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(LISTA) Zombi Durmiente

isabel veigaisabel veiga Garcilaso de la Vega XVI

Comer y dormir han sido siempre mis dos grandes aficiones en la vida. Había quien se atrevía a decirme «ya descansarás cuando mueras», pero ¿y la comida? Despertarme para comer, comer para dormir, y, entre medias, trabajar, socializar… Esas cosas que hay que hacer con nuestra vida, pero con calma, sin prisas. No era pereza, era falta de ganas, o de motivación, vaya usted saber, pero vaya usted, que a mí no me apetece.

Cuando los muertos empezaron a salir de sus tumbas de esa manera que nunca te explican las pelis porque parece súper obvia (salen de la tierra, así, sin más, ¿y la tapa del ataúd?), los humanos tuvimos que espabilar para sobrevivir. Es decir, tuvimos que estar más despiertos, más atentos, más rápidos. Todas esas cosas que a mí me provocaban sarpullidos. No es que los zombis fuesen veloces, pero, por si acaso, había que andar ligeritos para que no te pillasen. Eso sí, tenían una fuerza que lo flipas porque eran capaces de mover lápidas de piedra con sólo empujarlas con los dedos de la mano, o los huesos de sus huesudas manos. Lo bueno es que, como ellos no comían comida, quedaba más para nosotros, pero había que hacer malabares para poder conseguirla porque con tanto imbécil que la sociedad había creado, los cerebros pensantes como el mío se cotizaban bastante alto. Los zombis podían oler esos fluidos extras que da el esfuerzo de pensar.

También había zombis gilipollas, por supuesto. Quienes lo habían sido en vida, no dejaban de serlo en muerte. Las cosas eran fáciles y divertidas con ellos porque sólo teníamos que poner carteles con informaciones falsas para dirigirlos a donde nos daba la gana. Es decir, algo así como Facebook con sus publicaciones compartidas que nadie comprueba, pero que todo el mundo comparte y se cree. Pues eso. Dibujábamos una puerta en un muro y escribíamos “¡Cerebros gratis! Volvemos en cinco minutos”, y nos echábamos unas risas a costa de los gilizombis que se quedaban ahí durante días esperando.

No tardé mucho tiempo en agobiarme por no poder dormir todo lo que quería, por no poder comer en cualquier sitio a cualquier hora sin tener que moverme como un ninja por la ciudad para no ser descubierto y, por lo tanto, no tener que correr. Correr, ugh, todavía me dan escalofríos al pensarlo. Bueno, la verdad es que podía seguir durmiendo porque no entraban en las casas. Un picaporte era mucha tecnología para ellos, por eso siempre golpeaban las puertas, aunque con desgana. Ni siquiera me molestaba en poner la cadenita o echar la llave, porque eso era ya como magia para ellos.

El caso es que una noche, una de esas en las que yo no había podido dormir mucho porque tenía hambre, pero la despensa estaba casi vacía, tuve que salir para poder satisfacer uno de mis vicios y ser así capaz de satisfacer el otro. Tener hambre y sueño no es buena combinación cuando puedes morir en el intento de conseguir comida.  Fue esa noche cuando pensé «qué demonios, total tengo que morir alguna vez y los zombis no corren, no necesitan dormir todo el día ni comer a todas horas», así que durante la lucha perdí, pero feliz.

Maldita sea, me equivoqué. Resulta que, al menos en mi caso, y me consta que soy un caso extraño, cuando me morí no perdí mi esencia.  Todos mis anhelos como humano se quedaron atrapados en mi cuerpo y siguen exigiendo que los satisfaga, así que ser zombi no es la vida fácil que yo esperaba. Sigo teniendo sueño y hambre. La única ventaja es que no tengo que correr detrás de gente viva más rápida que yo porque puedo seguir comiendo lo que quiero, incluso caducado. Soy el único zombi que, literalmente, se puede morir de hambre. Irónico. Me quedo dormido en casi cualquier sitio, los vivos me echan monedas porque me confunden con un vagabundo. Para poder dormir y no tener que ir a buscar comida, he convencido a un repartidor zombi para que me traiga la comida y así él tampoco pierde su esencia humana. Al no tener cerebro, ha sido una presa fácil del convencimiento y me ahorra mucho esfuerzo. Los picaportes son un pequeño inconveniente, pero estoy avanzando.

