad en el placer, volverá una vez y otra.
Pero el aspecto temporal de la vida, tan exitoso entre los románticos alemanes, es el eterno retorno de las cosas que ya se encontraba en las enseñanzas de Heráclito: Cuando están realizadas todas las combinaciones posibles de los elementos del mundo, quedará todavía un tiempo indefinido por delante, y entonces volverá a empezar el ciclo y así indefinidamente. Todo lo que sucede en el mundo se repetirá igualmente una y otra vez, todo se repetirá eternamente y con ello todo lo malo y lo miserable.
En este horizonte de tiempos futuros por elaborar desde lo ya dado aparece una de las figuras fundamentales del pensamiento nietzscheano, el "superhombre". El hombre puede ir transformando al mundo y puede transformarse a si mismo mediante una transformación de todos los valores, encaminándose hacia esa alegórica figura.
La cultura europea ha llegado a su propia ruina, a la decadencia, hay que liberar al hombre de todos los valores falsos, devolviéndole el derecho a la vida y a la existencia, dice Nietzsche. Para ello, el 1er paso debe consistir en una transmutación de todos los valores de nuestra cultura tradicional.
Así, el nihilismo no consiste en una teoría filosófica o en una proposición teórica, sino que es un movimiento propio de nuestra cultura. La fuerza del espíritu de occidente, cansado y agotado por los valores inadecuados y falsos de su "verdadero mundo" se vuelve nihilista. <<¿Qué significa nihilismo?, que se desvalorizan los más altos valores, falta la meta y falta la respuesta al por qué>>. El nihilismo del espíritu occidental es radical y absoluto, y una vez perdida la fe en el "verdadero mundo", la cultura se queda sin sentido, sin guía o meta aparente, entonces se llega a la decadencia o al pesimismo. Por lo tanto, el nihilismo es una fuerza destructora de la base de la cultura occidental, es decir, de ese Dios cristiano en el que se apoya la moral y el conocimiento del hombre: <<¿Dónde se ha ido Dios ?, yo os lo digo, nosotros lo hemos matado, todos nosotros somos sus asesinos. Lo único que permanece en Dios muerto son la iglesias>>.
Nietzsche tiene especial enemistad con las éticas kantiana del deber, la utilitarista y sobre todo con la ética cristiana y valora, por el contrario, la vida sana, fuerte, impulsiva y con voluntad de dominio. Todo lo débil, enfermizo y fracasado es malo, pero definitivamente, la compasión es el peor mal.
Distingue dos tipos de moral :
Moral de los señores: la de las individualidades poderosas que tienen superior vitalidad y vigor para consigo mismas. Es la moral de la exigencia y de la afirmación de los impulsos vitales.
Moral de los esclavos : la de los débiles y miserables, la de los degenerados ; regida por la falta de confianza en la vida, porque valoran la compasión, la humildad y la paciencia. Es una moral del resentido, que se opone a todo lo superior y que por eso afirma todos los igualitarismos.
De acuerdo con Nietzsche, las masas (a quien denominaba "rebaño", "manada" o "muchedumbre") se adaptan a la tradición, mientras su superhombre utópico es seguro, independiente y muy individualista. El superhombre siente con intensidad, pero sus pasiones están frenadas y reprimidas por la razón. Centrándose en el mundo real, más que en las recompensas del mundo futuro prometidas por las religiones en general, el superhombre afirma la vida, incluso el sufrimiento y el dolor que conlleva la existencia humana. Su superhombre es un creador de valores, un ejemplo activo de "eticidad maestra" que refleja la fuerza e independencia de alguien que está emancipado de las ataduras de lo humano "envilecido" por la docilidad cristiana, excepto de aquéllas que él juzga vitales.
Nietzsche sostenía que todo acto o proyecto humano está motivado por la "voluntad de poder". La voluntad de poder no es tan sólo el poder sobre otros, sino el poder sobre uno mismo, algo que es necesario para la creatividad. Tal capacidad se manifiesta en la autonomía del superhombre, en su creatividad y coraje. Aunque Nietzsche negó en multitud de oportunidades que ningún superhombre haya surgido todavía, cita a algunas personas que podrían servir como modelos: Sócrates, Jesucristo, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Shakespeare, Goethe, Julio César y Napoleón.
Para llegar al superhombre, el hombre europeo tiene que autosuprimirse, y este proceso debería pasar por tres fases :
- El camello es el símbolo del hombre europeo actual, que todavía está impregnado de la moral de esclavos y que soporta el peso de la carga con paciencia.
- El león en cambio es el símbolo del hombre revolucionario, el que se levanta contra la moral de los esclavos. A su vez, el león después de romper las cadenas de la esclavitud tiene que transformarse en niño.
- El niño simboliza la pureza e inocencia de la infancia, desde la que se recrea la nueva tabla de valores.
El superhombre representa, pues, esa nueva tabla de valores: el amor a la vida, el sentido de la Tierra y la exaltación de los instintos ascendentes. El hombre para convertirse en superhombre ha de expulsar de su interior a Dios. No se trata de una divinización del hombre, sino todo lo contrario, una sustitución de Dios por el superhombre, de tal forma que éste se convierta en un ser con plenitud de poder y de dominio sobre sí y sobre los demás. Pero esta transformación requiere, según Nietzsche, de una voluntad de dominio, de agresión y de sentimientos hacia lo ajeno, la "voluntad de poder",
Evidentemente, esas exposiciones son una filosofía sui géneris del filósofo alemán del sigo XIX, Friedrich Nietzsche