Paloma siempre estaba pidiendo perdón por todo, así que tenía una cara como compungida y llena de culpa que daba repelús. Paloma pedía cigarrillos y acto seguido, pedía perdón, con esa cara de víctima de todo. Si estaba sentada, pedía perdón a los que estaban de pie. Tenía un rostro que contraía en un rictus absurdo de condolencia o gilipollez supina. Siempre estaba lamentándose y todo su rostro era siempre culpable de algo o reflejaba ser la víctima de algo. No contaba nunca nada de lo suyo y siempre estaba preguntando de modo sutil por lo de los demás. Iba por detrás de todos y ofrecía versiones dispares de todo lo que le pasaba. La gente ya no le preguntaba nada y siempre daba la impresión de ser un pegote disgustado u ofendido.
Comentarios