Comentarios

  • editado diciembre 2019
    Todo el tiempo usas comillas latinas salvo para el cartel de la información falsa sobre cerebros gratis. ¿Es porque en unos casos lo que hay entre las comillas son pensamientos y en el otro caso es lo escrito en un cártel? En cualquier caso, por lo que sé, deberían ser todas latinas:

    https://www.fundeu.es/recomendacion/comillas-uso-de-este-signo-ortografico/

    “También había zombis gilipollas, por supuesto. Quienes lo habían sido en vida, no dejaban de serlo en muerte. Las cosas eran fáciles y divertidas con ellos porque sólo teníamos que poner carteles con informaciones falsas para dirigirlos a donde nos daba la gana. Es decir, algo así como Facebook con sus publicaciones compartidas que nadie comprueba, pero que todo el mundo comparte y se cree.”

    Este trozo me ha parecido interesante por los visos de crítica social.

    Respecto al resto del texto, lo veo, sinceramente como un intento de relato humorístico que no consigue llegar a lo que desea. Creo que la causa principal de ello es el hecho de que no hay diálogos ni interacciones entre personajes, solo la voz narrativa en primera persona, lo que limita las posibilidades humorísticas de la narración. si hubiera diálogos entre el protagonista y otros personajes que también están viviendo la misma situación, sería más fácil hacer humor, pues siempre podía estar el graciosillo, el que habla con desparpajo de la situación, el que dice cosas cómicas sin pretenderlo, etc. Eso potenciaría las capacidades humorísticas del texto.

    Así como esta ahora, me recuerda a monólogo de algún famoso en la tele, en el club de la Comedia o programas similares. Y en ese formato conseguir que el oyente se ría es más dificil (y en mi opinión buena parte de esos monólogos son un “quiero y no puedo”). En cambio, cuando se hace una serie de televisión cómica hay varios personajes e interactúan entre ellos, cada uno con sus características, y eso suele gustar más al público. Prueba de ello es que en España han pasado a ser parte de la cultura popular cosas como las collejas de Sole (7 vidas), el caracter de Mauricio Colmenero (Aída) y unas cuantas cosas más. En cambio los monólogos reciben menos atención.

    Y creo que del mismo modo que las interacciones entre personajes divierten más al espectador en los medios audiovisuales, igual pasa en los escritos. Espero que te sea útil mi crítica.
  • isabel veigaisabel veiga Garcilaso de la Vega XVI
    Siempre digo que el relato es un intento de humor. No es mi fuerte, qué le vamos a hacer, pero me gusta intentarlo igualmente. Con sacar una sonrisilla me conformo. Este relato surgió de una tontería que le dije a mi hija -ella sería la protagonista, en realidad- y me dijeron que hiciese una historia. Tengo más gracia en persona, de verdad :D El humor es algo muy personal. Lo que a alguien le saca una carcajada, a otro le resulta indiferente.

    Respecto a las comillas, tienes razón. Me he casi acostumbrado a las comillas latinas, aunque no me gustan. Es una manía personal, lo sé. Además, no acabo de estar de acuerdo con la norma y me rebelo cuando puedo.

    Es un relato breve, microrrelato, en el que, aunque caben diálogos, no los veo necesarios ya que se cuenta una situación, una transformación personal en la que no hay más personajes.

    La crítica social no podía faltar ya que veo mucho zombi vivo dejándose manipular por no pensar.
  • antonio chavezantonio chavez Miguel de Cervantes s.XVII


    Hola Zombi, digo Texas

    Si algún día coincidimos en persona y nos diese por hablar de mordidas, que éstas sean de pasta gansa, nunca de ti a mí por aquello del contagio zombi.

    Me gustan sobremanera las narraciones en primera persona, son como más íntimas, más guay; tanto así, que el casi imprescindible diálogo en toda historia, se convierte en prescindible. Es como si se estuviera hablando en voz alta para un amplio cuórum.  

    Es ese relato tuyo como una alegoría hacia dos cosas necesarias en esta vida: la comida y el dormir. No tengo o no se me ocurren más opiniones, sólo que da gusto leerte por la ordenación tan perfecta que siempre le imprimes a tus escritos.

    Feliz Navidad


  • isabel veigaisabel veiga Garcilaso de la Vega XVI
    Muchas gracias, Cehi. No te morderé, ni zombi ni vampiramente :disappointed:

    He estado pensando en lo de los diálogos y me he dado cuenta de dos cosas:
    A. Sin pretenderlo, este relato es como una entrada de diario. Al menos, es lo que me parece a mí al repensar en él. Sí, está en primera persona y está contando un hecho de una manera directa y personal. Por eso, por más vueltas que le doy, no acabo de ver dónde encajan los diálogos. Lo he intentado, lo he pensado, pero no lo veo (lo siento, Iramesoj). Lo comento porque quiero que sepáis que me tomo en serio vuestros comentarios, que me los pienso, que los analizo porque los valoro.

    B. Los microrrelatos obligan a sintetizar. No pones descripciones innecesarias, ni personajes que no aportan, ni situaciones que no ayudan a avanzar la historia. Por el mismo motivo, aunque un microrrelato acepta diálogos y tengo uno que es prácticamente todo diálogo porque es lo que pide esa historia, sólo se usan si realmente aportan algo importante. Estoy de acuerdo en que un diálogo podría aportar humor en este texto, pero prefiero sacrificar eso y centrarme en el cambio del personaje.
  • Zombies y redes sociales, curiosa y divertida mezcla, que me recordó un poco a una película que vi hace unos años. Por lo general me ha gustado el relato, muy distendido y de muy fácil lectura.

    En especial tengo que destacar el último párrafo , con eso de confundirlo con un un vagabundo y dejarle monedas, original y divertido.

    ¡Un saludo!
  • isabel veigaisabel veiga Garcilaso de la Vega XVI
    Muchas gracias, Martin. Mi intención con estos relatos es, simplemente, distraer. Estoy muy lejos de escribir humor del bueno, lo sé, aunque no es mi meta. A mi cerebro le gusta ponerse en modo intelectual cuando escribe y me dificulta mucho escribir las tonterías que quiero.
  • Buenas noches. 

    Este relato tiene sus luces y sombras.

    Lo bueno: La otrografía, muy bien. De hecho, resalto que eres la primera escritora que leo en mucho tiempo que escribe bien la palabra "zombi", sin esa molesta "e" al final. Solo por eso te doy un punto. Otro punto también es el hecho que no me esperaba que el protagonista se transformara en zombi al final; el factor sorpresa es algo que personalmente, me encanta en un cuento. Dos puntos a favor. 

    Lo malo: ¿A donde se fueron las comas? Por momentos hicieron falta y leer esto en voz alta es...difícil (lo certifico, porque traté de hacerlo y se me fue el aire), y eso le quita fuerza y estética al cuento. Punto menos.

    Mención aparte está el tono del cuento. Busca ser humorístico, pero creo, en mi humilde opinión, que puede ser mejor. Me dio risa el aparte de los gilizombis, pero los demás...no tanto. 
  • isabel veigaisabel veiga Garcilaso de la Vega XVI
    Gracias por tu comentario. Creo que el tema de las comas es un mal común, y eso que me esfuerzo por no dejármelas por el camino y leo todo lo que cae en mis manos acerca de su uso. Si me indicas dónde crees que faltan, echaré un vistazo y lo hablamos. Reconozco que soy de frases largas y que las comas tienen que estar.

    A ver, humorístico en plan «el club de la comedia» no es, está claro, ya lo he comentado anteriormente. Ha sido un intento, no es mi fuerte, pero me gusta intentar cosas que me sacan de mi zona de confort. Mi pretensión era sacar alguna sonrisa, alguna. Escribir comedia es muy difícil y tiene sus propias técnicas. Precisamente por eso, porque el género no es habitual en mí, he querido compartirlo, para ver qué puedo aprender con vuestros comentarios :)
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